martes, noviembre 10, 2020

DONALD TRUMP Y LOS SABIOS DE SIÓN

 


¿Falsos, o falsificados, como pretende el canon de lo política -y universitariamente- correcto, sobre todo en Bélgica? ¿De un informe de la policía secreta zarista (la Okhrana), del “Diálogo entre Maquiavelo y Montesquieu en los infiernos”, panfleto contra Napoleón III y los  jesuitas?  Cuestión (aparentemente) insoluble. “Con buenas palabras –de judíos- se alega que son falsos, pero con hechos todos los días nos prueban que son verdaderos…/… Los Protocolos serán falsos, pero se cumplen maravillosamente” (Hugo Wast, “El Kahal-Oro”) Se cumplen, por ejemplo, en lo que dicen sobre la Prensa, y “su sistema de entente masónica” a base de “consignas (secretas) –en francés, “mots d’ordre”- y sus secretos profesionales a la manera de los antiguos augures (XII Protocolo) Como se cumplen ahora contra Donald Trump, en las elecciones USA –y a escala del planeta-, con sus trampas y chanchullos, y sus insidias en los medios y sus mentiras en los sondeos (…) Todos hemos aprendido mucho –díxit Donald Trump- estas últimas semanas” (…) Nosotros como ellos (…)

“De perdidos, al río”. Así reza el refrán (de los que Umbral aborrecía) De interpretación libre y a gusto del lector  como todos o casi todos los refranes. Y que en el trance (electoral) en el que nos encontramos –aquí en Europa, da igual, o en Norteamérica- viene a ser lo mismo  que decir que las lenguas se alargan  (como las de las p…) y las palabras van que zumban libres, sueltas, una a una. Como la “Libre Parole”, del titulo de la publicación de Edouard Drummont, el principal referente de antisemitismo intelectual en Francia en el antepenúltimo siglo, al que dedicó un siglo más tarde un alegato encendido de elogios, Georges Bernanos (fuera de toda sospecha) –el de la guerra civil española en la isla de Mallorca-, de lo que se reafirmaría en el 45, al final de la Segunda Guerra Mundial, cuando dijo que Hitler había deshonrado (sic) el antisemitismo, y no es broma. Humillan y machacan ahora –a base de chanchullos, de insidias y de mentiras a escala del planeta- a Donald Trump, y con él a una Nación la mas poderosa de la tierra, que aquél salvo prueba en contrario fielmente representa, y es en un bombardeo sin precedentes de los medios -como el de Dresde (en guerra asimétrica)- que quizás sea el precio que hayamos tenido (todos) que pagar para que se nos abran las bocas (…) Trump y los Sabios de Sión, lo que nos viene a la mente –la comparación odiosa-, sin remedio, al cabo (casi) de la derrota. Porque ¿para qué engañarse y meter la cabeza debajo

del ala, negándonos a reconocer que la (aparente) derrota del multimillonario americano será también (un poco) la nuestra (y de tantos “parias de la tierra”)? Y también de los miles y millones –setenta (millones) en los Estados Unidos, setenta-, de los que habrá mal que bien conseguido, allí y  en todo el ancho mundo, llegar a encarnar las esperanzas más secretas y las mas caras de las promesas. Pero no hay más esperanzas -ni siquiera en el mas allá-, como dicen los Protocolos, que una, ni más destinatario –todos saben quién- de la promesa, la de mandar y gobernar de la “Columna del Universo”, amo supremo -y rey absoluto “de la Santa Raza de David”- por toda la superficie de la tierra (XXIV y último Protocolo). ¿Exagero? No yo sólo, desde luego, si no (sobre todo) -denunciando abiertamente los recuentos de la elección presidencial, y los anuncios en los medios y los sondeos-, los más eminentes representantes (republicanos) del Senado de los Estados Unidos, heredero o descendiente de la Cámara (british) de los Lores, a los que José Antonio –“Germanos contra bereberes”- llegó a comparar (fuera otra vez de sospecha) con los profetas de Israel –de un Israel pre-levítico y pre-rabínico- , a los que Nietszche colma de elogios en el Anticristo (“Ha habido muchos chanchullos”, senador Lindsey Graham díxit, “No se puede dejar a los medios que gobiernen a América”, Kristi Noem, gobernadora de Dakota del Sur) Y no mera coincidencia si el nombre del filósofo germano (del Superhombre) sale aquí como por casualidad a relucir, como lo habrá sido en las declaraciones de Donald Trump con regusto o sabor amargo a fracaso y a umbral de derrota. “Todos –dice- hemos aprendido mucho estas dos últimas semanas”, que parecen no más que un eco –por lejano o remoto que sea- del Anticristo otra vez, cuando el filósofo de la Muerte de Dios dice que “todos nos hicimos mucho mas serios (sic) en las cosas del Espíritu”. Que qué es sino el Espíritu, -y “pari passu” la conciencia colectiva- lo que está en juego en esta tragicomedia electoral (tan espantosa) Protocolos de los Sabios de Sión, crónica de una muerte anunciada. De una muerte, léase de una (aparente) derrota. 

Un "falso" –que ya los estoy oyendo, en francés “faux”- algo que llevo oyendo desde que resido –treinta y un años ya- aquí en Bélgica, mayormente transitando por los medios de la ULB (Universidad Libre de Bruselas) (¡Augusta Señora!) Sin llegar a convencerme del todo, y ahora mucho menos cuando tras tantos años de oír hablar de ellos, cae ante mis ojos el texto en negro y blanco circulando libre en Internet (¡oh divina sorpresa!) Y es en todo lo que dice sobre el poder de la Prensa, que parece un calco de lo que venimos presenciando –de ojos absortos- en política internacional de un tiempo a esta parte por no decir desde los inicios de esta dura y longeva pasión -horresco referens!- de lector de periódicos y revistas de nuestra infancia y adolescencia (señera) Y en lo que no venimos a estar solos tampoco esta vez, sino que coinciden unánimes con nosotros análisis y advertencias de todas partes, y especialmente en lengua francesa. Como lo denunciaba recientemente Bruno Megret, como lo viene haciendo fijo su (íntimo) rival Jean Marie Le Pen, y como lo hizo Alain Soral con ocasión del escándalo de la campaña –en los jueces y en los medios- contra Francois Fillon, (claro) favorito en las elecciones que dieron la presidencia a Emmanuel Macron (…) O sin ir más lejos, aquí en España, en la campaña de acoso y derribo que se llevó por delante a Mariano Rajoy (a falta de pruebas) (…) “¿Desde cuándo son los medios los que deciden quien será el próximo presidente de los Estados Unidos?”. “palabra de Dios” (gloria a ti, Donald Trump) 

Y nos escuece aún mas si cabe no tanto el (triste) espectáculo en si, sino el ver a españoles- y españolas- en su fiel papel (se diría) de comparsas y subalternos modelos en la palestra de la política internacional destacando en el espectáculo -en el escándalo sin nombre mas bien-, entre los mas encendidos corifeos de la marioneta (demócrata) que consigue flotar en la cresta de las olas. Nadie les pide tanto, diría Umbral, ¿o se diría que sí, por españoles (o españolas), el hombre enfermo de Europa (como lo fue, mutatis mutandis, Polonia) Como en un eco (guerra civilista) del “¡trágala!” aquel, del anticlericalismo decimonónico y el de la guerra civil (del 36). Y nos quita –y  sirva de colofón de estas líneas- de un golpe las escamas de nuestros ojos, el párrafo final de los Protocolos con su condena inapelable de las pasiones (sic) que dice que hay que barrer de la faz de la tierra, en aras del triunfo del nuevo Mesías, libre de pasiones. 

¿De la pasión del mando también? como la que Gregorio Marañón endilgaba en su libro celebre –con todos los pecados de Israel- al General Primo de Rivera? Léase de la pasión del odio (sic). Y así todo se explica. Y es de la retórica buenista –y correcta- con la que consiguen criminalizar todo tipo de sentimientos –o pasiones- y con la que desde hace algún tiempo consiguen cerrarnos la boca. Y como para darnos aún mas si cabe la razón, el diario el País titula en primera plana su edición de hoy, encendiendo así mas a la vez el optimismo (sic) –tras la derrota (aparente) de Donald Trump, justo a seguir- con la noticia (casi milagrosa) de la aparición de la Vacuna (diosa y señora). ¡Oh divina sorpresa!, o mas bien, ¡Lagarto, Lagarto! (como diría García Lorca) (…) ¡Alto a la censura, y a la criminalización del negarnos a ver –como la ven los medios- “las cosas”. “Conspiracionismo” -déni de réalité”, en francés le dicen. Como un nuevo crimen de lesa humanidad (o de guerra, híbrida o asimétrica)(…) Como dice mi amigo, Antonio, vieja gloria del periodismo de antes de los diluvios, “Omnia vincit Veritas”

 

 

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