jueves, diciembre 12, 2013

DIEUDONNÉ ANTI-SEMITA O EL MIEDO CAMBIA DE BANDO

Dieudonné no deja indiferente. A los unos les enferma de rabia, a los otros en cambio les mata de risa. Y con ese gesto ("quenelle") más todavía. Y me figuro que habrá que saber interpretar el signo/magno que viene a representar en los tiempos que corren este mulato genial anti-sionista que tanto eco y audiencia encuentra entre identitarios (mal llamados racistas)
El humor une a la gente, a los individuos como a los pueblos, también les separa a veces porque se trata de algo universal y a la vez profundamente subjetivo e individual e intransferible. Siempre me consideré una persona dotada de sentido del humor y de la ironía, sin duda heredado en gran medida de los mios, pero no dejé de asumirme a la vez como alguien que también sabía tomarse en serio las cosas serias, y en particular (en terminologia de Nietzsche) las cosas del espíritu. Y que lo digas, me replicara aqui de inmediato (maliciosamente) alguno (...)

Como sea, llevo muchos años fuera de España, en el extranjero, donde habré circulado mayormente por tierras de francofonía, de cultura -y "lengua y civilización"- francesa en donde se puede incluir o englobar Bélgica francofona, a creerles por lo menos, porque por más que no dejé de notar particularidades culturales y humoristicas del uno y del otro lado de la frontera franco/belga en los años que aquí llevo residiendo, la mitad francófona del país en que resido se autodenomina un tanto pomposamente Comunidad Francesa -y no Francófona- de Bélgica. El humor belga es un poco distinto al francés, estamos de acuerdo -sin duda por la influencia flamenca (y no sólo)- pero no dejan de ofrecer puntos y trazos comunes.

Un humor mas caústico menos mordaz el de franceses y francófonos que el de los españoles, desde luego, y de cualquier forma, el humorista sea francés, belga, español o de la nacionalidad o de la procedencia que sea tiene un humor propio que da la clave de su éxito personal y que le distingue y diferencia de todos los otros. Y debo reconocer que en la medida que me afrancesé no poco a lo largo de mi trayectoria -como ya lo tengo a menudo confesado- el humor en lengua francesa me acabó resultando mucho más familiar que si me hubiera quedado en España todos esos años que ya pasé fuera.

¿Santa alianza anti-sionista? ¿Tributo de homenaje al Imperio francés que se mestizó mucho menos que el español? ¿Simple gesto de desafío políticamente incorrecto? Dificil de interpretar ese chocar de manos entre Dieudonné y Jean Marie Le Pen. Pero ahí queda. Y lo menos que cabe decir es que por la expresión de los protagonistas, no parecía simple convencionalismo
Y viene a cuento de un humorista que va camino de convertirse en mucho más que un simple humorista o de dejar de ser por lo menos -en el seno de la sociedad francesa (y no sólo)- un cómico como otro cualquiera, en la medida que encarna un fenómeno de sociedad con pocos precedentes en el mundo del espectáculo en Francia e incluso en la vida politica francesa. Y me estoy refiriendo al fenómeno Dieudonné. ¡Qué fenomeno! Conoci en persona a Dieudonné -como ya lo dejé registrado en mi blog anterior- en una actuacion que tuvo aqui en Bruselas por vuelta del 2009 en una sala de fiestas de un barrio céntrico a donde conseguimos acceder los asistentes tras atravesar el fuerte dispositivo de vigilancia desplegado a la entrada y en las inmediaciones del local, por el clima de expectacion y también por la nube de protestas que había desatado el anuncio de su venida.

Dieudonné viene (como dicen los franceses") "de lejos", políticamente hablando me refiero, quiero decir de una izquierda anti/racista (extrema) que me pilla a mí personaalmente muy lejos como aquí todos ya saben por supuesto. Incluso en su actuación de Bruselas dejaba traslucir no pocas trazas o rastros de esos orígenes propios e intransferibles, y era por la asociacion patrocinadora del acto, dedicada a la lucha contra el racismo y la xenofobia (y el odio y la intolerancia y no sé cuantas otras cosas) y por su presidente perteneciente a la comunidad magbrebi inmigrante e igualmente también por el propio presentador del acto, marroquí oomo el anterior y de una proyección pública no poco polémica y controvertida y que arrastraba -por lo menos entonces- una imagen de alguien proximo y amigo de islamistas.

Como sea, me reí mucho con Dieudonné aquel día, no sé por qué, porque la verdad es que no estaba de acuerdo con todo lo que decía -y sigo sin estarlo- pero sin duda el humor que rezumaba por todos los poros de su persona como quien dice, y de su fisonomía, me hacia perdonarle todo el resto. Y ahora me he vuelto a reír con él y mucho más que la vez aquella -a carcajada limpia- siguiendo un video suyo reciente en el que se ve envuelto en polémica tras polémica, mayormente por sus actitudes antisionistas -que sus detractores no dejan de calificar por cierto de anti-semitas (lo que le habrá valido ya varios procesos)- y por culpa sobre todo de ese gesto o saludo -de "la quenelle"- que habrá conseguido divugar y popularizar hasta convertirlo en "trend" en las redes sociales y en el último grito de la moda políticamente incorrecta (que también lo incorrecto tiene sus modas, todos aquí estarán de acuerdo) ¿Acaso el mestizo o mulato Dieudonné -de padre camerunés y de madre francesa- se puede permitir lo que otros que no somos mestizos no podemos permitirnos (ni de broma)? Es lo que no dejarán de preguntarse algunos.

Lo cierto es que con su humor tan político y tan incorrecto Dieudonné habrá dado rienda suelta a lo que muchos sólo se atrevían a pensar o a decir en voz baja atenazados por reflejos condicionados que les tenían amordazados los labios y pegadas como con cemento las lenguas. Y de repente el miedo cambia de bando, y también las inhibiciones y los complejos. Es lo que acaba de poner de manifiesto su enfrentamiento -prensa interpuesta- con una joven periodista belga, diplomada de la Universidad Católica de Lovaina, y que le habrá atacado con gran vulgaridad en el programa que anima desde hace poco en el Canal Plus situado políticamente a la izquierda. La reacción habra sido tan unamime -y tan violenta- en las redes sociales en contra de la joven periodista que aparte de reconciliarme un poco -con ese espacio digital- habra obligado a la interesada a cerrar a toda prisa sus cuentas propias.
"¿Saben aquell que diu?" Esa fue la frase que inmortalizó Eugenio Jofra Bafalluy, eternamente Eugenio. Exponente de un humor apolítico (léase de "derechas") de los años de la transición y la prueba por el nueve a la vez que los catalanes (de pura cepa) saben hacer reír al resto de los españoles cuando asumen sus semejanzas...para así hacer mejor olvidar sus diferencias
La risa es un arma temible e irresistible mucho más que la de la indignacion ¡Cuándo tardé en caer en la cuenta! Me habria llevado desde luego mucho menos berrinches (por dentro) y sinsabores si me hubiera tomado a los indignados como se merecian, como lo que eran, una broma pesada que le gastaron al conjunto de los españoles, sin humor ninguno o muy poco, o de un humor soso, sin sustancia, "esaborío" como dicen los andaluces. Que no se merecían mas que un corte de mangas (con perdón) a la "quenelle", como los del mulato genial (que no es tampoco un mulato cualquiera)

"¿Dieudonné, aquí entre nosotros -le preguntaron en tono conciliante y en busca de un arreglo por todos los medios, comisarios e inspectores de una localidad cercana a Paris alarmados por el anuncio con gran destaque en los medios de su proyecto de instalación allí de un centro de acogida a emigrantes de países negro/africanos-, qué nos vas a traer aquí?" (...) Y se reía Dieudonné contándolo, y se reía más aún oyéndome contarle la anécdota un muchacho negro que trabajó un tiempo conmigo. ¡Cómo se reía! (sin duda de su propia sombra) (...)

Y a fe mía que no sé lo que acabe trayéndonos Dieudonné con todo lo que representa y todo lo que arrastra, lo que si sé en cambio es que habra traído un viento fresco de humor nuevo y diferente, sin tabús (absurdos) y sin complejos, que me habrá alegrado el ánimo de pronto a punto como ya estaba de tirar (por un día) la toalla de estas cronicas. Desternillándome de risa mientras ensayaba yo también el gesto célebre una vez y otra por mi cuenta

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