lunes, octubre 11, 2021

EN DEFENSA DEL HONOR DE LOS CATÓLICOS

Lectura capital de mis años niños junto a los dos otros títulos de la célebre trilogía de su autor - "Un millón de muertos" y "Ha estallado la paz"- best seller en lengua española (hasta la fecha) sobre la guerra civil. En ese titulo se narra el episodio (escabroso) de las acusaciones de abuso sexual de menores en un colegio de curas de la capital (Gerona), escenario de la narración. Y en el escándalo se ve (infundadamente) salpicado un profesor de ese colegio. Uno de los hijos de la familia Alvear protagonistas de la obra. César, el seminarista. El honor de los catolicos en entredicho. En España inclusive. Entonces  como ahora.   

Un choque, una especie de seismo: así califica su autor -Jean Marc Sauvé, alto funcionario (seglar) en instancias francesas e internacionales, oficialmente independiente, y de etiqueta socialista (moderado) en los medios-, que es el presidente de la Comisión independiente, creada bajo los auspicios de la Conferencia episcopal francesa con el fin de investigar los abusos sexuales de menores a cargo de eclesiasticos en los ultimos setenta años entre 1950 y 2020. Cifras, las del informe, entre 216000 y 330000 de esos abusos, que se elevan hasta los 330000  si se incluyen seglares trabajando en el seno de instituciones eclesiásticas. La eleccion de la franja de fechas de referencia no obstante, nos mueve a circunspeccion sin poderlo remediar y es al ver o adivinar tras ella una maniobra (subtil) de distracción, Y es en la medida que los casos de pederastia (o pedofilia) eclesiástica no empezaron a saltar al primer plano de los medios no obstante, como en guisa de aluvion, más que en los ultimos treinta y cinco años (no más), a años ya  (más de treinta) de la terminación del concilio  pues, en plena primavera conciliar (o al menos en su inmediato estío) y en particular a lo largo y a lo ancho del largo pontificado de Juan Pablo II. 

Lo que no nos dispensa no obstante, en modo alguno, de agarrar resueltamente el guante del desafío, y es el que se nos lanza al rostro bajo el prisma del informe de la comision, el escándalo de los abusos. Por cuenta de la Iglesia y del grueso de su historia contemporánea. Y sin querer obviar en modo alguno el problema o cuestión de conciencia que a los catolicos nos plantean el escándalo en si y el que por culpa de él dos de sus instituciones mayores  al menos -el celibato eclesiastico y (last but non least) el secreto de confesión-,se vean puestas gravemente en entredicho, nos mueve por encima de todo un irresistible pulsión en defensa del honor del catolicismo y de los católicos del mundo entero. Y no hablo de pleno proposito de Iglesia (sic), un término en plena erosión (y devaluación) semántica estos últimos tiempos y en particular desde la terminación del concilio vaticano segundo. 

Que aquello que cantábamos enfervorizados (y en francés) en el seminario de Ecône, "no tenemos más que un único honor en este mundo (y es el de Nuestro Señor)" nos suena ya hoy a retórica clerical (ampulosamente) , vacía o a antigualla teológica (anacrónica) que no se sostiene ya al  ritmo de los acontecimientos y en la marcha de la iglesia y de sus cuitas y de sus cosas, y es ante el manto (universal) de oprobio e ignominia y deshonor que la viene fatalmente cubriendo. A la institución y a los que la sirven. El papa polaco en la picota, vuelta y dale con la tuya, me replicarán aquí algunos de mis lectores sin ninguna duda. Con distingos, secundum quid, en lenguaje de los escolásticos. Que no pretendemos de forma ninguna el obviar o el pasar por alto decíaraciones del papa Wojtyla -como a toro pasado nota bene (tras la caida del Muro) (...)- sobre el tema, en las que se quejaba a modo de lamento bíblico (o pontificio) que la pedofilia era una acusacion favorita contra la iglesia catolica, del regimen comunista (polaco), lo que nos mueve (de nuevo) a circunspección  y es por no carecer en el tema de otros precedentes historicos: en el régimen nazi -y en denuncias y acusaciones de su aparato de propaganda y de sus más altos dirigentes- y en España en los tiempos de la II Rublica (...)

Que los caramelos envenenados (sic) a los que José Antonio Primo de Rivera hacía púdicamente alusion -entre los infundios de la izquierda anti-clerical guerracivilista- en su "Manifiesto a los militares" (uno de los dos) y en las mismas vísperas del estallido de la guerra civil española- evocaban inequívocamente (bajo el velo de las alusiones) esa misma (triste) lacra que haría eclosión años más tarde mundo a través y a la luz del día (....) Y no obvian ello tampoco las acusaciones que las instancias eclesiásticas a la defensiva -posturas oficiales o de la disidencia tradicionalista- lanzan a modo de consigna contra las demás religiones o confesiones, o contra la misma izquierda laica por los escándalos en los que se habran visto involucradas algunas de sus figuras -en Francia por ejemplo- más emblemáticas y representativas

"Miré los muros -y antemurales- de la Iglesia mía!", nos vemos tentados de exclamar en lenguaje de los clásicos. Que esta plaga (apocalíptica) no viene a ser más (si bien se mira) que la enésima secuela del desenlace que supuso para la iglesia/catolica -y con ella para los católicos europeos y en el mundo entero- la nueva correlacion de fuerzas -léase la derrota- en una Segunda Guerra Mundial que tuvo mucho -como Dominique Venner lo denunciaría-, de una guerra de religión. Entre católicos fascistizados, y demócratas protestantes (en los países aglosajones), y cripto/marxistas. Y la convalidacion teológica de todo lo cual -como Alain Soral agudamente lo señaló- lo vino a ser el Concilio Vaticano Segundo

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