Nochevieja del Dos Mil Diecisiete
¡te despides, por las buenas, como viniste
año aciago, año horrible!
haciendo asi honor al centenario/maldito
(¿o no? El de la revolución de octubre)
En la grisalla y en la lluvia,
te vas como viniste (y discurriste)
En la tormenta (y en la guerra),
en el vacío y en la incertidumbre
Que nos volverás ya más, ¡ojalá que ni en efigie!
ese es el consuelo que nos dejas, annus terribilis
Cuando le vimos las orejas al lobo,
O sea al rostro hediondo y nauseabundo
de la Nada (Das Nicht), léase de la Muerte
Y salimos no obstante (sano y salvos)
en el nuevo/año (no el tuyo), vacunados de espanto
Y vimos de lo más claro y diáfano
Que se trata de buscar -¡y hallar¡- un sitio (al sol)
Donde vivir y no donde caer con desmayo
Un puesto bajo las estrellas (o los luceros)
Y a donde nos iremos por fin, cara al sol, a la intemperie
cuando se acabe tanta zozobra, tanto dolor. Cara al Sol.
Con los que se alegrarán de verme
Y cuando al final lo comprendí
A mi alma la embargó la emoción
y unas (caldas) lágrimas regaron mi rostro
bronco y sequizo al cabo de la expatriación
Y me dormí tranquilo, de un tirón
Y es que estoy ya seguro, mi amor,
Que si te dicen que cai ¡me fui!
Al puesto que tengo allí
(donde podrás verme y encontrarme otra vez
Te lo digo yo y tú te lo crees ¿a que sí?)
Aviso a tiempo evita un ciento,
Reza el Refranero, gentil
Porque era en el Año del Aviso
Cuando tú te ibas a acercar a mi (…)
¡Año aciago gracias porque avisaste!
A Ella como a Mí
(Bruselas, 2017, noche del 31 de diciembre)
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