10 de marzo del 43. Encuentro en el puesto de mando del ejército alemán en Ucrania, entre Hitler (de espaldas) y el mariscal Von Manstein -en el centro de la foto, semanas después de la debacle de Stalingrado y del fracaso de la operación de rescate que aquel dirigió. En su origen, la operación “Tormenta de Invierno” (Wintergewitter) tenia sólo por objetivo la apertura de un pasillo o corredor hasta el VI ejército al mando de Von Paulus asediado en la ciudad del Volga, Von Manstein no obstante -personalmente al mando de una unidad de blindados (que llegó a encontrarse a unas decenas de kilómetros apenas de la la ciudad asediada)- habría querido convertirla (sin dar no obstante la orden expresa) en una operación de evacuación del Sexto Ejército. Sin éxito. Pese a llegar a aterrizar él personalmente en el "Kechel” (en español "caldero", el área asediada de Stalingrado y alrededores) En sus memorias, Leon Degrelle acusaba a Von Paulus de haber abortado la evacuación por falta de iniciativa, en espera de una orden del Fuhrer que no llegaría nunca (y que no podía llegar tampoco) Y en la guerra de propaganda de los últimos dias en relación con la tentativa de ruptura de cerco de Alepo, ese capitulo de la celebre batalla que decidió (en gran parte) de la suerte de la Segunda Guerra Mundial habrá gravitado de cerca, y es en el tratamiento de los últimos acontecimientos bélicos por parte de ciertos medios queriendo vendernos por una ruptura (sic) de cerco lo que no habrá sido mas que la apertura (momentánea) de un pasillo de abastecimiento, que no habrá durado abierto ni unas horas tan siquieraMilongas, le dicen los argentinos, cantigas, los portugueses. Y a fe mía que el castellano de la península adolece de falta de un vocablo que de mejor cuenta del bluf que habrán montado los medios de la prensa global en los últimos días por cuenta de la pretendido ruptura del cerco de Alepo por los rebeldes. A la euforia periodística de finales de la pasada semana habrá sucedido el mutismo total durante más de cuarenta y ocho horas.
La edición de hoy no obstante del diario francés Le Figaro (fuera de toda sospecha) reconoce negro sobre blanco en dos de los artículos del reportaje a doble página que dedica a la batalla de Alepo -en letra pequeña desde luego, y perdido entre lineas del texto, hacia el final de cada uno de los artículos- lo que saltaba a la vista a observadores avizor desde que fue lanzada la ofensiva mediática -al unisono con la nueva ofensiva yihadista- a saber que se trataba de un bluf de guerra de propaganda y que los rebeldes -en el curso de una ofensiva de gran envergadura (eso es cierto)- no habían logrado propiamente hablando romper el cerco de Alepo por parte del ejercito sirio y que si tras diez días de ofensiva yihadista a la desesperada -y a costa de perdidas ingentes- habían conseguido avances significativos al sur de la ciudad asediada, esos avances -escondidos y manipulados tras juego de palabras, como la de “Academia militar”, y de lo que era el objetivo militar de la ofensiva yihadista, a saber un importante complejo de edificios militares al sur de la ciudad asediada del que solo una parte (y no la principal) había cabido en sus manos- eran muy relativos en suma.
Y si ello les había permitido restablecer un enlace transitorio con las zonas rebeldes de la ciudad. como lo lograron mutatis mutandis Von Manstein y su unidad de blindados en Stalingrado consiguiendo a acceder a las posiciones del VI Ejército alemán asediado a orillas del Volga- no habían conseguido de ningún modo abrir una vía de aprovisionamiento estable a las zonas rebeldes de la ciudad , y que las posiciones alcanzadas por los yihadistas en los últimos días seguían en realidad bajo el fuego de la artillería enemiga y de la aviación rusa (nota bene)
Y en el reportaje citado se deja caer -de matute, como quien no quiere la cosa- que las tropas del ejército sirio, el martes pasado , tras recibir importantes refuerzos de voluntarios extranjeros (chiíes) habían conseguido recuperar las posiciones perdidas, y que el pasillo de aprovisionamiento abierto en un principio por los rebeldes se había visto completamente cerrado por la aviación rusa. Lo que da idea -como no se deja de observar en el reportaje que aquí estoy comentando- del grado de determinación de los aliados del régimen de Assad (rusos e iraníes) en su objetivo de no dejar caer en manos enemigas la ciudad asediada, y de no dejar en suma a su aliado sirio en la estacada. Otro de las globos de colores de la operación de de guerra de propaganda por cuenta del cerco de Alepo a lal que asistimos días pasados lo era que tras la ruptura del cerco (sic) los rebeldes -léase las milicias yihadistas- estaban a punto de lanzar una ofensiva final sobre las zonas (mayoritarias) de la ciudad bajo control del ejército sirio, en la que contarían (sobreentendido) con el apoyo de una quinta columna (por llamarla así) al interior de la ciudad favorables a los rebeldes, a punto ellos también de rebelarse (sobreentendido), en un escenario comparable a los que se conocieron en la onda de las primaveras árabes al comienzo de la guerra civil en Siria.
Analistas de peso -léase comités de expertos (think tank) de lengua inglesa- precisan a ese respecto en el reportaje de Le Figaro que en el apoyo de la población de Alepo en las zonas controladas por el régimen, el elemento religioso confesional -chíi o suní- no cobra la relevancia (si se exceptúa el caso de la minoría cristiana masivamente favorable a Al Assad) de otros factores, en particular los de orden social -de clase-, e histórico también perceptibles en la división entre población de origen rural o urbano al interior de la ciudad asediada. Y es curioso que el nuevo vuelco de la situación en la últimas cuarenta y ocho horas favorable esta vez al ejercito sirio y sus aliados, se hay producido en simultaneo con el encuentro en San Petersburgo de los mandatarios ruso y turco, al que me refería aquí en mi penúltima entrada. Y todo los signos e indicios apuntan a que el mandatario turco esta haciendo (discretamente) mutis por el foro del conflicto sirio -escaqueándose en lenguaje castrense- , de resultas del fracaso del putsch que estuvo a punto de derrocarle, y del consiguiente refuerzo de relaciones con la Rusia de Putin que se habrá seguido.
¿Y España en todo esto? Al pairo como siempre. “La voz de su amo”, que ya sabemos cuál es, y por si dudas cupieran, nos las disipa el tratamiento informativo de la crisis en Oriente Medio y de la guerra en Siria en la generalidad de los medios españoles. En relación con el fracaso del putsch en Turquía se les vio un poco el plumero en las horas que la pelota anduvo por los tejados pero reaccionaron rápido. Fue el caso por ejemplo del órgano oficioso -o así lo parece- del gobierno en funciones, La Razón, que se apresuró a anunciar a bombo y platillo el fracaso del putsch en cuanto que los servicios secretos turcos lo dieron por fracasado.
No les habrá servido de mucho no obstante a tenor de los apuros en los que se habrá visto una joven colaboradora (española) del diario mencionado, estudiante en Turquía y a loa vez corresponsal -permanente u ocasional?- del citado diario en Estambul (de lo que hay que decir) detenida en una de las redadas anti-putsch e internada en un centro de detención masivo -con otros, implicados en el golpe- y tras verse presa varios días, expulsada al final del país. La primera europea (nota bene) expulsada de Turquía tras el fracaso del golpe (...)El periodismo profesional (propiamente hablando) arrastra zonas de sombra oscura -en materia y asuntos sobre todo de política internacional- que esconden sin duda a menudo situaciones tan dramáticas y surrealistas como la que habrá vivido la joven periodista española destacada en Turquía.
Y el caso que aquí menciono pone sobradamente de manifiesto además, la falta de independencia verdadera de los medios españoles en la grandes cuestiones de de actualidad internacional, a mil años luz por cierto de los (verdaderos) intereses geoestratégicos del país (“in casu” España) al que representan, y también por su puesto de su vocación histórica, lo que en la crisis de Oriente Medio nos pone por decirlo así a los pies de los caballos a España y a los españoles en razón de nuestra pertenencia a la alianza atlántica, y de nuestra sumisión de antiguo -lo uno por lo otro- a la diplomacia de las potencias (occidentales) vencedoras de la II Guerra Mundial en el 45. A buen entendedor pocas palabras bastan
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