domingo, julio 24, 2016

Príncipe de la Inteligencia

Los años llegan de noche,
en silencio casi a tientas
sin dejarse (¡ay!) agarrar
y se van (reza el poeta)

sin apenas decir adiós
de incógnito (“a la francesa”)
dejándome triste y perplejo
y sólo tu amor me queda

libre como el viento ¡eso si!
que vuela y ruge por fuera
huyendo de sitios fijos
y rebotando en mil puertas

¡Oh bendita fatalidad
de hijo de una promesa!
que lleva el signo en la frente
del dios (Pan) de las tormentas!

De ninfas y de pastores
y de pájaros que vuelan
que así es como yo me siento
esperando mi amor tu vuelta

y cuanto más libre y suelto
más cierto de tu amor, reina
y más largo ve mi mente
entre las nubes más negras

entre un presente y pasado
que no pasan (¡ni a la fuerza!)
dándole cara al futuro
(“l'Avenir de l'Intelligence”)

al filo de la medianoche
noche estival de verbena
y noche de aniversario
(que no quiero que se sepa)

que no me gusta exhibir
mi alma noble (aventurera)
que se mira -sin romperlo-
fijo al espejo entre cejas

¿Buscando no de do vengo? ¡No!
A dónde el viento me lleva
proa a la mar (con mi voluntad)
y al viento (con mi presteza)

¡Tesoro divino el espíritu
de creación de los poetas
de sabios e intelectuales
que son la sal de la tierra!

Y si la sal se corrompe
o se mezcla o adultera,
si se declaran vencidos,
ante fuerzas extranjeras

o ante el poder del dinero
o de una cultura enferma
si se venden o someten
¿quién renovará el planeta?

Y entonces sí vendría el fin
de la Vida y de la Historia
y habría que escapar de una vez
y exiliarse en otra estrella

donde viviremos tu y yo
¡noche eterna veraniega!
Tú reina, yo tu paje azul
(que no perdió la cabeza)

¡Príncipe de la Inteligencia!


Lleno a falta sólo de ti!
antaño era de carretas
de la Posta el patio aquél,
hoy de su público en fiesta

Cada ciudad tiene su alma
y la suya huía de mí aviesa
cada vez que la visité
mis años aquí en Bélgica

y hoy al final ya le calé
ese alma de estirpe añeja
de una alcurnia milenaria
“mosana”, proto-europea

asomada a su gran río
en la paz como en la guerra
viendo discurrir sus aguas
y viéndose ella de cerca

¿Qué tiene que sólo hoy noté?
Entre tanta efervescencia
entrando en aquel gentío
que me hizo paso a ciegas

sin conocerme de nada
¡uno más como si fuera!
Siguiendo el ritmo y la música
entre mujeres tan bellas

de vieja raza ancestral
de esas que hicieron Europa,
Europa de catedrales
(¡religión de la belleza!)

que sonreían triunfales
y me miraban curiosas
mientras mi alma se embalaba
de mi entusiasmo hacia ellas

sólo faltabas tú en verdad
en el centro de la escena
y así me habría rendido
a los cantos de sirena

de ese río brazo de mar
de una Ciudad que embelesa
¡dejame que la nombre amor
que te llame como ella!

que a otras pusieron Venecia
y a ti te llamo yo hoy Lieja
Dime que sí Lieja, mi amor
¡Mi papisa! ¡Mi princesa!

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