miércoles, octubre 16, 2013

¿HABLANDO SE ENTIENDE LA GENTE? EN CATALUÑA NO, MAJESTAD

Carrasco Formiguera, nacionalista catalán de la moldura clerical y referente supremo de Durán y Lleida en el que algunos -por su imagen de moderantismo- comparan con Cambó (¡Valgame Dios!) Se puso al principio de la guerra de lado de los rojos en Barcelona, y acabaría viéndose condenado por un consejo de guerra en Burgos tras ser apresado huyendo de la ofensiva de los nacionales en Vizcaya -después de haber huído de la dominación roja en Cataluña- y ejecutado unos meses después. Sus ideas no obstante triunfarían plenamente en el concilio vaticano segundo y en Cataluña un poco más tarde
Ojo con las banderas. No lo digo yo sino que se lo leo ahora -a mi gran sorpresa- a alguien fuera de toda sospecha, un falangista/auténtico de los que añoran la revolución pendiente y que para colmo de sorpresas se revela ahora partidario de la bandera roja y gualda. La que yo juré de joven y volvía a jurar (con gusto) el pasado sábado en Montjuich al final del acto en defensa de la unidad de España -el que partió de la Plaza de España- como llevan haciendo ya años y que yo desconocía por ser esta la primera vez que asistí. Y viene a cuento de una bandera republicana/tricolor (una sólo) que se vio el sábado pasado en el acto de la plaza de Cataluña de alguien que la llevaba a hombros -sin ni siquiera enarbolarla- seguido de cerca por cámaras de fotos y televisivas y que para algunos constituye a todas luces y de forma no poco sintomática la noticia dentro de la noticia.

Nadie le tocó un pelo que es tal vez lo que el interesado o los que por detrás intentaban manipularlo iban buscando. Y la anécdota y la importancia a todas luces excesiva y abusiva que le dan algunos es sintomática como digo de su fijación obsesiva con la bandera tricolor, como se puso de manifiesto ya hace dos años en las manifestaciones y actos de protesta del movimiento de los indignados desde su nacimiento, entre sus instigadores como entre la recua larga y amplia de sus comparsas. La bandera roja y gualda -para recordación de desmemoriados- fue la que juró José Antonio Primo de Rivera en su servicio militar en el regimiento de Húsares de la Reina y fue la misma también por la que murieron familiares y antepasados suyos ilustres, entre ellos su tío Fernando Primo de Rivera caído en Annual que recibió hace unos meses -a título póstumo- la Laureada Colectiva él y el regimiento de Alcántara que él mandaba (el Catorce de Caballería)

No se me oculta no obstante la gran coartada de esos desmemoriados a los que mas arriba aludo, de una memoria un tanto selectiva la suya, y es el hecho históricamente cierto que José Antonio blandió esa bandera (tricolor) con ocasión de los acontecimientos del 6 de octubre del 34, efemérides histórica del fracaso de la intentona separatista en Barcelona. También se levantó Franco al grito de "¡Viva la República!" pero la república aquella -mucho mas que la primera- se acabo hundiendo en el fango y en la sangre como lo recuerda con cierto la historiografía que mas crédito nos merece a los que de una manera u otra nos sentimos legatarios de una memoria colectiva y es la del bando que ganó la guerra. Y habrá servido sobre todo de mascarón de proa de la maniobra de desestabilización (profunda) de la sociedad española que protagonizaron unos indignados -jóvenes o no tan jóvenes- claramente manipulados desde fuera.
Bandera del Regimiento de Alcántara (Catorce de Caballería) que le merecería a título póstumo la Laureada Colectiva por su heroica actuación en Annual al mando de Fernando Primo de Rivera, tío de José Antonio. ¿Acabó renegando el fundador de la Falange de la roja y gualda como lo pretenden algunos de sus devotos? Confieso que a pesar de mis enfoques revisionistas (que asumo) hasta ahí no llego
Y también el hecho histórico no menos cierto de esa coalición nacional/republicana que José Antonio -haciéndose así sin duda eco de las propuestas en se sentido de uno de los hombres fuertes del régimen nacido el 14 e abril Miguel Maura en la primavera aquella del 36-, propugnó desde la cárcel de Alicante -como lo atestiguan sus "papeles póstumos"- fracasó o se vio abortada incluso antes de nacer, sin duda porque no podía ser de otra forma. Bandera y forma de gobierno e instituciones que las acompañan. Una cuestión de actualidad candente y de resolución pendiente y urgente los días que corren de cara a la situación política española con el telón de fondo dominante y omnipresente de la situación en Cataluña.

¿Se es forzosamente monárquico o monárquico/dinástico por preferir la roja y gualda? Históricamente el distingo se impone o por expresarlo al revés, digamos que la identificación entre lo uno y lo otro -entre la bandera roja y gualda y la monarquía (o la dinastía borbónica)- no se impone o no de una forma absoluta. Como lo prueban hitos insoslayables de nuestra historia contemporánea tales que los (casi) cuarenta años del régimen de Franco y mucho antes en el siglo anterior el período "constituyente" que se abrió tras la caída de Isabel II incluída en él la primera república que no cambio los colores de la bandera. Me pronuncié en varias ocasiones en estos últimos años, en particular desde que empezaron a hacerse visibles los perfiles republicanos del movimiento de los indignados, en favor del monarca actual y de su dinastía.
¿Hablando se entiende la gente? En Cataluña no. Porque lo que está allí en juego no es un mero malentendido linguistico sino la integridad territorial de la Nación por culpa de un chantaje inadmisible -en el plano lingûístico en parte- que traduce un conflicto irreductible de memorias
No era naturalmente -en mi mente- un cheque en blanco, ni a la figura del monarca ni a sus descendientes, y no lo era porque entretanto la situación habrá cambiado radicalmente en la medida que nos vemos afrontados a un proceso de secesión irreversible en apariencia en Cataluña que tuvo su punto de arranque grosso modo tras la celebración de la Diada del pasado año, convocada por vez primera con ayuda de eslóganes claramente secesionistas. La historia es maestra de la vida, y por ello se reviste de tan crucial importancia el leerla o el interpretarla -o el revisarla- de una forma justa y verídica. Y si es cierto que una historiografía de un sesgo implícitamente pro/republicano -que triunfaría en los ámbitos universitarios y académicos (y en los medios editoriales) también con la (profunda) mutación cultural en la sociedad española que tuvo como teatro el tardofranquismo, como denunciaría (entre otros) Pío Moa- si cargaba como digo las tintas (negras) en demasía (e injustamente por ende) de la responsabilidad histórica de la dinastía borbónica en los males de nuestra historia contemporánea y en particular en la génesis de los graves conflictos que acabarían desembocando en el estallido de la guerra civil del 36, no es menos cierto no obstante que ello no nos exime a los españoles -ni al monarca reinante- tampoco de aprendernos la lección de todos los fracasos de nuestra historia más o menos reciente, en particular el del reinado de Alfonso XIII y del papel que le incumbió en la incubación del separatismo catalán que figuraría entre los principales factores que nos llevaron a la guerra civil.

Y lo digo no por oportunismo -que se piense de mi lo que se quiera- sino porque he acabado convenciéndome en los últimos tiempos, digamos en los últimos meses al clamor de los acontecimientos de la actualidad diaria más cadente, que la política de dar tiempo al tiempo nos acerca cada vez mas al borde del abismo, y que la táctica (egregia) que responde al lema de "hablando se entiende la gente" no es capaz a ojos vista de detener ni de frenar por poco que sea el proceso secesionígena desatado por los traidores que gobiernan hoy por hoy la Generalitat de Cataluña.

Y no oculto tampoco -¿por qué debería hacerlo?- que de acicate o revulsivo crucial en mi toma de conciencia (cabal) del problema -como aquí ya lo he dejado entender (tras el cierre de mi blog de Periodista Digital el pasado mes de septiembre)- lo habrán sido los incidentes (providenciales) que tuvieron lugar en Madrid, en la librería Blanquerna, y el articulo que publiqué sobre el tema en aquél, el último (por lo que fuera)

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