viernes, noviembre 22, 2013

ETARRA MIEMBRA DEL COMANDO VIZCAYA (ESCANDALOSAMENTE) LIBERADA EN BÉLGICA

Abogado de terroristas, Paul Beckaert, belga flamenco, de Brujas. Un nombre -cuidadosamente- a retener en nuestra memoria (colectiva) Lleva treinta años haciendo la guerra por su cuenta y defendiendo etarras refugiados en Bélgica (en solitario), como queriendo así (por lo que se ve) hacernos pagar a los españoles los bombardeos salvajes -en nombre de la democracia- de los anglo/aliados sobre Bélgica flamenca durante la segunda guerra mundial. Por cuenta sin duda del Duque de Alba. Tras la liberación de la etarra Jaúrégui y en el colmo de la arrogancia, se habrá permitido consejos a las autoridades españolas en materia de tratamiento de los presos (de ETA)
Santuario belga de ETA. ¡Aparte de mi ese cáliz! Que a fe mía que no se me habrá dado a beber otro más amargo tal vez en los años que llevo residiendo en Bélgica. Ni siquiera por el "agit prop" aquí siempre activo por cuenta de la guerra civil española. Y me siento obligado a apurarlo hasta la hez periódicamente a cada vez, en cuanto que se reenciende la guerra de propaganda -o la guerra a secas- que la banda terrorista habrá llevado adelante sin parar utilizando de plataforma y base de operaciones de predilección su santuario por estas tierras.

Y el trance más reciente viene a serlo sin duda la liberacion de una (presunta) etarra que llevaba en plan "durmiente" nada menos que que treinta y un años aquí, sin que aparentemente a nadie en España se le hubiese ocurrido venir a buscarla o mandarla a buscar por estas tierras (!)  María Jaúregui Espina alias, "la Pepona" es a no dudar una etarra de la mayor envergadura, miembro en su tiempo del muy sangriento comando Vizcaya.

¿Una mujer araña? Se permite el conjeturarlo si se piensa que la muerte parece fielmente acompañarla por motivos políticos o sin nada que ver con la política, como lo demuestra una información de la que se hace eco estos últimos días la prensa belga flamenca con ocasión de su detención y posterior puesta en libertad por el Supremo Belga (Hof van Cassatie/Cour de Cassation) que traen a la luz la amistad que la unía a una mujer joven belga flamenca asesinada -por motivos pasionales a primera vista- hace unas semanas apenas, y por la que se vio objeto ella misma de interrogatorios y de sospecha (ante sus silencios) por parte de la Policía belga. Su abogado alega ahora, no desprovisto de razón en apariencia, que las autoridades españolas sabían perfectamente de su paradero y que sólo se habrán acordado de ella ahora tras más de treinta años de estancia entre belgas (...)

¿La sentencia "europea" sobre la doctrina Parrot les habrá servido (a creerle) de despertador acaso? Se permite el conjeturarlo. ¿Alguien completamente desvinculado de la organización, la mujer ahora detenida y puesta a seguir en libertad , como lo daban a entender tanto su abogado como ciertos medios belgas? Se permite el dudarlo a su vez si se tiene en cuenta la coincidencia todo menos trivial del aviso de bomba (tres en vez de una) que se recibió en las dependencias del Palacio de Justicia de Bruselas el pasado di 19, el mismo día en que se daría a conocer el fallo del Supremo belga rechazando el pedido de extradición de las autoridades españolas, que se vería seguido de la puesta en libertad automática de la etarra detenida.
Lieve Pellens (nombre y apellido flamencos), portavoz de la Fiscalía belga (a nivel federal) Anunciando la negativa del Supremo belga al pedido de extradición de la justicia española y la consiguiente puesta en libertad de la etarra Jaúregui Espina, lo justificó aludiendo a "las condiciones de detención en las prisiones españolas", haciéndose eco así de las acusaciones de torturas (de antiguo) por parte de la banda terrorista. No creo desde luego que sean peores que las belgas (de lo que personalmente me consta) Provocaciones de la Justicia belga en el tema del terrorismo etarra, hoy igual que en febrero del 96. ¿Hasta cuándo?  ¿ Para cuándo la nota de protesta oficial española ?
Una tortura (como la de la gota de agua) la que se me habrá infligido sin pausa ni descanso aquí, ya digo, por culpa del santuario belga de ETA (y de sus cómplices y padrinos) que me habrá mostrado además un rostro de carne y hueso en permanencia y nombres y apellidos para más inri, porque se trata del abogado -siempre el mismo desde que yo aquí resido- de todos los casos de etarras refugiados aquí y reclamados periódicamente por la justicia española que habrán venido durante décadas circulando por las paginas de actualidad más candente desde que aquí resido. Paul Bekaert es un puro belga/flamenco...que me diga un germano puro, de los de dar a complejo a algunos españoles por lo blanco de su tez, lo germánico de su perfil y de sus rasgos faciales, por el corte de pelo (a lo nazi o a lo romano a lo griego antiguo) incluso y también -¿como no?- por sus ojos/azules o si se prefiere rubio/azules (o como si lo fueran), todo lo contrario pues del perfil fisonómico que estamos acostumbrados a asociar de antiguo a la izquierda y a la extrema/izquierda en sus variantes de lucha armada y de terrorismo.

Y confieso que me intrigaron siempre no poco los móviles o motivaciones que podrían ser los suyos para poder seguir llevando adelante contra viento y marea y sin duda corriendo riesgos por más que su condición de ciudadano belga le ponga de entrada al abrigo de ellos, mucho más que si no lo fuera. Un combate (de apoyo y apologia del terrorismo), como digo, que en principio no debía ser el suyo y del que no habia así en principo razón niguna ni humana ni divina en apariencia para llevarnos a pensar que asi lo fuera o debiera serlo de una manera u otra. ¿Que le habíamos hecho los españoles a este belga flamenco que le llevaría a hacernos (y a no parar) la guerra por su cuenta como quien dice, en una soledad -hay que reconcérselo- con aires y tintes de odisea? Y con esa desazón que siempre me habrá aguijoneado por cuenta suya, caigo de pronto navegando en la red sobre una de sus entrevistas a los medios, ya antigua, que me da quizás la clave del enigma que tanto me habrá atormentado hasta ahora.

Y es que en ella este abogado de terroristas saca a colacion su actividad procesal (de antiguo) en defensa de miembros tanto de la ETA como del IRA y confiesa sin tapujos que para él, el término o concepto de terrorismo no tiene validez ni significado ninguna, en la medida que una justicia de vencedores (sic) no lo es tal, y ya casi al final del articulo se permite una evocación histórica que se me antoja de pronto aclararlo todo o si se prefiere, ennegrecerlo y confundirlo (mucho) más si cabe todavia.

Y es su alusion al bombardeo (salvaje) a cargo de los aliados durante la segunda guerra mundial -un hecho histórico y rigurosamente silenciado en la memoria oficial del estado belga, es cierto- de la localidad belga flamenca de Kortrijk (en francés Courtrai y Cortrique en español antiguo del Siglo de Oro, tal y como se recoge en una pieza célebre de Lope de Vega) apuntado con sus bombas en teoría a la estación de ferrocarril pero que acabó ocasionando una gran mortandad entre la población civil, criaturas entre las victimas muchas de ellas.
En esta novela célébre del escritor flamenco Hugo Claus se recoge un pasaje atroz y espeluzante prototípico de un surrealismo a la belga (de fondo rigurosamente histórico) que recoge la escena de un niño de siete años huyendo enloquecido campo a través de un bombardeo de los aliados -sobre la ciudad flamenca de Kortrijk (y por cuenta de la democracia)- que viene a destruir el convento de monjas donde sus padres (partidarios de la Colaboracion) le habian encontrado refugio (con su hermano gemelo) Y Paul Beckaert, abogado de terroristas, la evocaba (indirectamente) en una entrevista tratando de justificar su apoyo a la causa terrorista (de los irlandeses del IRA y de los vascos de la ETA) (...) Chivos expiatorios in saecula saeculorum España y los españoles en la memoria de algunos belgas. ¿Hasta cuando?
No fue el único sin duda, un bombardeo de trazas análogas tuvo lugar en Bruselas en el 43, en la "commune" de Ixelles donde resido hace ya bastantes años, con un saldo parecido de víctimas al de la localidad flamenca -unos trescientos cincuenta (...)- y más olvidado aun en la medida que no tendría la suerte de verse recogido en la memoria literaria como si lo fue en el caso de Kortrijk que el abogado flamenco menciona, que se veria en cambio evocado bajos rasgos y trazos de realismo mágico un tanto indefinidos pues pero perefctamente indentificables -por los directamente interesados al menos- en la célebre novela de Hugo Claus -belga flamenco de Brujas- traducida (con exito discutible) al español bajo el título "La pena de Bélgica" (léase de los belgas) que evoca el caso atroz de un niño enloquecido por el bombardeo que había alcanzado -destruyéndolo por completo- el convento de monjas en donde sus padres -del bando de los colaboradores- le habian encontrado refugio (con su hermano gemelo) y que huyó campo a través y acabaria siendo encontrado ya cadáver, su cuerpo empzado por las ratas.

Surrealismo a lo belga y sin duda mas verídico -y más trágico y doloroso- que las mismas apariencias. ¿Pero qué tuvimos que ver nosotros los españoles con aquello? Es la pregunta que le dirijo a este abogado de terroristas. ¿Hasta cuando ese tic historico que lleva a algunos belgas, en especial flamencos, a buscar sus chivos expiatorios entre españoles de preferencia? Por qué tendrán que pagar y seguir pagando en nombre de una memoria de vencidos de la segunda guerra mundial España y los españoles tantos años después -neutrales durante la segunda guerra mundial e incluso inclinados del lado de los nacionalistas flamencos-, de preferencia además a otros paises europeos belegerantes esa pena (o dolor) que la segunda guerra mundial infligió a los belgas?

¿Por qué nosotros, sí, y no los herederos o descendientes ideológicos de las anglo/aliados -los nacionalistas vascos separatistas entre ellos, vencidos nota bene en Espa­ña en el 39, y del lado en cambio de los vencedores en el 45 (...)- o los compañeros de viaje de aquellos, verdugos o responsables directos de aquella tragedia.

Una pregunta sin respuesta por cierto (¿a qué soñar?) , pero que me habrá quemado siempre (sin darme del todo cuenta) los labios hasta ahora

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