jueves, octubre 30, 2025

DON JUAN CARLOS I, EL 23-F Y LA TRANSICIÓN



"No hubo un golpe, sino tres", declara (acertadamente) Don Juan Carlos I en sus memorias, ël que vivió aquello al margen y a la vez desde dentro. y él que devolvió a los españoles sus libertades, cierto. Pero que están a punto de perder otra vez. Un golpe de Estado que no hubiera sido ni imaginable, sin la única Transición que se quiso posible. ¿Quién se atreverá o quién me lo podrá negar?

"Quizás proyectaba en mí un sentimiento paternal. No ocultaba su compasión por mí. Quizás incluso cierta ternura y amabilidad" .../....../..."Me hizo rey para crear un régimen más abierto" La generosidad -en esas frases-, ¿mezcla (desconcertante) de largueza y de inconsciencia, y de falta de sentido (o alejamiento) de la realidad, proverbiales en la realeza y casas reales de ayer y de hoy, y de las clases altas hablando en general? No lo sé, no lo puedo afirmar, pero es un hecho que las Memorias de Don Juan Carlos I  acompañadas en su publicación por sus declaraciones a la prensa francesa -y en particular su evocación de la figura de Francisco FRANCO-, mueven al respeto y a la circunspección. Prestos, como sea, a PERDONAR. Lo que ya lo hice y proclamé (yo) no sé cuantas veces aquí. Cuando DEJÉ DE ODIAR, léase desde que dejé de ser el gran Odiador que fui (sic) tras el 23-F y su polvoriento fracaso, cuando la Historia dio un paso en falso, un amago, o (en un tris) vaciló. Juan Carlos, el 23-F y la Transición. El trago más duro y amargo de tragar santo dios! ¿Devolvió a España las libertades? Sí. ¿Y nos evitó la guerra civil? Secundum quid,. Porque con la perspectiva  de los cerca de cincuenta años trascurridos desde entonces se puede afirmar que sólo la aplazó, sin acertar a extirpar los gérmenes de la guerra civil interminable, latente desde entonces y que se reenciende fatalmente y a la vez poco a poco hoy, por culpa del gobierno y de la clase política operante, y del triste e imprevisible (y siniestro) legado que nos est dejando, el de la polarización 

Por eso ahora me siento libre y tranquilo y de disposicióán ecuánime a la hora del juicio -que dura ya un rato- contra Don Juan Carlos I de BORBON. Borbón de España, pero antes que nada y sobre todo, un BORBON, que tal vez sea preciso el haber transitado (a menudo) por el vecino país, y largo tiempo inmerso la cultura (y "civilisation") y lengua francesas para darse cabalmente cuenta lo que tras ese nombre se esconde, y lo que realmente traduce y quiere decir.  De lo que arrastra hoy o recibió en herencia -del pasado, de la Historia- y de lo que fatalmente perdió, o enajenó, víctimas trágicas de expolio, pillaje y despojo mayor, en el "89", de cuando la Revolución. Y es lo que empecé a percibir y a sopesar y a calibrar en los (largos) paseos aquellos -mediados de los ochenta-, en redor del palacete aquel -chateau d'Alincour, a las afueras (Nordeste de Paris)-, donde fui a recalar al salir -pasando por España- de Portugal (preso) gracias a la generosa hospitalidad que me prestó la familia -monárquicos, "royalistes", "legitimistes" (y miembros, entonces, del Frente Nacional)-, que habitaban allí. Y fue durante una especie de recepción mundana de las que allí, de vez en cuando se organizaban,  acompañando por unos minutos y por sugerencia de la dueña -saliendo a tomar el aire los dos (él y yo)- a otro Borbón, el príncipe Don Alfonso de BORBON DAMPIERRE, que me trató -sin duda sin saber quien yo era- con el mayor respeto, y la mayor amabilidad y deferencia y consideración, hablando los dos naturalmente en español. Y de lo que me quedó un grato recuerdo, de él y una fuerte impresión. y fue de la honda tristeza en el semblante, en el tono de voz, que él igualmente me dejó, como una sombra o un sombrío vaticinio o premonición de la suerte tan trágica -muerto en accidente practicando el esquí- que el Destino le tenía reservada, para poco tiempo después.  Lo que no venía a ser -no nos engañemos- más que una simple proyección de la sombra que cubre y rodea a los Borbones desde hace más de dos siglos, la sombra (negra) de la Revolución. 

Revolución francesa -de 1789-, o el mundo que se fue para no más volver, o lo que el viento se llevó. Nostalgia paseísta o reaccionaria, ¿dolencia incurable o dulce enfermedad? Qui lo sa. Lo que si sé es que la llevo bien dentro, más, mucho más -por qué lo debería negar. Y no me parece precisamente un detalle ni anecdótico ni banal -sino un claro vaticinio o premonición- que la rehabilitación de este miembro de la realeza, de una dinastía franco/española haya venido precisamente de allí y de ninguna otra parte, de la mano de la gran prensa francesa "mainstream". Y es que se me antoja que el autentico europeísmo, el autentico y señero y fetén, por español, nos viene o debió venir (naturalmente) de allí, del otro lado de la frontera francesa, en suma, de los Pirineos lo que captó o intuyó aquella Escuela Romana (sic) -cuna matriz de la Falange literaria (o de la Falange a secas) Lo que no supo captar en cambio y de ahí la raíz ultima de si fracaso -de la Institución Libre de Enseñanza (y no la guerra civil) Dinastía BORBON, monarquía francesa, LA GRAN FATALIDAD ESPAÑOLA. Que los españoles todos -en aras de la Reconciliación- tenemos que saber afrontar


Lo que más se nos atragantó a algunos -pocos, muchos?- del monarca (emérito) anterior. La legalización del PC y de su histórico dirigente de "manos manchadas de sangre -en Paracuellos- como el mismo  monarca (implícitamente) lo declara ahora, dejándolo a entender. Para evitar la guerra civil (sic), advirtió en la nota que les hizo llegar -pidiéndoles que le dejaran tiempo (sic), para legalizarlos- por el conducto rumano de Nicolae CEASESCU (y la ayuda del general DIEZ ALEGRIA también) Una explicación a completar aún, tras su inicio (que se acaba de esbozar) Y es en atención a la extrema derecha (sic), (pobres) chivos expiatorios y paganos históricos -e instrumentos miserables- de aquella (grandiosa) maniobra egregia y de la Transición em general. Con los que no se quiso o no se pudo contar: JUAN CARLOS I, O LA UNICA TRANSICION QUE QUISIERON POSIBLE. Lo que escribí -entre otras muchas cosas, antes de mi gesto de Fatima. Y de lo que hasta hoy nunca me retracté


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