Entre el modismo francés de Villiers (de l'Isle Adam), el futurismo italiano a lo D'Annunzio, y el Expresionsmo alemán. Y ni una pizca de influencia o toque "british". Un poco como un anti-Javier Marias, Ramon María del Valle Inclán (sin ánimo de faltar)
Ya está, como de un tirón, hasta la última página -cerca de las trescientas- de un libro como un incunable, o como un arca sellada y nunca abierta, que abrí ahora página a página con ayuda de un abrecartas, como si fuera (un decir) una virgen intacta, desde que esta edición de la obra fue publicada (año de 1942) (....) "Romance de lobos", la primera de "las comedias barbaras", de las que siempre oí hablar y a las que nunca hasta hoy le hinqué el diente: el destino (se diría) de esa parte de su obra que todos celebran y nunca nadie o casi nadie leyó. Porque a imagen de este ejemplar que cayó en mis manos, el libro que en él se encierra, encierra a su vez todo un mundo que por partida doble como quien dice hace ya mucho que murió. La Galicia anclada aún en el Medievo, petrificadoramente feudal, la Galicia recóndita e incógnita de las luces y de las voces de noche de la Santa Compaña, de primogénitos y segundones segundo/génitos del régimen del Mayorazgo (o primogenitura), de pobres y mendigos -y leprosos- peregrinando juntos entre las risas del viento y los llantos de la lluvia por los caminos de allí, de pleitos y de naufragios, de saqueadores de tumbas y de cadáveres naufragados y arrojados en las playas, y del señor feudal -"de horca y cuchillo"- , noble hidalgo, patriarca y caballero, de casa solariega, dueño de todo aquello, y de las almas que lo pueblan, en vías como de extinción. Una Galicia, la de antes de la guerra civil -a la que Valle Inclán fallecido (todo un símbolo) en febrero del 36 escapó de un tris-, y de la otra guerra civil o enjambres de guerras civiles, léase del carlismo gallego vencido, del que el personaje central en esa comedia, Don Juan Manuel de Montenegro, viene a ser uno de esos simbolos o paradigmas mayores, copia o trasunto en tantos aspectos, él como Cara de Plata (su hermano menor, "hermoso segundón"), del héroe de las "novelas carlistas", el marqués de Bradomín.
Un carlista irredento y refractario, Valle Inclán, desesperado (sic) en su anarquismo tardío, al hilo (todo derecho) de su fobia anti-isabelina -léase su obsesión contra Isabel II, la reina castiza ("golfa" y castiza)- lo que no le impidió (o más bien a ello ayudó) aceptar el puesto de embajador de La República (s'il vous plait) en la Italia fascista, justo antes de estallido (en el 36) de la guerra civil. Fascista Valle Inclan? O criptofascista, me da igual, que hay que estar ciego para no verlo y así concluir, de todo lo que de él hasta hoy leí. Y es de los héroes entre los personajes históricos que se yerguen aun hoy como convidados de pîedra de cada una de sus series de novelas, el cura Santa Cruz de las novelas carlistas o el general carlista de las "comedias bárbaras", Carlos Calderón, o el golfo y favorito (y niño bonito) en el Ruedo Ibérico, de la reina castiza, ya sean Gonzalito de Torre-Mellada o Adolfito Bonifaz, todos ellos tienen un algo, un deje, de violentos y justicieros, de superhombres por encima del Bien y del Mal, como lo tiene ese anti-héroe de su obra tal vez principal, ese Santos Banderas copia (certificada) de Porfirio Díaz, liberal y autoritario (y masón) por partida doble -como "el espadón de Loja" (léase el general Narvaez)-, y ogro y chivo expiatorio de la Revolución mejicana que es el telón de fondo historico insoslayable y más que evidente de esa novela, pese al tabú tan espeso e intocable que hasta hoy le rodeó. Y Francisco Umbral que tan genialmente supo retratarlo en su biografia prefiere dejar en suspenso ese aspecto literariamente tal vez irrevelante, pero históricamente tan poco trivial.
Y no sólo, literariamente incluso, que por algunas de sus páginas, de sus sonatas -la "Sonata de primavera" en particular- se pasea o revolotea fugaz la figura o silueta de Gabriele D'Annunzio, que le preparó el camino al fascismo con su aventura de la toma de Fiume, "poeta y soldado" como así le evoqué en uno de los poemas colgados en este blog (...) Retoño no tan lejano del expresionismo, el esperpento, como así lo subraya Umbral Y quien dice expresionismo dice sobre todo Expresionismo (alemán) cuyos lazos fuertes e innegables con el nacionalsocialismo no es necesario demostrar (....) Personaje complejo y contradictorio no obstante, Valle Inclán en el plano historico e ideológico -como en el puramente literario- tal como lo ilustra esa anécdota que corre de él, de la frase que espetó en sesión del Parlmento a José Antonio, tras la intervencion del lider falangista en uno de sus memorables discursos. "Los sueños de la imaginación producen monstruos", con un fuerte eco o bofe al resentimiento que él volcaba en el marqués -e hijo del marqués- de Estella, fobia anti-isabelina, y anti-liberal (....)
Y personaje trágico o tragicómico como lo es el personaje central de "Luces de Bohemia", Max Estrella, trasunto de Alejandro Sawa, un exponente de la bohemia tragicómica -y heroica- de entonces, de después del 98, y supreviviente al mismo tiempo de ella, que en una de las escenas de aquella obra, su autor le hace encontrar al ministro protector -disfraz a su vez de Manuel Azaña- que le recibe y que se acuerda de él. "Erais muchos", le comenta". "todos muertos", le responde él (...)
Grande de las letras hispanas, Ramón María del Valle Inclán, testigo (peremne, en sus obras) de un idioma -y de sus modismos y localismos y galicismos- que en parte se llevó con él, como se fue un poco de mí en mi larga expatriación. Tal vez de ahí ese ansia irresistible de dedicarle una entrada en este blog
Valle Inclán, en rojo y negro. Del rojo del expresionismo y del esperpento. Y del negro de su anarquismo tardío, y del fascismo (primero) Estética de lo deforme, el Esperpento, y arte de convertir o transmutar lo trágico en lo cómico. "Subrayado violento de lo que no se ve, para que se vea" (Umbral díxit) Primicia de modernidad, que a los "anglos posmodernos -como Javier Marías- les parece una exageración hispánica. Por eso, el Valle más genial es el de después de haberse quedado manco. Cuando se decide a "escribir con el brazo (derecho) que no tiene", como dice de él Francisco Umbral
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