Magia irresistible de Navidad
Catarsis cada año al caer -a punto ¡ya!-
Como un manto de nieve suave
En recuerdo de esos inviernos
Que me hicieron diferente (¿sin igual?))
En el bosque ancho, frondoso, boreal
Espiando los rayos de sol
Del invierno más negro, más húmedo
que aquí recuerdan muchos
buscando, ¿el qué? mi amor
¿tu amor, estos versos? ¿Quien me lo dirá?
Preñado aquel de evocaciones
de la Historia de mi país
y de mi alma también:
de aquel pintor genial
“afrancesado” (hasta el final)
que prefirió acabar sus días
en la lluvia y no en el secarral.
Y su recuerdo (tardío) me anima
Y disipa los escrúpulos
que me asaltan sin cesar
Con telón de fondo de nubes
y árboles y atuendo abrigado
y rostro raro (en él) , inédito (y siempre fiel)
Y con un final del guión así
escrito ya por adelantado
puedo vivir sin límite y amar
y soñar y vagar y peregrinar
saliendo amor a tu encuentro
por las ruta que me marcan
el presente y el pasado, ¡mujer divinal!
¡El cielo a imagen de la tierra!:
la que inspiró en ellos
una memoria profana y europea,
ese es el misterio de Navidad
de su magia tan fuerte, tan honda
en los desiertos de Europa (¡mamá!)
El misterio de tu encanto
navideño y a la vez tropical:
de unos ojos que me abrasan
y una tez de cera (o marfil)
¡Criatura misteriosa, mujer fatal!
Que me asaltes por sorpresa
ain avisar, como el encanto de Navidad:
Esa es la llama que ahora me alumbra
y que me inspira estos versos
de poesía de amanecer, matinal
Buscando el sol que viene y ya se va
como tú, mujer huidiza (¿angel del mal?)
Que me inpira estos versos
De puro amor, de un puro amar
Navidad en mi alma
Eso eres tu, eso eran, puro amor:
Los cantos de mis Navidades de Ecône
(Cuando me sentí tan puro como hoy
en la mente y en el corazón ¡Tú y Yo!)
La Noche, ¡dios qué diosa!
exigente, poderosa
de su manto suave que me abriga
Que me cubre y que me arropa
Cuando te vi irrumpir
De ese tu aire inocente
Más bella y coqueta que nunca
Precisamente en la hora justa
Y a mis ejercicios diarios
De coger animo
(como si fuern pesas)
Les pusiste tu broche
¡Mujer de ojos de fiera!
Y desde allí no tengo miedo a nadie
(¡ni a la mujer más perversa!)
Y cuanto más me desafían
Más valentón me siento
Cuanto más me retan y desprecian
Y el Taciturno aquél
que callaba y pedia por sistema perdón
Dio paso a “o grande Krohn”
que se creció en la adversidad
la noche aquella (entre rejas)
¡Tan fría tu y tan bella¡
Pero yo ya no soy el mismo
Y no les tengo miedo ¿me oyes?
a tu zarpas (y anatemas)
Y es que le vi la cara
de perfil o de frente
(monda y lironda)
A la Nada más fea
Y fue lo que lei en tus ojos
Y en la mueca de tu boca:
que habías cambiado de golpe
el juicio que te merecí, tigresa
Y me sentí entonces capaz,
en mis brazos presa,
de domesticarte y descifrarte
(¡piensen de mí lo que quieran!)
feliz navidad en Bélgica!
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