Explicándome a la opinión pública española tras mi autoexilio, con mis crónicas de Bruselas
miércoles, diciembre 06, 2017
BALDUINO Y FABIOLA (Y CATALUÑA)
Vengo observando sospechosos movimientos en mi contador de un aumento curioso y significativo de visitas en uno de mis antiguos “posts” “Historia de Balduino y Fabiola”, de visitas procedente en su gran mayoría significativa y sospechosamente de Bélgica. Y digo lo de las sospechas porque estas visitas, que me diga este aumento de visitas belgas viene a coincidir (sospechosamente) con el verme de nuevo puesto en la picota en los medios belgas –en prime r plano y en primera página, titulares sensacionalistas (y escandalosos) y mi propia foto acompañando- por un turbio asunto –de acusaciones (infundadas y calumniosas) de acoso sexual (sic)- del que ya di cumplida cuenta a mis lectores de este blog y de Facebook ( y no sólo) Coincidente y también, con la crisis de Cataluña o mas exactamente con el refugio (escandaloso) que el delincuente Puigdemont esté encontrando por estas tierras, que le permite disfrutar de la valiosa plataforma belga y de su potentes altavoces por cima de los Pirineos, en la prosecución de su campaña sediciosa y separatista. Con gran éxito y resonancia hay que reconocer, hasta ahora. Como lo ilustra el último capitulo del vodevil montado aquí en torno a ese individuo, tras el golpe de teatro de la renuncia de la justicia española a la orden internacional de caza y captura que tenía dictada en contra suya. Me reafirmo y suscribo de pe a pa lo que escribí en ese articulo, por más que me doy cuenta -y soy capaz de calibrar- sólo ahora las honduras tan peligrosas e imprevisibles en las que escribiendo aquello me estaba yo fatalmente metiendo, sobre todo ahora (...) No importa, no creo haber faltado a los deberes de discreción y de lealtad más elementales para con el país que me rindió generosa acogida –hace ya más de veinte años- ni al respeto que me impone su constitución en relación con sus egregios gobernantes. No es menos obvio no obstante el que la crisis actualmente en curso entre los dos países y la que ella fatalmente crea entre España y Bélgica, el papel de la Corona (belga) sale (fatalmente) a relucir en primer plano. Porque la imagen que están vendiéndonos –a todo plan- los medios belgas (y de otros países) de un jefe de gobierno belga, Charles Michel, rehén de los nacionalistas flamencos (de la N-VA) por cuenta de la crisis en Cataluña, no es –pese a sus visos de verosimilitud- ni exacta ni ecuánime tampoco. En pura lógica constitucional (belga), el jefe del gobierno está cubierto (sic) –enteramente- por el monarca reinante en el ejercicio de sus prerrogativas y atribuciones, y a fortiori en todo lo referente a la política extranjera, y aparte de él no esta sometido a autoridad o influencia alguna. Justamente lo contrario de lo que (¡ay dolor!) estamos viendo. Un pacto (hispano/belga) pues, de caballeros: en el preciso momento que veamos un gesto -antes de que sea demasiado tarde y por nimio que él sea-, en desautorización (oficial, egregia) de ese escandaloso apoyo gubernamental belga al separatismo en Cataluña que compromete gravemente las buenas relaciones y la tradicional amistad entre los dos países, España y Bélgica, retiraré lo que –en tono crítico- hasta aquí tengo en este blog escrito y colgado sobre la dinastía y los monarcas de los belgas. Mientras tanto, me reafirmo y suscribo. Con todas las consecuencias. He dicho
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