¿Quién soy yo, yo y los míos,
qué son, de donde vinieron?
De una gran tribulación
que otros pueblos no vivieron
de una derrota invisible
que los suyos se comieron
aún más que ellos si cabe,
sus hijos como sus nietos.
Que tuvieron que tragar
que comerse a palo seco
maniatados al pasado,
el de un futuro irredento
¿Pueblo ligero y superficial?
¡Sufrieron lo que sufrieron!
Lo que no exteriorizaban
por ser demasiado enteros
y alguien tenía que ser
que rasgase aquel secreto
envuelto en mil velos de tul
que les impedían verlo
Misterio de compasión
y empatía con un pueblo
que quiso ser demasiado
y se estrelló en el empeño
lo que llevaba por dentro
en la expresión de su rostro
mi pobre (y difunto) padre
de angustia y de desconcierto
y llevaría sus buenas dosis
de lección y de escarmiento,
de medicina amarga y cruel
en castigo de sus sueños
que aun soñaba al yo nacer,
que yo nací de aquel sueño (…)
y el resto de sus día después
fue un agonizar de aquellos,
que a fuerza de mirarme,
de compadecerme (¿y qué?)
de mirarme en mil espejos
descubrí el sufrir ajeno
que era el mío a la vez
tan claro y simple como eso:
que compadeciéndome a mí
les compadecía a ellos
¿Misterio de compasión?
De heroísmo irredento
que no dejaba de sufrir
por los vivos por los muertos
Misterio de sustitución
(en francés de “remplacement”)
que unos paguen por los otros
(individuos como pueblos)
Y habré que hacerle pagar
a otros (así es el juego)
para salvarnos nosotros,
nosotros y nuestro sueños
Y esta es la confesión, papá,
de un buen hijo, de un buen nieto.
La apología y confesión
de un fiel hijo de su tiempo
Bella adorable y tierna
que se puede ya comer,
la imagen que das de ti
tras la larga ausencia mujer
con esa boquita entreabierta
con la que te dejas caer
de muñeca caprichosa
y ese mohín (¿deseo o desdén?)
y ese juego (luz y color)
crema/pastel y oro y miel
realzando así aún más tu boca
y el brillo de tu jaez
de hembra altiva e indómita
nacida para vencer
y ganar siempre en el juego
de dejarse amar (o eso cree)
con ese vaho encantado
(“glamour” le dicen en inglés)
en ti como en ninguna otra,
me digo yo cada vez
reapareciendo como ahora
cuando ya no contaba (¡pardiez!)
volver a verte de nuevo
¡E igual que la primera vez!
Después de ausentarte (¡hace tanto!)
¿te acuerdas de la última vez?
como una loba o lobezna
a la que al fin venció la sed
y que vuelve rauda y feroza
-venir y ver y beber-
a la fuente del deseo
que te mueve y te tiene a arder
en llamas de amor verde azules
de un fuego o puro o no (¿y qué?)
de esas ojazas de espanto
que van diciendo ¡cómeme!
¡comer y chupar, y tragarme
sí! (el caramelo de tu piel)
Quien se yo?
ResponderEliminartengo apellido de enfermedad.
mi nombre es krooon,
tengo la pinga chica y alma de majaroooon,
me sa puesto cara de chino
aunque diga que sea españoooool
de tanto apretar el geto estreñio
pa que no me la metan gooool
ni chingo ni acierto
a nadie le importa un pimiento
lo que vaya diciendo yooooo.
hooooiiiiink, iiiiaaahhh, iiiaaaahhh
ResponderEliminarRafael Palacios -del Ejido- sexólogo y futurólogo de profesión sé quien eres, todos aquí deben saberlo también, por como te expones
http://conspiracioneskilluminati.blogspot.be/2014/07/rafaoal-pillado-en-charla-privada-del.html
Es la segunda vez que te lo advierto en el espacio de dos años, y no habrá tres. La próxima vez te pongo una denuncia por lo judicial por difamación, injurias y atentado al honor. Ante la justicia belga, en Bruselas, naturalmente, que es donde resido. Te vas trolear con el rojerío andaluz que tiene los días contados y que por mucho que te presentes de extrema derecha (o que sé yo) parece que es lo que te tira y lo que te va (de cuarenta años de Junta no es moco de pavo) O con gitanos de tu cuerda y con quinquis mercheros.
El ladrón -dice el refrán- se cree que todos son de su condición. Si se me ha puesto cara de de chino, a las mujeres parece que les gusta, en Bélgica por lo menos, que con españolas tuve poco trato -antes de expatriarme me refiero-, en la universidad para las de izquierdas era un facha para las otras acabé siendo el demonio en persona. O peor, un cura papicida. Y si tengo pocos comentarios te puedo asegurar que las visitas no me faltan.
Y cuando se acabe la dictadura del rojerío en los medios y en la cultura que ya falta poco, los comentarios me lloverán. Lo dicho no habrá tres, Rafael