sábado, diciembre 21, 2013

ABORTO Y CONFLICTO DE LEALTADES (ESPAÑA-VATICANO)

El atentado contra Carrero probó (con su muerte) que había perdido el paraguas protector de las grandes potencias. ¿Por no aprobar el desenganche de la iglesia española tras el concilio? El público presente en sus funerales que abucheó al cardenal Tarancón cuando salía de la iglesia de Santa Bárbara, asi lo entendió un poco, desde luego. A la izquierda del cardenal (a la derecha de la foto), el vicario general de la diócesis, Martín Patiño. Yo andaba por allí cerca y no participé en los gritos y abucheos, pero no los condené tampoco.
En declaraciones a los medios poco antes de su muerte (asesinado), el almirante Carrero -conforme lo recordaba uno de los articulos recordatorios en tono festivo más que necrologico que le dedicaba El Pais en su edicion de ayer-, enumeraba de manera un tanto analoga a como lo hizo el Cardenal Segura en relacion con la Monarquía justo al proclamarse la segunda republica, la hoja de servicios prestados a la Iglesia por el estado español (léase el régimen de Franco) en términos de obras (cuantiosas) de beneficiencia sufragados con fondos estatales desde los tiempos de la guerra civil española.

Al Cardenal Segura aquel desplante suyo le valio su expulsion de España con certeza, por culpa exactamente de quién no se sabe en cambio a ciencia cierta y así Umbral, en la Leyenda del César Visionario, pone en boca del austero cardenal (burgalés) lo que le habria dicho al papa Pío XI en la audiencia que el pontifice le concedió brindándole refuigo tras su expulsion, en el Vaticano. "Precisemos Santidad, a mí no me echó de España la republica sino el nuncio Tedeschini y don Angel Herrera Oria", en alusion cargada de sobreentedidos (y malentendidos) al cambio de politica del Vaticano y del Pontifice reinante entonces, Pío XI, que aceptaron con buenos ojos desde los primeros momentos la instauracion de la Republica en España, como llevaban desde el siglo anterior aceptandola en Francia.

Como sea, se puede aventurar o conjeturar "mutatis mutandis" que a Carrero Blanco, su enfrentamiento creciente con el sector progre de la Iglesia española respaldada sin la menor reserva por la curia y el propio pontifice Pablo VI en aquellos tiempos del posconcilio inmediato que fueron también los del tardo/franquismo tardío -como lo pusieron de manifiesto con creces aquellas declaraciones polémicas suyas- le acabaria costando la vida (...) Y fue sin duda por lo que aquellas tuvieron de reveleador y premonitorio (para un observador avizor) mas que otra cosa, que el numero/dos del régimen de Franco (en activo desde los tiempos de la segunda guerra mundial) había dejado de gozar del paraguas de proteccion que los grandes poderes mundiales (léase las potencias vencedoras en el 45) le habian brindado siempre, caución eclesiástica (y vaticana) interpuesta por supuesto.

Ese libro que me leí de un tirón en los tiempos que precedieron a mi marcha al seminario de Econe me marcó no poco. El cardenal Segura acusaba de herejes, de paganos y estatólatras -y modernistas (en el plano teológico)- y no sé cuantas otras lindezas a los falangistas. Fue fiel, a si mismo al "back-ground" de mentalidad que arrastraba y a la educacion que habia recibido. Lo que permanece válido de su memoria no obstante lo es sin duda la imagen de lealtad a la memoria histórica -milenaria- de la Monarquia española que dio al proclamarse la II República que le costo la expatriación y años de exilio. Su figura, como sea, hace evocar las frases célebres que dedicó José Antonio a la monarquia pero transpuestas a una iglesia católica española "gloriosamente fenecida" en el concilio (tras una larga agonía)
Recuerdo bien aquellas declaraciones polémicas de Carrero, a pocas semanas ya de su muerte como si fuera ayer a fe mía, que me pillaron (otoño del 73) en un congreso de Amigos de la Ciudad Catolica (sección española) que yo frecuentaba por aquel entonces, en la localidad madrileña de Pozuelo, donde las palabras del entonces jefe de gobierno español encontraron un eco de incomprension y de hostilidad innegables, de parte al menos de los organizadores de aquel certamen, que no dejaron (¡ingenuo de mí!) de extrañarme un poco entonces. ¡Clericales ante/el/altisimo como los hubo pocos (ni los habrá) en la historia de la España de la posguerra!

Y en unas declaraciones que le lei hace ya tiempo, el que fue vicario de la diócesis de Madrid-Alcalá en los años del cardenal Tarancon, Martín Patiño (¡vágame un santo de palo!) evocaba las quejas y reproches de Carrero Blanco por los nuevos vientos que corrían en las relaciones Iglesia-Estado en aquellos tiempos de posconcilio. "El catecismo que me enseñó mi madre -le oyó una vez el vicario de Tarancón a Carrero diciéndoselo a él de sus propios labios- ése no lo van a cambiar ustedes" Lo que ponia (dolorosamente) al destape aquel conflicto de lealtades (España-Vaticano) al que aludía en mi articulo de ayer y que denunció Rafael Sanchez Mazas en un libro prohibido por la autoridad eclesiastica, en 1932, durante la segunda repulica.

¿Señal innegable por tardía que fuera de arrepentimiento o de marcha atras en la linea de clericalismo militante y pari passu de (auto) demolicion del régimen de Franco desde dentro que -sin duda con el visto bueno mas o menos implicito del Pardo- el almirante asesinado habia seguido sin pestañear lo mas minimo durante décadas a la sombra del anterior jefe de estado? De internis ecclesia non judicat. Y si en mi articulo de ayer afirmé por mi cuenta y riesgo que Carrero Blanco fue agente de los Aliados al interior del régimen de Franco, mi aserto -en el que me suscribo- no prejuzga en absoluto del juicio historico que se merezca la figura del Almirante. En algo no cedió o no transigió (o no traicionó) al final que le valió el ser asesinado, eso para mí está claro.
El padre Fermín Yuzurdiaga, navarro (en la foto, junto con Raimundo Fernández Cuesta), fue un caso atipico en extremo de cura católico y a la vez ideólogo falangista. Perteneció al grupo "Arriba España" de Pamplona y fue director de la revista "Jerarquía". Agustin de Foxá decía con sorna que "el padre Yzurdiaga iba a ser la tumba del fascismo" (...)
Su caso no ilustra menos no obstante esa hipoteca que la política española sigue arrastrando de resultas de la doble/lealtad que el catolicismo (abrumadoramente mayoritario) de la población y los trazos aún potentes y vigorosos de confesionalismo en la esfera estatal nos siguen imponiendo (un poco por partes iguales) a los españoles. Como vuelve a ilustarlo ahora y a ponerlo de manifiesto la nueva ley sobre el aborto.

Los vientos han cambiado en el Vaticano y el nuevo papa argentino ha dejado claro en recientes declaraciones que no estaba por la labor de seguir insistiendo de la forma lacinante y obsesiva que lo habian hecho sus predecesores en materia de despenalizacion del aborto y de otras temas de moral y de costumbres más o menos conexos.

Lo que explica sin duda esa especie de compromiso esta reforma viene a sellar y que amenaza de convertirla en un autentico campo de batalla por culpa de las intepretaciones tan dispares a las que fatalmente dará lugar lo salomonico de la nueva ley (como ya lo estamoso viendo), a través como quien dice de sus innegables "coladeros" (como los sigue teniendo el nuevo texto)
"Jerarquía", "la revista negra de la Falange", fundada y dirigida por el padre Yzurdiaga. "Guía nacionalsindicalista del Imperio, de la Sabiduría y de los Oficios" ¿Antecedente cronológico del Opus Dei? La figura de Alvaro d'Ors, hijo de don Eugenio d'Ors (que estuvo estrechamente ligado a aquella) y notorio miembro (numerario) del Opus Dei a partir de un momento dado en su vida, podría ofrecernos una pista en el tema
Y puestos a sorprender a más de uno debo decir que a mi la nueva ley me parece razonable en la medida que reconoce ese "equilibrio" (sagrado) entre los derechos de la mujer y esos otros ("no abolutos") del nasciturus, lo que vengo defendiendo -aunque por otros conductos y caminos tal vez- desde hace rato. ¿El niño/jesus está acaso mirando desde el fondo del pesebre -en estas visperas navideñas- a todos los "nasciturus" que en el mundo han sido, como vienen a declamarlo ahora líricos y un tanto lacrimogenamente algunos, o a todos los santos/inocentes -ya nacidos- en cambio, víctimas de la plaga de los abusos sexuales a manos de eclesiasticos "urbi et orbe" las ultimas décadas?

"In dubio libertas". Me explico, libertad -en el foro interno al menos- de pensar e interpretar lo uno como lo otro. Y también de juzgar de las intenciones del projimo, en el foro interno: que situaciones matrimoniales irregulares (y no menos desgarradoras y dolorosas) o malformaciones en los ya nacidos puedan predisponer o llevar a algunos a ponerse por montera el combate contra el aborto o el supuesto aborto/cero en su accion política y en su trayectoria.

Que el que esté libre de pecado tire la primera piedra. Pero que no nos la tiren ellos tampoco a nosotros, por no querer seguirles en su pulsion penalizante (y culpabilizadora)

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