“Laval jugó y perdió. Tuvo el coraje de admitir que respondería de sus consecuencias. En su gobierno, utilizando sin duda para defender lo indefendible todos los recursos de la astucia, todos los resortes de la obstinación, buscó el servir a su país. Que ello le sea reconocido” (Memorias de guerra, del general De Gaulle) Fue Pierre Laval víctima de su impopularidad –tanto en los medios de Vichy como en los de la Resistencia- y de los estados de animo de la opinión francesa en aquellos momentos de la inmediata posguerra, que vieron en él un inmejorable chivo expiatorio (ver foto de Time, 27 de abril 1942) Y sobre todo, de unos jueces y de un jurado inicuos que desde el principio del proceso y antes de su condena le consideraron y le trataron como un culpable (y un traidor), en clara violación de la presunción (democrática) de inocencia. Y fue Franco –y no De Gaulle- quien le entregó: Quien arrastra esa carga de responsabilidad histórica (en la Memoria) Pierre Laval, asignatura pendiente de la reconciliación hispano francesa. Y del futuro de Europa
El comisario de Asuntos judíos de Vichy, Darquier de Pellepoix –futuro y longevo profesor del Liceo francés de Madrid (...)-, viajaba en el mismo avión que Laval. Él y otro compañero de vuelo, el ministro de Educación de Vichy, Abel Bonnard, tuvieron más suerte que Laval. ¿Por qué unos si y otros no? Gajes de una neutralidad –o “no beligerancia”- sin decencia y sin honor. Ni en Franco ni en otras figuras centrales de su régimen, como Ramón Serrano Suñer, que hubieran podido protestar, salvando así el honor. El suyo y el de todos los españoles (...) (….) (continúa)
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