lunes, diciembre 16, 2013

¿JUAN CARLOS "DESLEGITIMADO"? GUERRILLA URBANA ANTE EL CONGRESO

El "pathos" anti-fascista (léase guerracivilista) de la movida indignada saltó a la vista desde sus mismos inicios. Los recortes y la democracia/real (contradictio in terminis) no eran más que la coartada, y la no/violencia, el señuelo a la hora de cazar incautos. Y por si dudas cupieran ellos mismos se encargan de demostrárnoslo.
¡No pasarán! ¡Pero qué saben estos niñatos de la guerra civil española! Lo que les enseñaron en la "Educacion para la ciudadanía" (hablo de oídas que conste, que a mí todo eso me pilla de muy lejos), y lo que oyeron a sus abuelos o lo que oyeron sus padres de sus abuelos (o bisabuelos) Apuesto que por partes iguales.

Porque hay que rendirse a la evidencia, nuestra guerra civil no terminó todavía o resucitó en un caso único en la historia. A menos que se tenga que acabar dándome la razon y se convenga en admitir que nuestra guerra civil dura ya (casi) setenta y cinco años, el tiempo de empalmar con la guerra mundial y con una posguerra europea (interminable) en la que nos vimos tratados grosso modo como formando parte del bando de los vencidos del 45.

En mi mente y en mi análisis no obstante, se trató (solamente) hasta hoy de guerra (sustancialmente) psicológica y de propaganda en los medios -españoles y extranjeros y en la historiografía, en lengua española y en (prácticamente) todas las lenguas del planeta. Por lo que vimos el pasado sábado no obstante, estaríamos ahora ante una flagrante escalada, porque esta claro de las informaciones y de los testimonios gráficos y audiovisuales -por la prensa o por la red- de los sucesos del sábado que el "pathos" antifascista (léase guerra/civilista) era dominante y determinante en la temperatura ambiente (elevadísima) de los estados de ánimo y en los niveles de violencia (extrema) que acabaron alcanzando, en Neptuno en Sol e inmediaciones, en los incidentes de los que la protesta se vio surcada.

¿Últimos estertores o vuelta a empezar? ¿Una movida de los indignados en vía (desde hace un rato) de extinción a punto de cobrar nuevos alientos? Se admiten apuestas. Todo dependerá tal vez de como el conjunto de la sociedad española y sus mentores y voceros más autorizados acabe intepretando estos últimos actos de protesta.
Leon Degrelle durante su refugio español. Murió en Málaga en el 94 (a la edad de ochenta y siete años) Si hubiera vivido unos años más, tras haberse visto condenado por delito de negacionismo ante el Tribunal Constitucional ¿no se hubiera visto al final entregado? La pregunta se impone. Habría sido desde luego la prueba por el nueve (para algunos) de nuestra derrota en el 45
¿Como lo que son, un fenomeno atípico en extremo por los brotes de violencia (urbana) inauditos, sin parangon hoy por hoy en ningunpais de la UE -si se exceptúa el caso de Grecia tal vez-, ni siquiera en Ucrania donde los manfiestaciones pro/europeas se habran mantenido en plan modosito ("bon enfant") sin los niveles de violencia en cualquier caso que conoció (hace nueve años) la llamada revolución naranja, lo que no se explicaría en el fondo más que por el resurgir (periodico e intrmintente y no menos incontenible) de esa vena anarquista que habrá recorrido mas o menos soterradamente la historia española de los dos últimos siglos hasta "derramarse" (que ahora le dicen) como nunca antes ni después tras el estallido de la guerra civil española?

¿O preferirá una mayoría de españoles por el contrario dejarse engañar por la vía fácil de los pretextos y de las coartadas demagógicas y de los señuelos más o menos oportunistas envueltos en una mezcla inextricable de motivos o razones justas o falsas, que les ahorre el  enfrentar el desafío y abordar en su misma raíz las causas últimas de este fenómeno preocupante y surcado de malos presagios, de protesta (y de violencia callejera)?
Laval fue colaborador estrecho del mariscal Petain, y jefe de sucesivos gobiernos del régimen de Vichy. Se refugió en España en el 45 pero no tuvo la misma suerte que Degrelle -pese a que su importancia política en la Europa del Nuevo Orden era incomparablemente mayor que la del líder rexista belga (y precisamente por eso)- y fue entregado de inmediato tras lo cual fue condenado a muerte por un tribunal francés y justo a seguir fusilado. El tributo -obligado- de un país vencido (en el 45) Vae victis! (¡ay de los vencidos!)
"¡La voz del pueblo no es ilegal!" se desgañitaban gritándoselo a la cara a los anti-disturbios el sábado por la noche dos indignadas muy jovenes recalentando asi el ambiente y dramatizando aún más si falta hacía las escenas de violencia que estagban produciéndose en torno suyo. España, los españoles, no somos un "pueblo", hay que desengañarse. Somos una nacion y lo seguiremos siendo o dejaremos de serlo -que eso depende de nosotros- pero el llamado pueblo/español no tiene mas promesas de vida eterna que España, sujeto historico hasta hoy en el concierto de las naciones.

"La del 36 fue una guerra del Ejército contra el pueblo", le oí a mi delegado de curso de tercero de Económicas, un "apolítico" o así se habia presentado al menos cuando le elegimos, pero estaba claro que el ambiente propiamente irrespirable -por lo tóxico o radioactivo- en la facultad y en todo el campus en plena fermentación ideologica entonces, le hacian destaparse de aquella manera. O le servían de simple pretexto más que otra cosa.
Tras el encuentro de Kissinger con Franco -el 19 de diciembre del 73 (va hacer ahora cuarenta años) que también fue recibido por el entonces Príncipe de España- aquél declaró -en un comentario no poco sardónico- que los aliados habían condenado al régimen de Franco a "una muerte lenta" tras el 45, metiéndonos pues en el mismo saco de los vencidos de la Segunda Guerra Mundial. A buen entendedor pocas palabras bastan
Y se me quedó hasta hoy la frase aquella por el gato encerrado que arrastraba a todas luces. Porque el ejército no era menos pueblo que la clase obrera si se puede plantear y explicar así -por sus dos principales protagonistas- la guerra civil española. El combustible que alimenta la protesta indgnada en curso no lo son a todas luces los recortes ni la corrupción mas o menos generalizada -no mayor que en otros países de la UE- sino una erupción de guerra/civilismo que trajo como corolario inevitable la ley de la memoria histórica de los anteriores goboiernos socialistas. Preparada a su vez por los años de amnesia institucionalizada u oficializada de gobiernos anteriores. No me lo quita nadie de la cabeza.

La ley de la memoria histórica deslegitima al monarca (Pío Moa) Y en la misma medida, le inhabilita (grandemente) a la hora de enfrentar debidamente el desafio separatista en Cataluña. ¿Fue Juan Carlos una solución -de continuidad- o simplemente una concesion, léase una imposicion -o ucase o "diktat"- del bando de los vencedores de la segunda guerra mundial en el 45?

De la respuesta que a esa cuestión acaben dando el conjunto de los españoles -a la luz de la Memoria- dependerá el futuro del monarca y de la corona. Más urgente que nunca a tras la nueva escalada en el acoso institucional al que venimos asistiendo desde hace dos años y medio, y que volvió ayer a alcanzar nuevas cotas (de desafío) con escenas de guerrilla urbana insólitas ante el congreso

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