“Los nacionales entraron en triunfo (sic) por la Diagonal, los vi yo de mis propios ojos” Así lo declaró en sus memorias Adolfo Marsillach, testigo visual, directo de la efemérides y de las escenas –de apoteosis-aquellas, de adolescente, él como los suyos. Pero se ve que hay que seguir con la retorica acomplejada para que no digan. ¿Para qué no diga quién? ¿El presidente Obama, el papa de Roma o la señora Merkel o el emir del Catar o el monarca de Arabia Saudita? ¡Basta ya de complejos y de eufemismos antes que sea demasiado tarde en Cataluña!Señor ministro del Interior ¿por qué dice usted esas cosas? Sus declaraciones, mezcla de aciertos y torpezas de lenguaje, son agua al molino de los secesionistas traidores y usted lo sabe, como lo muestra el titulo que le pone la Vanguardia (secuestrada) al artículo que dedica hoy a sus palabras. ¿La Guardia Civil en la Diagonal? ¡Ojala así fuera! Y la Policía Nacional y el Ejército en actuación conjunta todos ellos. Y nos dejásemos ya de una vez de complejos y de paños calientes y de eufemismos –langue de bois le dicen los franceses- y llamásemos a las cosas por su nombre.
En vez de seguir a la defensiva haciendo concesiones una tras otra en el plano de la memoria colectiva. “Yo vi a los nacionales entrar por la Diagonal, lo vi de mis propios ojos”, escribió Adolfo Marsillach –catalán fuera de toda sospecha- en sus memorias escritas y publicadas poco antes de su muerte, cuando ya se sabía enfermo (de cáncer) incurable. Describiendo a continuación, el clima de júbilo y de delirio y entusiasmo que vio y palpó él de sus propios ojos de adolescente. Y a las pruebas me remito (miles y miles de documentos gráficos a la disposición de todos desde entonces)
Pero no, se ve que hay que seguir con la retórica acomplejada de rigor tanto en el capítulo de la guerra civil (del 36) como en el de la rebelión de los segadores (asesinos) durante la Guerra de los Treinta Años, que le asestaron a una España en guerra (de religión) la puñalada traidora por la espalda que la puso de rodillas en el concierto de las naciones después de haber sido hasta entonces la primera potencia del planeta-, tras haber reservado un fin innoble –comparable en visión retrospectiva al que sufrió el coronel Gadafi- al virrey de Cataluña, de una estirpe ilustre de caballeros catalanes remontándose a la historia de la Reconquista.
Ese el lenguaje de los hechos, de las verdades históricas y cantantes que nos gustaría oír esgrimir al ministro del interior en vez de verle seguir con esa retórica –marca Opus Dei- barata y falseada (y entreguista) ¿Hasta cuándo seguir prostrados o de rodillas delante de las potencias vencedoras del 45?
Cabe no obstante –por paradójico que parezca- exclamar como el texto bíblico, o felix culpa! ante las declaraciones (torpes) del señor ministro del Interior, porque a fe mía que algunos gracias a ellas nos enteramos ahora que la Guardia Civil y la Policía Nacional siguen en Cataluña aunque sin cumplir (sic) las competencias que les corresponden –que perdieron nota bene por los pactos de Pujol y José María Aznar-, cuando las creímos retiradas de las cuatro provincias catalanas de resultas del llamado pacto del Majestic en los inicios de la era Aznar (de nuestras culpas y pecados)
En tres mil cuatrocientos pone el ministro del Interior en su declaraciones de ahora el número de efectivos de la Benemérita estacionados en Cataluña, y los de la Policía Nacional en tres mil doscientos. Mejor prevenir que curar, y tamaño número de efectivos de las fuerzas de seguridad del estado –a los que habría que añadir los Mozos de Escuadra- podrían bastarse y sobrarse a hacer frente a la eventualidad de una situación insurreccional del genero primavera árabe o Maidán de Kiev que algunos de los más locos entre los locos que se tienen incautado las instituciones autonómicas catalanas las horas que corren, guardan con toda seguridad in mente.
El ministro del Interior dice pomposamente ahora que las fuerzas de seguridad del estado están preparadas para cualquier eventualidad, si los tribunales (sic) o el Tribunal Constitucional así lo deciden. Y si no ¿no? Con esos amigos, reza el refrán argentino (o de no sé donde) para qué quereos enemigos. Y con sentencias, salomónicas y descafeinadas como la del Estatuto del 2010 ya pueden ir haciendo las maletas las fuerzas de seguridad del estado, el señor ministro –natural de allí- y tras ellos, todos los que siguen sientiéndose españoles en Cataluña.
El Estatuto es la raíz del mal -en el plano legislativo me refiero-, lo es ahora como lo era en los inicios de la II República que nos llevaría donde nos llevaría. Solos ante su responsabilidades, el gobierno y sus ministros, cuando llegue el momento decisivo. Ese es su destino, lo que les espera. Y no les valdrá sacarse sentencia alguna de la manga o esperarlas in fine, a sabiendas de sobra como saben que se verían condenados a esperar sentados,
Y a presenciar impotentes la desmembración de la Nación. de la integridad territorial de la cual son ellos los garantes supremos –al servicio de la corona-, ante la misma Nación y ante la Historia (y ante sus conciencias)
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