sábado, junio 25, 2016

¿BRÉXIT CONTRA LA EUROPA DEL SUR?

Ali Kemal Bey, ministro del Interior del Gran Visir en los últimos tiempos del Imperio otomano (1919) asesinado durante la guerra de independencia -tras la primera guerra mundial- por su oposición al movimiento kemalista y su denuncia del genocidio armenio. Sus descendientes se occidentalizaron y echaron raíces en Gran Bretaña, emparentando con la alta aristocracia inglesa. Antepasado en linea directa -bisabuelo- por la vía paterna de Boris Johnson (quien desciende también por la via materna de un rey inglés, Jorge III), principal artífice de la victoria del Bréxit, y probable futuro primer ministro. Boris Johnson estudió de niño en la escuela europea de Bruselas en el barrio de Uccle. Y sus orígenes turcos no son extranjeros sin duda a la reacción fulminante del Premier turco Erdogan tras la victoria del Bréxit, una victoria según él de la islamofobia de los occidentales. Exponente emblemático sin duda -Boris Johnson- de esos turcos blancos (sic) que Erdogan tanto denuesta en sus mitines y discursos
El papa argentino ha hablado del genocidio armenio. “Nunca más”, ha declarado el pontífice en su visita a aquel país, con una retorica innegablemente periodística. Y a fe mía que no están de más las palabras de Francisco Primero -que es su verdadero título aunque se niegue a utilizarlo-, que nos han sorprendido un poco a algunos, lo confieso. Por una vez habrá estado acertado este papa tan dicharachero.

Es lo que tiene la función a la que se habrá visto relegado el papado en los tiempos modernos -me refiero a la Edad Contemporánea-, de tribunos de la plebe al servicio de las grandes potencias, como lo fue en grado superlativo su predecesor en el cargo, el papa polaco Juan Pablo II. Que de tanto hablar de todo lo divino y de lo humano, a veces también se acierta. Por obra y gracia del espíritu/santo o del simple sentido común (en catalán, seny) o de un intuición profética -divina o profana- propia e intransferible, lo dejo a juicio de los que me leen.

El genocidio armenio fue en la opinión de una corriente de historiadores representada en particular por el historiador y escritor alemán Ernst Nolte el modelo original de todos los que se siguieron en la historia del siglo XX, de Auschwitz como del de Ucrania y del del Goulag. Ejemplo ilustrativo de lo que a aquel historiador le parecía una de las leyes de bronce de los conflictos ideológicos del pasado siglo, a saber la del mimetismo de contrarios. O en otros términos, el nexo de casualidad -ejemplar le dirían los escolásticos- que les llevaba a emular (buscando a superar) el comportamiento beligerante del bando contrario.

Y así, el genocidio armenio habría estado igualmente presente -a modo de modelo matricial- en la experiencia nazi como en la experiencia estaliniana. Tal y como lo dejan fuertemente presumir ciertos datos biográficos en la vida de los dos grandes protagonistas de la guerra civil europea (Nolte díxit) -Hitler y Stalin-, o de la génesis del movimiento nazi. Así por ejemplo, Stalin era osetio de nación, léase originario de Osetia una de las regiones del Cáucaso limítrofes con Armenia, y con lo que fue en su momento la demarcación territorial del Imperio turco. Y en una de sus obras recordaba Nolte por su parte el dato biográfico de una de las figuras mas destacadas del movimiento nazi en sus prístinos orígenes, Scheubner-Ritter, compañero de Hitler de la primera hora -y caído en en el putsch de la cervecería de Munich- oficial del ejército que en su calidad de agregado militar alemán en Ankara durante la Primera Guerra Mundial habría sido testigo de primera mano de las matanzas.

El genocidio armenio, que no hay que dejar de situar en el contexto de la Primera Guerra Mundial donde enfrentaban imperios colindantes, el Imperio otomano y el Imperio de los zares -además del Reich prusiano-, sigue a todas luces gravitando sobra la actualidad política de nuestra época. Y o viene a ilustrar la personalidad absolutamente atípica a fuer de extravagante y de original de uno de los campeones del Bréxit, en el centro de toas las conservaciones y de todas las miradas tras el desenlace del referéndum británico del pasado jueves. Y me refiero al anterior alcalde de Londres, Boris Johnson y a un dato de su genealogía que no deja invariablemente de traslucir en las reseñas biográficas que viene circulando por su cuenta en los medios.

Y es la circunstancia de tratarse del biznieto de una personalidad fuera de lo común, figura de gran realce de la historia de la Turquía contemporánea, Ali Kemal Bey, ministro del Interior en los postrimeras del Imperio Otomano, -de origen caucásico nota bene por la ví materna-, exponente de una minoría ilustrada en la Turquía de entonces y celebre por su posturas liberales pro británicas, y contrarias al movimiento de los Jóvenes Turcos -del que surgiría Mustafá Kemal Attaturk-, asesinado en la resaca del genocidio armenio que no dejo de denunciar abiertamente hasta su asesinato en circunstancias de escarnio y de ensañamiento extremos que revestirían todos los trazos mas emblemáticos del crimen por razón de Estado.

Sus descendientes, el abuelo y el padre de Boris Johnson crecieron en en Europa occidental y asimilaron completamente la mentalidad y su cultura británicas. Que ese pasado tan trágico no deja entre tanto de gravitar lo quiera o no sobre sus hombros, es algo de lo que da muestras la reacción fulminante del premir turco Erdogan tras conocerse los resultados del referéndum en favor del Bréxit que que achaca a la islamofobia (sic) de los occidentales, en lo que parece sonar a amenaza o advertencia. Y es lo que viene a poner de manifiesto a su vez la influencia determinante en el Bréxit de la problemática de la inmigración tal y como se vive en Gran Bretaña presa en las últimas décadas de movimientos de aluvión migratorios en masa de procedencia no europea, que es lo que a nuestro juicio explica verdaderamente los resultados del referéndum del pasado jueves. Y no -como lo pretenden algunos medios de la Prensa Global- los (tres o cuatro) centenares a lo sumo de jóvenes españoles “indignados” que se habrán ido buscar fortuna en Inglaterra en oleadas sucesivas los últimos años tras la eclosión del 15-M.

¿Racismo anti-meridional como el que trasluce la expresión “pigs”, dedicada al “club” de países mediterráneos (Francia exceptuada) y popularizada en ciertos medios británicos los últimos años, escondido tras la desconfianza a las instituciones europeas y el presunto partidismo a favor de los países del Sur de Europa-, o choque (insoslayable e inevitable) de culturas? Ese el doble diagnostico que ofrece el Bréxit del pasado jueves. El primero es el que a todas luces comparten los de Podemos y corriente análogas, tal y como Pablo Iglesias vino a ponerlo de manifiesto -en una dialéctica de Norte contra Sur- con su discurso de “estreno” en el parlamento europeo. Mi apuesta en cambio aquí ya la conocen todos

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