jueves, septiembre 03, 2015

¿RUBIO EL NIÑO DE LA FOTO DEL MUNDO?

Roberto Alcázar y Pedrín, una de esas series de tebeos que nos hizo diferentes (al resto del planeta) Exponente emblemático de una literatura heroica infantil –con otras series no menos inolvidables como la del Guerrero del Antifaz (o el Jabato) o Hazañas Bélicas- que después de la transición se vería puesta en entredicho y bajo sospecha. Roberto Alcázar es de pelo negro (o castaño) y muestra un innegable parecido o sintonia fisonómica con José Antonio Primo de Rivera. Pedrín -signo de la época (estábamos en 1940 cuando se inició la serie)-, un granujilla de la calle (en vías de redención), era rubio en cambio como los trigales, Hoy pocos se atreverían a representar de un pelo tan escandalosamente rubio como el de Pedrín a personajes de españoles. Síntoma de la época de racismo anti-blanco a la que asistimos. Y sin embargo lo rubio nos pertenece por derecho propio, porque lo llevamos por dentro o también por fuera los españoles. Como todos los pueblos europeos. ¿Se comprende ahora que el (pobre) niño de la foto insidiosa del Mundo -ahogado en la playa- tenía que ser rubio a la fuerza o al menos parecerlo?
A la fuerza ahorcan, dice el refrán y me habrá hecho falta la foto indecente -y espeluznante (Rajoy dixit)- publicada ayer por el diario El Mundo para entrar dentro –aunque sea por la vía digital- de una reunión del consejo de redacción de un diario de la prensa impresa tras llevar ya bastantes años practicando –por mi cuenta y riesgo- periodismo free lance (si se le puede llamar así) en la red, a diario y en temas de la actualidad más candente que no habré obviado, por una razón de principio, en todo este tiempo. Y habrá sido a través de un video del debate del conseejo de redacción del diario mencionado, difundido en la red sobre la conveniencia o no de publicar la foto escandalosa cuando a tenor de lo que en el se dice el mal estaba ya hecho, con la foto ya publicada en la edición digital de dicho diario.

Un debate, titula el Mundo. Seamos serios ¿Se puede llamar debate a esa unanimidad como a golpe de silbato de todos y cada uno de los intervinientes, donde sólo uno de ellos dio una nota discordante hablando de la dureza (sic) de la imagen y de la violencia emocional (sic) que inflige al lector pero en un tono tal conciliador y de aprobación que venía a reforzar la impresión de unanimidad y de consenso predominante en el debate?

Todos, desde el director –con ese tic lingüístico del “¿no?” al final de la frase que algunos dejamos hace años luz y que le descubre no poco (sociológicamente) y le estampilla (…)-, los directores adjuntos, jefes de sección, redactores y reporteros y demás, dan todos su visto bueno a la foto violenta (y perturbadora y distorsionante) en una especie de votación a mano alzada. Prueba por el nueve de la conmoción social –y mediática- que habrá producido la publicación en primera página y de esa forma tan brutal (no pixelada) de la foto del niño ahogado en la playa turca.

Spain is different. No me digan. El mundo entero ha publicado imágenes de la noticia como no podía ser menos, pero en ningún país (ninguno) lo habrá sido como en España, por la foto –una sin duda entre otras muchas posibles- que habrá escogido el rotativo madrileño de nuestras culpas y pecados. Tenía que ser un diario español a dar la nota, el que tomase la decisión de publicar la única foto tal vez de todas las que ofrecía el reportaje de la noticia con el drama por objeto del niño ahogado en la playa que era propiamente impublicable por lo violenta, y lo indecente y lo ultrájate y más que escabrosa (aunque los redactores del Mundo no lo reconozcan) ¿No tapamos acaso con sabanas a nuestros muertos? ¿Por qué había que sacar esa muerte así en cambio, y a toda plana? Amamos a España –¡ay dolor!- porque no nos gusta, ya lo dijo José Antonio Primo de Rivera. Se me antoja no obstante que el tiro les habrá salido a algunos por la culata.

Se esperaban una impacto devastador como otras fotos de guerra de propaganda, con un silencio total -de sorpresa y estupor- como todo eco en la opinión pública (como atontada o anonadada otra vez del golpe de efecto) pero esta vez les habrá salido respondona, como lo ilustran los comentarios en la red donde no falta la voz discordante –“la otra voz” que le dirían los lingüistas- cargada de mil razones y que se deja oír (o leer) clara y contundente entre tantos llamamientos a la compasión y a la misericordia, y a la culpabilización individual y colectiva.

Y lo prueba sobre todo el debate ese o lo que fuera –los franceses le llaman “bidon”- que la dirección del diario se sintió en la obligación de escenificar, sin duda para atajar la oleada de protestas y de muestras de extrañeza y de incomprensión que les estarían lloviendo de todas partes.

¿Cuestión de puro marketing? ¿Un guiño a la opinión pública de los países latino chés del otro lado del Atlántico donde ese diario debe venderse tan bien y donde por razones más que obvias, de idiosincrasia –mestiza- cultural e histórica (y muchas otras) el impacto demoledor de la foto y la imagen y el apriori que de ella se desprenden a favor del aflujo inmigratorio y a costa del (poco) respeto que les debe merecre en principio la integridad territorial del suelo europeo por aquellas tierras- debía darse sin duda por descontado.

Botón de muestra uno más –por insólito que les pueda parecer a algunos- de esa colonización cultural que denunció Umbral y algunos otros tras sus pasos (entre los que me incluyo) de la que se ve objeto España y su lengua y su tradición cultural desde el final de la Segunda Guerra Mundial en provecho de los países ex hispanos (latino chés) del otro lado del charco.

¿España país europeo o cabeza de puente o caballo de Troya de un mestizaje anti-occidental, y anti-español y antieuropeo en resumidas cuentas? Ese es uno de los muchos dilemas cruciales –dejándonos de eufemismos- que se esconden agazapados tras el debate provocado por la foto ecandalosa que traga de camuflar o de escamotear aquél de forma no poco insidiosa.

Como lo prueba el comentario de uno de los participantes en el debate de Mundo –miebro de su consejo de redacción- aludiendo al aspecto físico del niño ahogado, occidentalizado (sic) sin pertenecer (sic) a ninguna etnia extraña (sic) –como la soga en casa del ahorcado-, que podía ser hijo de cualquiera de nosotros, etcétera.

En otras palabras, un caso atípico y que como tal no refleja o no del todo esa realidad –de un aflujo inmigratorio (en aluvión) extra/europeo (provenientes de países musulmanes en su inmesa mayoría) con todos los trazos de una invasión silenciosa- que los redactores del diario madrileño tanto invocan y pregonan en el debate difundido en el video. Y la moraleja no poco trágica de este caso lo es sin duda la impresión de servilismo, de falta de libertad de la que adolecen a todas luces esos grandes diarios de la prensa global, que dan todas las muestras de no ser más que simples mandados o peones o correas de un engranaje, obedientes al unísono, sin rechistar a consignas o tendencias (trends) venidas de fuera, como se puso clamorosamente de manifiesto en el estallido de las primaveras árabes, y en particular con la caída de Hosni Mubarak al cabo de varias andanadas –en una sucesión de periodos de calma y de tormenta durante varias semanas- y de la última embestida final, por sorpresa, cuando la tempestad parecía definitivamente amainada y el régimen del Raïs egipcio a salvo de una vez por todas.

No creo en las meigas pero hay las. Y está claro que con las primaveras árabes se puso al gran destape un poder mundial (oculto) –poder o gobierno, llámesele como se quiera- en fase de expansión y de desbocamiento, preso de unos sueños de dominación universal que acabaría a la larga encallando en las mismas tormentas de arena por ellos provocadas y orquestadas. ¿Qué busca ahora la prensa global? ¿Otro escenario como el de Ucrania? ¿O son los suyos acaso unos designios mucho más ambiciosos y maximalistas? ¿Acaso los de establecer una cabeza de puente –de la invasión silenciosa del territorio europeo- (de varios millones de refugiados) mucho más ambiciosa y solida y operacional que la que ya tiene conseguida en algunos países europeos.

América para los americanos, pero eso en cambio parece que no vale para los europeos. ¿Blasfemia, pecado contra la compasión y la misericordia –de esos que no se perdonan ni en esta vida ni en la otra- el plantearse siquiera esos interrogantes tan oportunos y pertinentes, a la vista de la foto escandalosa? Esa es la pregunta que muchos en voz baja o en su fuero interno se están sin duda haciendo las horas que corren. Y esa es la glosa que sin duda se merece lo que se asemeja a un fiasco, de una operación de guerra de propaganda- más que otra cosa.

¿Rubio el niño de la playa turca? El redactor del Mundo que comenta en el debate sobre la foto el aspecto físico –occidentalizado (sic) y no una de esas etnias raras (sic)- del niño ahogado no lo precisa, pero valdría la pena hacerlo porque parece rubio, lo cual concordaría con los datos que se habrán avanzado sobre su verdadera identidad en el debate del Mundo, del lugar de su procedencia, a saber, Kobané, localidad kurda en territorio sirio cerca la frontera turca asediada por el IS durante meses.

Un niño kurdo pues -de una de esas etnias raras (no europeas)-, y no propiamente sirio como la prensa global lo viene pregonando. Y ese detalle es todo menos anodino ya digo porque efectivamente si el niño ahogado en la playa no era rubio, en la foto lo parece, y me recuerda de pronto lo que le leí a un cubano exiliado de Miami en un reportaje ya hace mucho sobre incidentes raciales en Florida en los que se habrían visto enfrentados afro americanos y cubanos del exilio, “para nosotros –le espetó con desenfado (y no poca retranca hispana o ex hispana) al periodista- blanco es el que lo parece”

Y a fe mí que el niño ahogado en la playa de la foto parece rubio, razón de más en la guerra de propaganda, a la hora de escoger entre miles (o decenas de miles) de otras fotos y de otros casos igual o más trágico que el suyo buscando a toda costa a camuflar o escamotear a la opinión, de manera hipócrita e insidiosa, el choque de culturas –y civilizaciones (y religiones) Los españoles no somos todos rubios, me objetará algún purista del anti-racismo.

No es óbice que lo rubio es algo que llevamos dentro, en el alma o en el cuerpo, y me remito a lo mucho que tengo ya escrito en estas entradas (y no solo) al respecto. En prosa como en verso

2 comentarios:

  1. Anónimo12:03 p. m.

    http://www.antonioparragalindo.blogspot.com.es/2015/09/excelente-trabajo-de-propaganda-en-la.html

    ...cuando prepararon la guerra contra Irak, previamente los falsimedia difundieron falsas fotos de supuestos asesinatos de niños en Kuwait por partye de tropas de Irak

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  2. Gracias por el mensaje y por el enlace, un excelente artículo el de Antonio Parra, con garra periodística y mordiente -y calidad literaria -, como todos los suyos. Un cordial saludo, amigo anónimo

    PD. Me imagino que por Arafat, Antonio se está refiriendo en su artículo a Bachar-al-Assad. Un lapso revelador, diría un freudiano ortodoxo

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