miércoles, octubre 28, 2015

¿HACIA LA SUSPENSIÓN DE LA AUTONOMÍA?

¿Un escenario imposible, de aislamiento internacional y del arreciar de campañas internacionales de prensa –como en el verano del 75 o tras los atentados del 11 de Marzo- el que seguiría a una suspensión de la autonomía catalana, en la mente de todos desde hace unos días? Un ejemplo reciente y elocuente en extremo parece desmentirlo, que da idea en cambio de lo mucho que ha evolucionado la situación internacional desde entonces y en particular en los últimos (cuatros) años. Y es del de Egipto, donde la administración USA habrá tenido que acabar comiéndose a palo seco y sin rechistar la puesta fuera de la ley de los Hermanos Musulmanes –aliados y amigos personales del presidente afro Obama que apostó claramente por ellos desde los inicios de su mandato- y el encarcelamiento y condena (y ejecución en muchos casos) de sus líderes y militantes -entre ellos nota bene el presidente electo-, acusados de terrorismo y de tentativa de golpe de estado, sin que los  medios de la prensa global hayan podido hacer nada por evitarlo ¿Sabremos estar menos a la altura de la circunstancias que Egipto los españoles, en la eventualidad de un escenario de primavera árabe o de un Maidán (de Kiev) en Barcelona y en Cataluña?
No sabemos si Don Tancredo hablaba ayer en serio en la entrevista que le hizo una periodista guerra civilista en la SER pero lo que sí está claro es que la prensa extranjera sí que se lo ha tomado, cuando en su respuesta a la periodista que la entrevistaba se plantea –a titulo de mera hipótesis aunque fuera- la eventualidad de la aplicación del artículo 155, a saber de la suspensión de la autonomía catalana, por inconstitucional y secesionígena. De bomba institucional (sic) habla el diario francés Le Figaro en su edición de hoy.

Somos escépticos, la aplicación del artículo 155 abriría las puertas a una involución de consecuencias y alcances imprevisibles –como no dejan ya de alertar los guardianes del templo (véase el editorial del País de hoy sobre el tema)- algo a lo que la clase política y las instituciones del estado no parecen hoy por hoy ni dispuestas ni preparadas. Somos escépticos, ya digo. El presidente del gobierno lleva ya dos días intentado tranquilizar a la opinión pública ante nueva técnica (parlamentaria) de golpe de estado que estamos presenciando en acción las horas que corren en Cataluña- y lo menos que se puede decir es que le está costando.

Porque aparte de repetir sin parar el mismo latiguillo él y sus voceros –que esa declaración no tendrá efecto alguno- no propone ni sugiere siquiera qué medidas tiene previstas en guisa de respuesta, salvo cuando se le acorrala en una entrevista como le ocurrió ayer a cuento de artículo de la Constitución arriba mencionado, y con una respuesta –en condicional- que sonaba más a escapatoria que a otra cosa.

¿No dice nada Mariano Rajoy porque no lo puedo decir o porque no lo sabe? ¿Va a seguir intentando ganar tiempo –su táctica favorita- para así llegar a la campaña electoral y poder aparcar a un mismo tiempo o dejar a un lado el tema catalán sumergiéndose en la campaña sin más que es la intención que le prestan algunos compañeros (críticos) de su partido privilegiando a cambio un mano a mano electoral con los de Podemos –aunque en apariencia les esté ninguneando- que sin duda le parece más capaz de encontrar eco favorable en la prensa global y en las países “aliados” (léase los Estados Unidos Gran Bretaña y la UE) que el ponerse a meter en cintura –como se debe- a los fautores de secesión en Cataluña?

Habituado a leer a diario prensa extranjera –en particular francófona- desde hace décadas, veo mal en principio, a fe mía, un escenario de suspensión de la autonomía catalana sin que se desate inmediatamente una de esas campañas sísmicas de prensa en la esfera internacional como la que se abatió sobre José María Aznar tras las elecciones de 11 de marzo o como las que se encendieron en casi todos los países europeos -y un poco por todas partes en el mundo- tras la ejecución de los últimos presos políticos del régimen anterior, en sus postrimerías (1955), tres meses antes de la muerte de Franco. Cortinas de humo no obstante, sombras chinescas.

La España de hoy no es, por tantos y tantos conceptos, ni mucho menos la España del régimen anterior en sus postrimerías, ni el mundo de hoy camino de un orden multi/polar no es tampoco el del equilibrio de bloques y de la guerra fría (en su fase final) –que en lo que a España se refiere se traducía por una sujeción absoluta a los dictados de la Casa Blanca. Y los aliados que habían condenado a una muerte lenta al régimen de Franco en el 45, buscaban su desmantelamiento sin un escenario de guerra civil que hubiera podido aprovechar el otro aliado/enemigo, a saber la Unión Soviética.

Por eso, la operación/transición no les salió redonda y de ahí la frustración que arrastrarían. Y de ahí el 15-M, "la spanish revolution" y paro de contar. Y se da además un ejemplo del cambio radical en la situación internacional que permite auspiciar un tratamiento contundente y sin contemplaciones de la tentativa secesionígena en curso en Cataluña, sin que se hunda el mundo, ni el suelo se nos hunda a los españoles debajo de los pies ni el cielo se nos venga encima.

Y es el de Egipto. La prensa global y el poder mundial que tiraba por detrás de los hilos consiguieron, es cierto, derribar el régimen de Hosni Mubarak, apostando a fondo por los amigos de Obama, a saber los Hermanos Musulmanes, era no obstante sin contar con el ejercito de aquella nación árabe ni con los resortes más profundos y soterrados que mueven a todas luces a los sectores mayoritarios de la sociedad egipcia. Y hoy, los Hermanos Musulmanes están fuera de la ley, sus líderes detenidos, acusados y condenados por delitos de terrorismo y sedición y excluidos el juego electoral, y la Casa Blanca se habrá visto así obligada a comerse todo ese proceso sin rechistar, a palo seco. España no es Egipto, estamos de acuerdo. Tampoco es Ucrania (ni Rusia tampoco)

La única forma no obstante de salir del atolladero sin salida aparente en el que nos encontramos es el hacer comprender a nuestros “aliados” y en particular la Casa Blanca y a su actual inquilino Obama -por la vía de los hechos consumados- que no se tolerará un escenario género primaveras árabes o un Maidán de Kiev ni en Barcelona ni en Cataluña. Y en esa perspectiva, sería un signo del mayor alcance y del más fuerte impacto, desde luego, la suspensión de aquella autonomía. ¿Quién se atreve a ponerle el cascabel al gato?

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