Federico de Urrutia –el “otro Federico”, el "otro poeta maldito"- gravita mucho más de cerca que García Lorca (aunque de una forma silenciosa y casi anónima) en la obra y en la vida de Francisco Umbral, como lo ilustra el título del mejor tal vez de todos los libros de éste último, “La Leyenda del César Visionario” tomado –léase plagiado (“ubralianamente” hablando)- de uno de los poemas contenidos en el poemario “Poemas de la Falange Eterna” del poeta falangista bilbaíno, publicado en Santander en 1938 (Segundo Año Triunfal) tras la publicación del “Romance de Castilla en armas” que inspiraría de la primera a la ultima de sus páginas el cancionero del Frente de Juventudes, y se vería (profusamente) cantado además en los frentes de guerra. La obra más maldita de Federico de Urrutia no obstante lo son –excusado de precisar- sus “poemas de la Alemania eterna”Federico de Urrutia. Un gran nombre olvidado de la Falange literaria, de los poetas de la Falange como tenía la costumbre de escribir Umbral que los valoraba y reivindicaba a su manera (umbraliana) mordaz, e hiriente y poniéndose siempre a cierta distancia (prudencial) de ellos.
Un buen amigo escritor y poeta viene ahora a testimoniar, reafirmándome en lo que yo intuía, del valor y la importancia de Federico de Urrutia en la poesía española contemporánea. Su Romance “Castilla en armas” hubiera sido, de haber ganado la guerra los nacionales –no me refiero al 39, sino en el 45- lo equivalente al Romancero gitano de García Lorca, en difusión a nivel popular y en eco y repercusión en el mundo entero.
El pathos heroico que le inspiraba, en intensidad en fuente de inspiración y en cargazón poética -y en ansias de absoluto- no desmerecía en lo más mínimo de ese otro de victimismo, repleto de de pauperismo y de miserabilismo (judeo/cristiano, bíblico) que respiraba la obra del poeta granadino.
La historia no obstante falló –la historia de la posguerra quiero decir- y Federico de Urrutia y su romance se verían sumidos en el olvido y ostracismo más absolutos, en proporción inversa a la suerte que conocería el “otro” romance (o romancero) y su autor, uno y otro no obstante hermanados –a través de las línea de trincheras- por ese metro y forma poética del romance, del octosílabo –y con él de la rima asonante- que se diría que arrastra un acta de defunción en la poesía española desde hace décadas.
Y no sólo se vería olvidado Federico de Urrutia sino rodeado además de un halo -a modo de excedente o de suplemento- de infamia y de descredito. Por culpa de uno de sus poemas o poemarios que la acompaña para la posteridad (y se diría que para los restos) como un sudario o un sambenito –o una estrella de seis puntas (en negro que no rosa ni en amarillo, de los más malditos de entre los malditos, quiero decir del negro de la derrota, de los vencidos del 45)- que lleva por título (ad vitam aeternam) el de “Poemas a la Alemania eterna”, escrito durante la Segunda Guerra Mundial en la primera fase del conflicto, de una Alemania –la Alemania nazi quiero decir- con sol de Levante entonces en todos los frentes de batalla. Perdió la guerra pues Federico de Urrutia y se vio condenado a muerte –en sentido poético o literario me refiero- él lo mismo que el conjunto de su obra.
¿Se puede distinguir la obra de un autor de su trayectoria o compromiso político? Un debate que habrá hecho estragos durante décadas y que en España se zanjó hasta hoy grosso modo por la negativa al contrario de lo que ocurrió en otros países como en Francia. Y de botón de muestra de esa actitud inmisericorde no poco sectaria e implacable a la vez sirva una obra de investigación qe habré citado a menudo en este blog, "La Corte literaria de José Antonio"
En esa obra aparecida hace una decena de años –pese a todo documentada, e importante- , de autoría conjunta -de dos hermanos, por los nombres, Mónica y Pablo Carbajosa-, con prologo nota bene (y membrete autorizado) de José Carlos Mainer ¡un respeto! en el que éste confesaba el haber acabado (sic) cambiando de bando (...)- se re exhumaban los autores mayores de la llamada Corte literaria de José Antonio –que a fe mía que no sé si la partida de bautismo de ese expresión tan lograda corresponda o no a los autores de esa obra-, al precio no obstante de mil precauciones y circunloquios literarios e ideológicos y sobre todo , y dejando así sin duda un tanto (injustamente) a un lado o de lado a otra serie de autores que por la edad o por el menor éxito o difusión pasan por autores menores de la Falange literaria o de los poetas de la Falange, entre ellos Federico de Urrutia, el cantautor principal como sí se le puede calificar de los himnos y de las marchas de Frente de Juventudes que cantaron generaciones y generaciones de niños y jóvenes y adolescentes españoles.
No olvidado del todo no obstante, porque los autores se ven como obligados a mencionarle de pasada (p. 207) sin poder separarlo de su mal famado poemario o poema (a la Alemania eterna) -que él prologaría y recopilaría-, y en tono descalificatorio y de irrisión como no podía ser menos
Y en uno de sus pasajes más significativo donde se traza un balance del grupo generacional falangista (literariamente hablando), a los autores se les escapa una expresión (p. 177) que les define o clasifica o estampilla de una forma u otra, lo quieran o no lo quieran, y es la de corriente central e inalienable (sic) de la poesía española contemporánea. Un eufemismo (piadoso) que traduce o esconde lo que a lo largo de ese capítulo los autores se empeñan en dejar bien claro, a saber que esa corriente central e inalienable la formaban e integraban a titulo exclusivo los autores -y poetas- del bando de los vencidos en la guerra civil. Y los casos (raros) de los mencionados en esa obra que salían fuera de ese esquema que tal vez les pueda parecer un tanto somero a alguno, no era sin duda en el espíritu de los autores más que la excepción que confirma la regla.
No se trata pues en los sucesivo, se me antoja de reivindicar literariamente (sólo) a unos autores malditos olvidados o preteridos, como lo hacen o hicieron en Francia y en otros países europeos (en Italia por ejemplo) desde hacia ya mucho, de eso ya pasó la hora se me antoja. Se trata, imperativamente, de urgencia, de reivindicarles de una forma integral y completa, por lo que su poesía tuvo o sigue teniendo de inmarcesible o por decirlo en otros términos mas categóricos y a riesgo de escandalizar a algunos, de eterna y de imperecedera (…)
Y es que la obra de Urrutia, el valor y significación de la misma, de su figura y de su nombre rebasa de lejos lo meramente poético o literario (en sentido estricto) Y básteme un botón de muestra de lo que aquí decir pretendo. La obra cumbre tal vez de Francisco Umbral –como en este blog vengo manteniéndolo- lo sea la Leyenda del César Visionario, que se mereció ser incluido por el diario el Mundo en diciembre del 2000 en la lista de las cien mejores novelas del siglo XX en lengua castellana.
Ocurre –el hecho es tan flagrante como innegable- que ese titulo no es más que un plagio (umbraliano) -de los muchos que umbral se permitió a lo largo de su trayectoria- de uno de los poema que componían el poemario de Federico de Urrutia publicado en Santander en 1938 durante la guerra civil bajo el titulo tan significativo y relevador de "poemas de la Falange eterna”.
Sé poco de Federico de Urrutia, se sabe poco de él, como lo ilustra el que brille por su ausencia nua mera noticia biográfica a su nombre en la red. Sé que era bilbaíno y falangista –como un oximoron se diría (léase contradicción “in terminis”)- y que colaboró desde sus inicios en Vértice la prestigiosa “revista de la Falange” que José Carlos Mainer (por confesión propia) “fusilaría” en su obra “escondida” durante muchos años de “Falange y Literatura” y que acabó por reeditar no hace mucho con todo un aparato crítico, autocrítico que me diga. Y sé también de Federico Urrutia que hizo periodismo en el diario (pro nazi) Informaciones durante la segunda guerra mundial y después (me figuro) y que hizo cine en la década de los setenta. Ahí se pierde para mí su pista en la noche de los tiempos, que me diga de la posguerra.
Federico de Urrutia representa no obstante para mí algo más, de personal e intimo, y lo es –aquí ya todos aquellos lo habrán adivinado que leen mis poemas “del domingo”- esa poética que apunta en sus poemas tal vez como en ningún otro nombre de la Falange literaria o de los poetas de la Falange, en contradicción abrupta y frontal, es cierto, con la corriente central e inalienable” (sic) de la poesía española contemporánea a la que aluden los hermanos Carbajosa en su obra.
Y en particular, Federico de Urrutia simboliza a mi juicio una apuesta poética –desde los tiempos de nuestro Siglo de Oro- por los antiguos frente a los modernos, en el marco de una polémica o controversia que se dio e hizo estragos también en otras lenguas, -perceptible también en la Generacion del 27- resumible en la pugna secular entre el octosílabo del romancero y el endecasílabo del soneto en resumidas cuentas.
Porque los autores de esa obra polémica sobre la Corte literaria de José Antonio no podrán negarme que Ridruejo que tanto parecen reverenciar en su obra –salvándole como quien dice de la quema que infligen de una manera u otra a todos los demás autores falangistas- pasa fatalmente a la posteridad por hacedor de sonetos como lo hace observar sardónicamente Umbral la Leyenda (“al llegar al soneto trescientos diez y siete la maquina Ridruejo se detiene”) , y no mas que eso.
Que se me cite si no uno sólo de sus versos o de poemas que hayan alcanzado la celebridad sino es el verso (sin identificar) que se le atribuye (sin certeza) del Cara al Sol. Mientras que el poema épico y heroico hijo del Romancero -hermano su vez del cantar de gesta de las Cruzadas- que también supo encarnar Federico de Urrutia resurge con fuerza de nuestros días.
Y esa es la apuesta primordial que preside mi libro de poemas en curso de publicación, y que estará a la calle dentro de poco
Informe del falangista "T" (espía al servicio de Inglaterra -el Inteligence Service solo hace publico los nombres de españoles proalemanes como Perales -no los agentes probritánicos-, si bien el Servicio califica al agente "T" como una jerarquía importante que intervino en la caída de Salvador Merino), respecto de Federico de Urrutia:
ResponderEliminar"DElegado de Educación Popular para la provincia de Madrid. Este especimen era ayudante de camarero. No tiene cultura ni educación, pero si tiene una hermana que en su día era muy bonita y a ella le debe todo. Es el protegido de Victor de la Serna, el actual redactor del diario Informaciones, y estuvo como enviado especial de este periódico en Abisinia durante la campaña italiana, y a su vuelta se convirtió en falangista. El hecho de que De la Serna le proteja se debe a su hermana, quien desde luego no lleva una vida honorable. Urrutia durante la guerra civil pretendió suicidarse por un asunto de faltas y se disparó en un hombro, infligiéndose una herida que él hace pasar por una herida de guerra. Ha sido condecorado por los italianos y los alemanes. Tiene un coche y una moto y se divierte poniendo multas a las empresas que promocionan sus mercancías en inglés y francés, así como a los artistas que cantan en estos idiomas. Su nombre verdadero no es Federico Urrutia sino Antonio González, aunque utiliza el primero para su cargo oficial".
"La guerra ignorada. Los espías españoles que combatieron a los nazis".Eduardo MArtin de Pozuelo e Ignacio Ellacuría. Ed.DEbate, 2008, pág. 157. (los autores han investigado en los archivos del I.S., transcribiendo abundantes informes, y dedican un capítulo del libro al "agente falangista "T").
Te estaba esperando –sin la escopeta levantada- Restituto, porque no se me escapaba que el personaje no te fuera un extraño precisamente. De lo que cuenta ese espía de los ingleses, Urrutia –seudónimo o no de Antonio González- fue innegablemente un poeta también en la vida –como decía Umbral de Ridruejo- además de serlo por sus versos, lo que Umbral no concedía en cambio al facedor de sonetos (converso)
ResponderEliminarY a fin de cuentas, al poeta tampoco se le exigen títulos o diplomas. Como fuera, fuera su bella hermana (un poco) ligera de cascos o no lo fuera, pusiera él o no multas patrióticas (o nazi fascistas), Federico de Urrutia sale bastante airoso a mi juicio del escrutinio que le impones, Restituto, tan riguroso como siempre.
Perdió la guerra (mundial), eso es todo. Y por lo menos, no estuvo de carcelero de las checas madrileñas como Rafael Alberti (si se permite pronunciar su santo/nombre) Saludos