Explicándome a la opinión pública española tras mi autoexilio, con mis crónicas de Bruselas
martes, junio 16, 2020
"ESPAÑA SIEMPRE" ¿El OPUS DEI? (en defensa propia)
Acabo de ser objeto de un (doble) ataque –en Tweeter-, por sorpresa, lanzado por la Plataforma “España siempre”, de la que no sabía gran cosa pero de la que aprendo –en la Red- estar patrocinada por el antiguo político de la UCD –y cofundador en sus inicios de VOX (de donde más tarde se apartó) – Ignacio Camuñas, al que no conozco tampoco. Sin trampa ni cartón. No pretendo –con mis artículos en este blog y con mis sucesivas tomas de posición (de un tiempo a esta parte sobre todo)- herir los sentimientos religioso y patrióticos de nadie y menos aun de mis propios compatriotas, y si alguna vez fue así denlo por no escrito (o proferido) Tampoco pretendo “robar las esperanzas” de nadie –de católicos bautizados- ni borrarles sus horizontes de futuro. Me limito a expresar libremente mis ideas en materias (civilmente) opinables, y a asumir mi trayectoria pública y notoria, tratando de explicarla –sin justificarme de nada- lo mejor que buenamente pueda, y si ello desata la indignación o el escándalo de algunos (de buena fe), ese es su problema. Como parece que ocurre ahora con la expresión que yo utilizo a menudo –a posta- de “mi gesto de Fátima”, léase mi tentativa de atentado contra el papa Juan Pablo II (el 12 de mayo de 1982): no lo intentaría ni volvería a hacer, lo repetí en público no sé cuantas veces en vida del anterior pontífice. No me siento obligado no obstante a pedir perdón de aquello a quien sea, por tratarse de algo –el perdón- libre por definición.
Y además, por correr con ello el riesgo de que se (mal) interprete como una retractación de los motivos e ideas que me llevaron a intentar aquel acto, objeto (aquellos) de evolución –ley de vida- aunque en parte solamente. O como un acatamiento interior de la persona del anterior pontífice en el que no creía entonces y sigo sin creer -en el sentido que da a ese termino la santa/madre iglesia-, y (sigo) sin renegar todas las afirmaciones que hice públicamente sobre su trayectoria (pública y notoria) Y declaro aún que me quedé sumamente contento que saliera con vida e ileso de aquello, sin que yo le hiriese de modo alguno al contrario de lo que anunciaron “urbi et orbe” altos dignatarios eclesiásticos a través de los medios. Reivindico sobre todo el derecho, si no al perdón por lo menos al olvido y a la prescripción, de un acto violento cierto, pero que no fue ni un crimen contra la Humanidad ni un crimen de guerra, y del que no obstante sigo pagando –además de la pena de prisión que en Portugal ya cumplí-, con pena de expatriación (treinta y dos años ya) y de infamia –a través de linchamiento periódico y recurrente en los medios-, algo inexistente por definición en democracia.
E indicios serios me llevan (verosímilmente) a ver tras este ataque (por sorpresa) la mano –larga y oculta- del OPUS DEI, principal fautor de desfalangistización –so pretexto o coartada de desnazificación- de la que la España de la posguerra fue objeto desde el 45, tal y como lo vengo sosteniendo contra viento y marea en este blog, en mis libros y en otros sitios, desde el inicio de mi trayectoria. Un proceso pues por delito de apología de la criminalidad (sic) con el que ahora se me amenaza. Nuestras espaldas son anchas. Y nos sentimos cubiertos –y amparados- por el amplio techo de la Constitución. Y por la gracia egregia del rey de España (que perdona)
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