domingo, octubre 23, 2016

Corazón Derretido

Un corazón derretido
como helado de vainilla,
como fruta tropical
jugosa y dulce y madura

el que descubre el poeta
al cabo de mil fatigas
en lo hondo de su alma
ante la Belleza Pura

¡Un corazón de poeta
el que llevé por la vida
por bandera (a cuerpo limpio)
hasta en las cuitas mas duras!

Tierno y entero y ardiente
al cabo de mil torturas
después de haber madurado
sólo a golpe de rupturas

de chascos y sinsabores
que fueron mi compañía
sin darme cuenta siquiera
que iban siempre tras mía,

que a fuerza de su silencio
ni siquiera los oía
y las sombra que pasaban
se callaban sorprendidas

¡espectáculo inaudito
para las almas sencillas
el de los dioses dolientes
y de la triste/figura!

que muestra a veces el héroe
a las personas queridas
en el rostro y en la mirada
nublados por la amargura

¡Un corazón rojo sangre
el que te ofrezco flor linda
que se fraguó en el Dolor
y maduró en la Poesía!

¡Corazón de poeta en verdad
el de un poeta en la vida
(que arrastra, ay, tanta prosa),
en la tecla y en la pluma!

Poeta, sí, de tu cuerpo
y de tu alma de niña,
poeta de tus encantos
de tus gestos y tus risas

y también de tus enfados
y desplantes (de chiquilla)
poeta de tu belleza
de tu estilo (y tus anchuras)

poeta de tu presente
de joven bella indecisa,
poeta de tu futuro
¡de mujer hecha y madura!


Lo esperabas ¿hace cuanto?
Dímelo ¿años, siglos?
Y te tocó el premio a ti
...sin moverte de tu sitio

como una simple rutina
o un trámite anodino,
reacción de una virgen prudente
que cumple así su destino

que siente lo que se juega
de un tic, de un sexto sentido
y estaba lista en verdad
para aquel trance nocturno

los dos solos (o así lo vi)
en aquel encuentro íntimo
de tus ojos, de mis ojos
y de unos labios, los míos,

que te desfloraron suave
como ángel de texto bíblico
sin rasgarte ni mancharte
besándote a cuerpo limpio,

y fijo aún en mi retina
lo bello de tu desnudo
el de tu alma y de tus ojos
lo que vi y lo que imagino

en aquel lance de oro
cuando nos posamos juntos
mientras se paraba el reloj
en el teatro del mundo

del que salí como pude
el semblante enmudecido,
el espíritu en las nubes
y el corazón dando tumbos

de alegría, de contento
tanto tiempo retenido
que buscaba el desahogarse
a brincos, a golpes, a gritos,

y me volví y no te vi
que habías desparecido
y es que te habías colado
dentro de mi (con sigilo)

como una niña traviesa
de aire falsamente niño
y que sabía mas que yo
¿Y que? ¡Mi amor, flor de lirio!

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