jueves, junio 11, 2015

¿OKUPAS AL MANDO DE LA POLICÍA MADRILEÑA?

La policía madrileña a dos días de la reunión de investidura en la alcaldía ha puesto fin (sin violencias) a la okupación que duraba ya siete años del Patio Maravillas, calle del Pez, distrito Centro. Un Símbolo emblemático en extremo del movimiento okupa que fue el caldo de cultivo del 15-M y de los indignados, que encontraron siempre cobijo entre sus muros (okupados) Okupas al mando de la policía madrileña. La hipótesis no es descabellada si se piensa que la Rojelia ofrece la cartera de Seguridad –de la ue dependería la nueva alcaldía- a Javier Barbero inquilino (notorio) del patio maravillas, y candidato por la lista de Podemos

Federico Jiménez Losantos se va por la tangente, o por les cierros de Úbeda en su intervención radiofónica de hoy sobre una actualidad política dominada por la cita inminente de pasado maña sábado, para la reunión de investidura de la alcaldía madrileña. Entre la peste y el cólera, dice. Entre los perro flauta y los que trajeron a los perro flautas.

Y tiene un poco de razón, y no la tiene en absoluto, según se mire. A Jiménez Losantos se le escapa a todas luces el dramatismo de la situación que ha cobrado de pronto la política española tras las elecciones del pasado día 24 como se le escapó el del mayo del sesenta y ocho español de lo que da idea que acabara de militante maoísta justo después o por aquél entonces.

Perro flauta es la designación que acabaron dando espontáneamente los madrileños y una mayoría de españoles al 15-M y los indignados, ante el espectáculo cotidiano que ofrecieron (durante meses) –de desidia, de mugre, de cochambre, de drogadicción, de marginalidad, de delincuencia asocial y de violencia urbana- a los transeúntes que se aventuraban a adentrarse –obligados- por la emblemática plaza madrileña, y que los medios –como buenos termómetros o barómetros del estado de ánimo y de las mentalidades en la opinión pública- acabaron haciendo suya aun aquellos de sus exponentes s reacios a aquella fórmula (descalificatoria)

Lenguaje de fachas que el antiguo rojo Losantos tuvo que acabar haciendo suyo qué remedio, si quería seguir ocupando el espacio mediático e ideológico –a la derecha del cuadrante- que ocupa desde hace ya tiempo en la política española. Un resentimiento que traduce un problema más personal que otra cosa contra el presidente de gobierno Mariano Rajoy en el carismático periodista y presentador aragonés que no madrileño, se nota.

Y digo que se nota y es una lástima porque si fuera madrileño de nacimiento o de origen –o de crianza al menos- seguro que no se le escapaba ese dramatismo a pesar del rojerío de sus años de adolescente o de muy joven.

Y qué otra cosa sino desdramatizar calculadamente es el presentar la situación como una disyuntiva entre dos males comprables? L apeste de la corrupción si hay que aplicar esa imagen (tan fuerte) a la actual realidad de la política española –en gran parte prefabricada por los medios como aquí lo vengo denunciando, no es exclusiva del partido actualmente en el poder y Losantos lo sabe bien a tenor de lo que ha escrito y declarado él mismo en muchas ocasiones. Y no es de ahora, puestos a echar la vista atrás habría que datarlo desde los inicios mismos de la transición y de la democracia. El cólera morbo de este nuevo acceso de indignación callejera en cambio necesita diques de contención urgente, lo que Jiménez Losantos obvia en su alocución radiofónica. Es vox populi en la política española que Losantos debe su situación de influencia y de protagonismo mediático y político –desde ya hace un rato- a Esperanza Aguirre, la candidata en liza ganadora de las elecciones del día 24 aunque los medios la pusieran de perdedora y a su triunfo electoral –de lista más votada- de victoria pírrica. Un apuesta arriesgada pues la de Losantos así a primera vista, tanto más que las cosas no se presentan claras n i mucho menos para los indignados prestos al asalto de la alcaldía madrileña. Ni entre sus compañeros obligados de viaje (y de investidura) -a nivel nacional como a nivel de la federación regional madrileña- ni tampoco entre sus propias filas a tenor de las declaraciones en la prensa de hoy de un dirigente socialista.
Un tamayazo más probable si cabe entre los propios candidatos elegidos por la lista de Podemos, es lo que venía en sustancia a decir. Y las declaraciones de algunos de los potenciales concejales de Ahora Madrid no arreglan mucho su situación que digamos. Como el decir que os atentados del 11-M –o los del 11 de septiembre (lo mismo me da que me da o mismo)- fueron “una lucha entre élites” Una provocación más de las que tanto acostumbran esa corriente indignada.
¿Qué quiere decir con esa frase tan sibilina, si no? ¿O se trata de un eufemismo para ocultar lo que esos atentados fueron en realidad, a saber un acto de guerra? Más aún, una forma hábil de despistar a la opinión de lo que esos atentados encerraban y en el fondo representaron, a saber un reencenderse de la guerra civil del 36 casi ochenta años después como lo explico y demuestro en mi último libro “Guerra del 36 e Indignación callejera”?

Dice élite en lugar de casta que es el término fetiche que utilizan de guerra de propagada, tal vez por lo manoseado y desvirtuado y devaluado que ya lo tienen a base de emplearlo y de esgrimirlo a todas horas de una forma tan demagógica y tan beligerante. Un forma (arrogante) también sin duda de descargarse de culpas, léase de su complicidad innegable por la actitud irresponsable y reo de alta traición que adoptaron las horas que siguieron a los atentados explotándolos en la dirección que a todas luces buscaban con la matanza aquella sus mentores y ejecutores. Una agresión exterior contra la propia sociedad española -además de serlo contra su orden institucional- a la que aquellos dieron la bienvenida en sus designios guerracivilistas.

Y si no fuera así, no sentirían esa necesidad de volver sobre aquello como lo ocurrió a su líder Pablo Iglesias que revindicó no hace mucho la paternidad de la operación de asedio a las sedes del PP en la jornada de reflexión electoral que inmediatamente siguió al 11-M, que es lo que evocan desafiante y escandalosamente esas siglas del 15-M. Una continuación, léase una explotación -por otros medios, como diría Clausewitz- de la matanza aquella.

Entre el antiguo equipo dirigente de la federación regional madrileña que tuvo que dejar paso a la nueva dirección nacional también se respira sordo resentimiento de la forma como la candidata a alcaldesa ha repartido y se haya repartido ya las carteras, entre los suyos (y sus amiguetes) Sin contar con un partido al que tiene fiada su suerte el día de la investidura. Habría tal vez una reflexión todavía que hacer sobre la condición de jueza de la candidata de Ahora Madrid. No parece trivial en absoluto, en la medida que el poder judicial –en el actual sistema español me refiero- ofrece un perfil o una imagen convenientemente aireada y propagada por los medios no tanto de independencia –en relación con el ejecutivo- sino más bien de beligerancia en el plano político.

La corrupción, que me diga la instancia (fiscal) anti-corrupción es un ariete apuntando a la línea de flotación del ejecutivo mayormente a disposición de la izquierda como se habrá venido poniendo de manifiesto durante décadas y como se pone hoy otra vez clamorosamente al descubierto por la actual ofensiva judicial anti corruptos sin precedentes, que no se vio desde luego en los largos años de la era Zapatero. ¿Hacia un gobierno de jueces? Ese es el fantasma que me dediqué a desmontar –o a exorcizar- en una de estas entradas no hace mucho.
Unos jueces adoleciendo de falta de verdadera independencia –desde el momento mismo de su nombramiento- y en un porcentaje importante estratosféricamente lejanos, miopes que me diga ante el mundo de la delincuencia habitual y del crimen organizado que confunden o minimizan –con un ceguera de consecuencias calamitosas- con la corrupción política. No es lo mismo el delito de sangre que el del guante blanco.

No son lo mismo las corruptelas de la política que la delincuencia social y criminógena que en el caso español se reviste (de antiguo) de contornos ideológicos claramente escorados a la izquierda como lo ilustra la figura emblemática del Lute, el quinqui anti-franquista que llegó a colaborar con el Viejo Profesor socialista en el ayuntamiento de la capital de España.
La Carmena busca al revolución a base de intimidaciones políticas y policiales y judiciales a sus adversarios políticos, y de poner la policía madrileña bajo control de los suyos, léase de los que más odian y detestan los institutos y cuerpos amados, herederos de uno de los bandos en liza de esa guerra civil interminable.

Un paso más –con el aval de las grande potencias- en la vía de la desnazificación, léase no ya de la desfalangistización sino del desmantelamiento del estado y de su columna vertebral como lo son los cuerpos armados.

Y a punto de terminar estas líneas leo la noticia del desalojo de unos okupas de un edificio que tenían ocupado desde hace siete años. Nunca es tarde si la dicha es buen, y a actual alcaldesa Ana Botella no habrá querido pasar la ocasión (que ni pintada) a dos días del traspaso del bastón de mando en el ayuntamiento. Como gesto fuerte y elocuente no lo puede ser más. En la medida que pone al descubierto la extraña impunidad de la que ese fenómeno okupa habrá gozado hasta ahora.

Un fenómeno de signo izquierdista como lo ilustra la ley del embudo que se habrá venido utilizando con ellos comparado al rigor que se usó por parte de la policía municipal contra otros okupas (de derechas) Un programa como sea de okupaciones, asambleas de barrio, relanzamiento de manifestaciones y acampadas callejeras demasiado ambicioso –e irrealista y surrealista e irresponsable- que puede que acabe como el cuento de la lechera en la reunión de investidura del próximo sábado. ¡Vivir para ver fantasmas míos!

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