jueves, mayo 11, 2023

MEGHAN Y LA FAMILIA REAL

 

Una specie de  submarino -o de un torpedo- en la línea de ftotacion del buque insignia, léase de la famiia real ingesa? La actriz brillante y (discretamente) mestiza proveniente de un pais pionero en medidas anti-discrimnación racial? Una mujer de armas tomar como sea, que se merece una glosa en este blog y por qué no? Y es por su innegable glamur y por su no menos innegable arte de saber estar en el centro de todas las miradas. Quien se lo podría negar?

A las pruebas me remito. La duquesa (consorte) -de Sussex- sabe vestir y tiene buen gusto, que le va y mucho ese modelo -y ese gorro- como todo lo que viste (y calza) la gran ausente -al igual que su marido- en la ceremonia de coronación. Prensa del corazón? Lo que aquí pensarán (atónitos) algunos lectores asiduos de este blog. Y por qué? Por qué no podremos los más profanos abordar ciertos temas -del género Vanity Fair- con la misma facilidad y libertad y desenvoltura de la que usa todo el mundo dentro y fuera de Inglaterra hacia la que se habrá visto centro de las atencions -por su ausencia- el dia de la coronación? Y con toda la razon. Por el glamur indiscutible de su talle, de su rostro y de su estampa -dentro y fuera de la pantalla-, y por ese desprecio tan insólito e inaudito que habrá merecido en la familia Windsor. "You must not only be fair, you must also seem to be fair". No sólo ser justo (y ecuánime) sino (también) el parecerlo, de un conocido aforismo -fuera de toda sospecha- del Derecho anglosajón. Y la familia real inglesa fuera del alcance -a mil años luz- de la más minima sospecha en el mayor pecdo o crimen o delito de lesa/democracia -el de discriminación (horror!) - se ve blanco ahora de todas las miradas de sospecha ante una duquesa (y amiga de princesas) no del todo como las otras, no tanto por su pasado de actriz (brillante) -en los States- ni por su condición de plebeya -en resumidas cuentas como tantas otras (drôles de bergères!)- sino por el color o la tonalidad de su tez (couleur de la peau) 

Más blancos -los del otro lado del Canal- entre todos los demas pueblos y naciones (blancas) de Europa? Como lo del huevo y la gallina, que dio sin embargo en un pasado reciente o no tan reciente todo lo que dio, hasta el punto que algunos -muchos, pocos- ven en esa rivalidad (racial, las cosas por su nombre, por favor), léase entre germanos y anglosajones, detonante principal -si no de alguna de sus principales batallas- de la Segunda Guerra Mundial, y más bien del curso que siguió esta última en la medida que al decir de muchos fue lo que impidió a Alemania -como el vuelo (inexplicado hasta hoy) de Rudof Hess lo dio a entender- el dar a su íntima ruival -a la que ligaba hasta entonces un intimo complejo de amor y de odio-  la estocada final. Fuera de toda sospecha como digo su Graciosa Majestad? De blancura de cuerpo como de alma, léase sin la menor sombra de sospecha de delitos de lesa/democracia, como el de discriminación y menos aún del de discriminación racial (ay dolor!) Y ahora viene la actriz americana con su brillo y su glamur (discretamente) mestizos a poner todo eso en entredicho o "en cuestión" Metiéndome en honduras, se estarán aqui diciendo algunos, abordando como aquí lo estoy haciendo un tema rodeado de espesos tabúes? y más si cabe entre españoles, que el recoger el guante del desafío que la hipoteca racial o racialista nos cargó dentro y (sobre todo) fuera de nuestras fronteras, es lo que me habré propuesto en el fondo y en lo más hondo abordando sin tapujos ni complejos el tema de la Meghane y de sus roces y de su fregados tan borrascosos con la Royal Family (de su Graciosa Majestad) 

Y habrá quizá que haber vivido tantos años tal vez tan cerca de ellos -pero del otro lado del Canal- entre un pueblo, el de los belgas y en particular el de los belga/flamencos, de un pasado tan compartido entre ingleses y españoles (lo menos que se puede decir), tanto tiempo en Bélgica como digo, para alcanzar sobre tan dichoso tema una sensibilidad -o suspicacia dirán aquí tal vez algunos- un pelín especial. Con lo que me viene sin querer a la mente un titulo de la quizá más destacable pieza de la literatura belga en lengua francesa, por su calidad y brillo literarios per se, y last but not least, por el éxito de acogida que se se vio reservada -a travás de las paginas del diario Le Figaro donde se vio publicada por entregas-, una novela emblemática en extremo del simbolismo literario (belga) con el telón de fondo histrico y ambiental de las más española tal vez de todas las ciudades aquí, como lo demuestran -votando se diría con los pies- los miles de turistas entre nuestros compatriotas, abrumadoramente mayoritarios entre todos los que anualmente la visitan (se me ocurre apostillar). 

"Brujas, la muerta" -"Bruges, la morte"- es la novela a la que me refiero, de la pluma de un autor de apellidos flamencos y de expresión (nota bene) francófona o francesa -y sobrino carnal de un autor homónimo, padre fundador -el siglo antepasado- del nacionalismo flamenco (anti-español)-, con el telon de fondo del pasado hispano de la ciudad -"una violación" (viol), asi de crudo lo califica el autor-, y de la inconfundible fisonomía hispana de algunos de sus habitantes como en una de los personajes (femeninos) de la novela , fuente de todos los fantasmas y obsesiones del  principal protagonista (fiel trasunto del autor) Con lo que parece como que se quisiera conjurar a base de glosas o comentarios más que sumarios -como de encargo ante un publico predestinado (se diría) a oir ese tipo de mensajes, tanto el belga como el francés- igual que el que mencioné mas arriba o como los que expresamente se menciona o (suavmente) deja tan sólo a entender en la narración. Escaldadado, vacunado en ciertos temas o materias como digo, de todos mis años de estancia aquí y al hilo de mi ya larga expatriación-  y tan apto o más que muchos otros pues, a la hora de recoger el guante del desafío del fondo o del telón de fondo del asunto que aqui abordo,  a saber de lo racial (sic) como fuente de dscriminacion, y de la actualida más rabiosa de la fauilia real inglesa (dicho sea con perdón)

 (*) "Ambarino" -"ambré", es el adjetvio incoloro (casi) a fuer de sibilino que utiliza el autor para  describir o distinguir a los españoles, léase para discriminarnos (sic) por razón de nuestra tez (en francés, "teint, couleur de peau) Lo que les habría valido (de sobra) a algunos aquí -y no señalo a nadie en particular, atención!- para quemarlo todo a su paso, por razón de xenofobia, racismo o discriminación. O no me dirán (aquí) que no? 



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