sábado, agosto 15, 2020

¿NEGACIONISTA YO? EL VIRUS QUE NOS VUELVE LOCOS

 

Sábado 1 de agosto. Manifestación en Berlín, contra la vacunación y la mascarilla obligatorias. 17000 personas –según la policía, mas de un Millón, según los organizadores. Tras un reguero de otras muchas en Alemania.  A gritos de ¡Libertad! y ¡Abajo las mascarillas! Un clamor que se esta oyendo por todas partes en Europa y del que no se hacen más que el eco "los Médicos por la Verdad", estigmatizados sin piedad –como “negacionistas”- por la prensa global (española) ¿Negacionista yo?, o “el virus que nos está volviendo locos (y locas)”      

Bernard-Henry Lévy. De él –aunque no os lo creáis- voy a tratar aquí. No me retracto ni una jota no obstante de lo que de él pensé o escribí aquí o allí, ni me desmiento si digo que me hace pensar hoy, como me hizo rabiar ayer o incluso ponerme fuera de mí. Por cuenta de Libia, de las polvaredas –que me diga primaveras- árabes, del coronel Gadafi de la guerra en Siria o de nuestra (interminable) guerra civil (….) El escritor/estrella y filosofo judío/francés –que lo dice siempre de entrada él mismo, como una tarjeta de visita- demuestra una vez más no obstante el saber estar en la cresta de la actualidad y del movimiento o del discurso general –como diría Umbral- de las ideas y de la cultura. Y lo demuestra de nuevo ahora entrando a saco en el debate global, mundialista, a escala mundial que habrá desatado la pandemia del corona virus, con sus intervenciones mediáticas de impacto extremo –de las que se sabe especialista- como la que acaba de ofrecer a la opinión publica en lengua francesa con su debate en directo entre él y el polémico –y gran estrella de los medios también como él- doctor (y virólogo) de renombre, Didier  Raoult, y lo es sobre todo a través de un libro del que el título ya de entrada parece que lo dice todo, “Le virus que nos rend fou”. “El virus que nos está volviendo locos”. Y lo traigo aquí a colación en este blog en

lengua española consciente que algunos de mis lectores verán en ello un nuevo síntoma de mi afrancesamiento o de mi admiración o afición (bobalicona) por el francés y por la cultura francesa, lo que no niego, y lo hago también porque con la elocuencia de la lengua de Moliere, él se hace eco o lo parece del revuelo en profundidad que se habrá desatado en el tema, también en lengua española. Como lo demuestra la conferencia de prensa de hace unos días de la asociación (nueva y flamante) Médicos por la Verdad, y el revuelo y el estruendo y clamor de protesta y el desgarro generalizado de vestiduras que habrán desatado con sus declaraciones en el tono científico no obstante, aséptico, doctoral y erudito y documentado e imparcial, contrastado y ponderado, de todas o casi todas ellas. Y consensuadas no se olvide, por el sequito de oyentes más que convencidos que abarrotaaban el acto de su rueda de prensa. Lo que no habrá sido óbice, como digo, para la escandalera (...) 

Entre oyentes neófitos y especialmente entre apóstoles del gremio –médicos y sanitarios- inflamados en celo redentor que vienen atronándonos -en las redes- las orejas o cansándonos los ojos hasta la extenuación mas bien, cada día sin falta,  con consignas –como voces de su amo (y con perdón)- y con eco innegable –lo que no nos deja menos perplejos, e impotentes e irritados, humildemente lo confieso- en las que vienen sabiamente a explotar los miedos y aprensiones más hondas y recónditas y difíciles de desarraigar dentro de cada uno de nosotros. 

Con su sermoneo y monsergas variopintos detras de un mismo mensaje inalterable cargado o preñado de instrucciones y advertencias, siempre del mimo tenor, infundiendo miedos y anunciando y amenazando con represión. Y que conste que no lo digo yo sólo: en un articulo editorial en el diario belga flamenco –de expresión neerlandófona- De Standaard, con ese arte –muy flamenco- de ir al grano por encima de pretextos y apariencias, y a cuento de la ultimas noticias de actualidad USA relacionadas con este tema, se denuncia (una vez más) la psicosis del complot y las teorías complotistas –complottheoriëen (léase, en español, negacionistas)- que están ganando al socaire o al abrigo de la irradiación mediática del fenómeno Donald Trump, grandes franjas de la opinión publica norteamericana. 

Lo que no deja de estigmatizarse y de caricaturizarse en el artículo (como es debido) El broche final del articulo viene a ser no obstante como un replanteamiento drástico o una puesta en interrogantes de todo lo que tan sesudamente y tan laboriosamente en él se ve expuesto. Y es cuando (un tanto absortos) leemos, en uno de los últimos renglones, y con ayuda de un referente en el terreno científico fuera de toda sospecha: “Si lees los titulares de los medios puedes observar un ecosistema informativo que con el miedo –angst- se alimenta” A buen entendedor pocas palabras sobran. 

Y es que unos y otros vienen a coincidir en lo mismo. En la epidemia de psicosis peor –por su alcance, más imprevisible- que lo puede ser la misma epidemia. Que nos lleva a una rendición generalizada –como lo denuncia B-H Lévy- en el plano del recorte de libertades fundamentales, tal y como lo denuncieé –en defensa de  la libertad (constitucional) de ir y venir- en uno de los mensajes a la población que colgué en este blog, y en otros de mis artículos donde veía en los nuevos estados (gubernamentales) de alarma, un nuevo estado (disfrazado) de excepción. Y es lo que viene denunciando el doctor Raoult, en sus declaraciones a los medios -o en un libro incluso “Verdaderos peligros y falsas alertas”- o el colectivo “Médicos por la Verdad” con sus denuncias de falsos test positivos, su critica  de la eficacia, conveniencia o necesidad del uso (obligatorio) de la mascarilla, o de otras medidas como el confinamiento o la distancia social (o la vacuna obligatoria). Y de los riesgos o reales de las nuevas vacunas y de la colusión –más que evidentes- de intereses de las políticas sanitarias con la Big Pharma (alta industria farmacéutica) 

Eso no es negar la pandemia. Niegan a lo sumo su carácter infeccioso (o su gravedad). Con lo que no se hacen más que el eco de un sentir cada vez mas generalizado en toda Europa, y en particular en Alemania donde la protesta ha llegado a cristalizar grandes corrientes de opinión, hasta impresionantes manifestaciones en la vía publica.

Didier Raoult. El doctor y biólogo de Marsella. Parecía hundido en el linchamiento generalizado del que se habrá visto blanco en los medios, cuando de golpe reaparece a flote y más creíble que nunca. Y hasta la bien-pensancia se ve obligada a rendirle homenaje: en la persona de Bernard-Henry Levy, el escritor y filosofo estrella, judío (francés) y fuera de toda sospecha, que aplaude su empeño optimista y en contra de la desmoralización, de no rendirse  a la fatalidad –de la amenaza de una segunda oleada de contagios- y que aporta esperanza (sic) y buenas noticias (sic). Sin dejar de denunciar (Raoult) la censura (sic) en la practica, y la histeria mundial (sic) por cuenta de la epidemia. A darse por aludidos tocan: la política sanitaria española (y su legión de corifeos, en las redes sociales como en la Red y en la prensa papel) y en el nombre de una legitimidad médica: a falta de otras

 

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