El joven marroquí –de Nador- de su nombre Tarik (para empeorar la cosa) al que se atribuyó en el momento de la irrupción del 15-M un noviazgo con la hija mayor de José Luis Zapatero. Fundada o no, confirmada o no, la noticia ilustra en extremo la seduccion del Moro –que nos persigue de la noche de los tiempos- gravitando todavía de cerca en la sociedad espanola actual, en un sector (indignado) de su juventud sobre todo. Igual que ilustra la pista arabe/primaveral de la movida aquella el secuestro de tres jovenes periodistas (indignados) españoles que habían fiado su suerte al bando anti-Assad (pro islamista) en SiriaAlepo es una ciudad del norte de Siria, que se habrá convertido en una especie de Stalingrado –de desenlace incierto- en la guerra civil que viene asolando aquel país del Oriente Próximo. La guerra civi siria fue uno de los primeros (grandes)estallidos de las primaveras árabes, y fijó desde el principio la atención de los jóvenes indignados españoles que se darían a conocer apenas unos meses mas tarde. Un mimetismo árabe/primaveral –léase de una primavera/del/islam- perceptible hasta en los menores rasgos de indumentaria o de apariencia física de los indignados españoles, no se me podrá negar.
Y no hay mas que echarles un vistazo a los tres jóvenes corresponsales españoles la noticia de cuyo secuestro acapara los titulares de los mayor parte de los medios de la prensa global desde hace unas horas : al desaliño común a los tres, al pañuelo palestino de uno de ellos, o a la barba (incipente) de otro de ellos tan común entre musulmanes de la tendencia fudamentalista en una gama de variantes que van desde el mal afeitado que luce el fotógrafo español ahora secuestrado hasta los grandes barbudos del terrorismo islamista y de la guerra santa ( yihad) en los países donde esta se ve puesta en practica. Un mismo toque, un mismo mimetismo, como un signo revelador que me diga síntoma infalible. De la « epidemia que trajeron consigo las primaveras árabes y el 15-M.
Ser periodista free-lance -como todo lo que se hace free-lance si bien se mira-, es una profesión que requiere no poco gusto por la aventura y lo imprevisto, serlo de corresponsal guerra o en situaciones de conflicto le confiere además una nota de alto riesgo, que hay que saber asumir llegado el caso con todas las consecuencias.
A comienzos de este mes, empezaron a circular despachos periodísticos provenientes de los círculos anti-Assad basados en los países occidentales y en particular en Inglaterra –como el observatorio sirio por los derechos humanos- que anunciaban inminente la caída total de Alepo en manos de los rebeldes, léase del Estado Islámico que viene acaparando y monopolizando la resistencia al régimen del Assad desde ya hace un rato. Menos lobo, como lo viene a confirmar el secuestro de los tres periodists españoles que habian fiado su suerte al bando de los rebeldes. La pelota sigue en el tejado, entre noticias de ataques y contraataques que se suceden sin gran eco en la opinión.
Y el secuestro de los tres periodistas españoles vuelve a traer la ciudad siria tan disputada al primero plano de la actualidad que era sin duda el objetivo principal de los raptores. No lo era en cambio sin duda alguna, el volver a poner así (fatalmente) sobre el tapete las incoherencias y contradicciones de la política seguida por los países occidentales –y en particular por España tradicional amiga de los paises arabes y amiga de (anteriormente) del régiemn sirio- en relación con el conflicto en Siria, condenado a muerte (por asfixia) al régimen del Assad por un lado y declarando la guerra por el otro al Estado Islámico que se ve convertido en la principal fuerza beligerante (con mucho) del bando de los adversarios del régimen. Y en ese avispero era lógico –y lo digo a fuer de pasar por cínico- que fueran caer tres (jóvenes) periodistas indignados españoles.
¿De donde esa pista árabe en un sector de la juventud española que pondría al gran destape el 15-M ? ¿Del rojerío latente en muchos de ellos, herederos por la vía ideólogica de la memoria de los vencidos del 36 ? No parece una respuesta concluyente y ello por mas que tenga la ventaja de pretender explicarlo todo como ocurre con las respuestas mas simples. Una explicación más concluyente la da la pasión española –léase "andalusí"- arraigada en lo mas hondo de la memoria colectiva del mundo musulmán, y que pudo haber encontrado un tubo de escape que ni pintado por las rutas de la droga que llevan del otro lado del Estrecho hasta el Magreb y más lejos hasta los países del Oriente Próximo a favor de un incremento del turismo juvenil en dirección de esos países fomentado en gran parte –con el telón de fondo de la revolución informática- por el auge de las redes sociales en las ultimas décadas.
Pasión por lo español de los musulmanes, y pasión por las españolas sobre todo, en los más jóvenes. Una pasión andalusí que cobra ahí, en ese punto preciso –vista desde ese aspecto- todo lo que tiene de desafío tan irreductible y tan fatal e ineluctable como el reto de lo global, entre españoles y en particular entre los más jóvenes.¿Me explico? El miedo al moro no sea tal vez muy operante (u operativo) en la España actual, pero el prestigio sexual del Moro en cambio –fuente de tantos fantasmas- sigue grosso modo en pie en nuestro países de Occidente. ¿Me explico un poco más? Y para ayudar a la comprensión contaré una anécdota del tiempo que pasé en la cárcel portuguesa donde me vi obligado a cohabitar forzoso –con él como tantos otros- con un terrorista palestino del ala radical, musulmán y partidario (incondicional) a la vez del coronel libio Muamar Gadafi y del que treinta años trascurridos -no sé a fe mía si sigue en vida por cierto- dónde habría que buscarle o situarle.
El caso es que de la larga lista de malentendidos y roces que surcaron la historia (con minúsculas) de mis contactos con él allí dentro, retuve en particular la confesión que me hizo un vez –en un tono de total convencimiento (por no decir de fanatismo, qué otra cosa cabía esperar de él) que ellos –léase los musulmanes- eran sexualmente (sic) superiores a nosotros, léase los europeos (occidentales) Y se diría que el episodio de las primaveras árabes y de la erupción en España de la indignación callejera vino a darle razón, si no fuera porque alguno nunca nos creímos que el 15-M fuera representativo del conjunto de la juventud española –ni de un sector considerable siquiera de la sociedad española- por más que la frustración que alcanzo a traducir de un sector estrictamente minoritario de jóvenes españoles no tuviera menos algo de autentico, que a fe mía que en el reconocerlo no nos duelen prendas.
Un mundo musulmán en clave indignada capaz de seducir a muchas jóvenes españolas –como le sucedió de notoriedad publica) a una de las hijas de José Luis Zapatero- y también de cambiarles la ideas –con ayuda del hachís nota bene- a muchos jóvenes (varones) españoles sobre el Oriente (musulmán) tan próximo y familiar por un lado y por otro tan hermético y desconocido y tan lejano, y pari passu sobre la religión que inspira y domina y vigila y supervisa a cada instante de la jornada tanto la vida individual como los espacios colectivos en aquellos países. Una religión en fase de erupción volcánica (nuevamente otra vez) desde hace ya décadas.
Recuerdo en los meses que siguieron a los atentados del 11 de septiembre una conferencia patrocinada por el Cervantes de Bruselas –entonces bajo influencia del partido Popular (era Aznar)- en una sala de conferencias de Amberes por un joven (y brillante) académico español, arabista para más señas con el que me vi envuelto en una (pequeña) trifulca en el turno de preguntas y respuestas cuando le pregunté -a la vista de su insistencia sobre el carácter increado (sic) de la caligrafía coránica – si acaso se había convertido al islam, lo que le sentó a todas luces a cuerno quemado, y a lo que –negándose a responder- contestó que mi observaciones no eran (sic) políticamente correctas, una formula o latiguillo que se me antoja que oí entonces por vez primera.
Esos tres jóvenes periodistas indignados –e islamizantes- españoles se han metido ahora en un buen lío, y no les deseo mal ninguno, pero como ya lo defendí (mutatis mutandis) en el caso de los misioneros españoles –y de la enfermera- contagiados de Ébola-, sinceramente no creo que la sociedad española se vean obligados a pagar un coste ilimitado por su sed de aventuras, por su islamofilia –pro islamista- más que presumible, y por su (crasa) imprudencia tampoco
Vergüenza ajena produce que Manuela haya quitado a Vazquez de Mella, )gran pensador político tradicionalista... y autor de voluminosas obras)del nombre de una céntrica plaza, junto a la Gran Via, para darle el nombre de un ciudadano cuyo mérito es haber dicho que la victoria electoral de ZP le supuso tener un "orgasmo democrático". Por supuesto, su "orientación sexual" le ha hecho merecedor de múltiples elogios, lo que lógicamente supone una "discriminación" a su favor...y además así el Ayuntamiento "de progreso" auspiciado por Pablemos se alinea en la línea marcada por el Embajador de USA, quien, como el de Francia, tiene "marido"... ya que como hemos visto en USA, el Tribunal Supremo aprueba el "matrimonio" entre personas del mismo sexo... a la vez que prohíbe que los Estados definan como única forma de matrimonio a la unión entre varón y mujer...
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