lunes, enero 05, 2015

¡DEMOLICIÓN DE LA ALHAMBRA PIEDRA A PIEDRA!

La Toma de Granada es una de las grandes piedras de escándalo de la izquierda española o de un sector representativo de ella al menos. Como lo ilustran los incidentes que se viene repitiendo in variablemente a través de los años en la celebración de la efemérides. Algunos pensamos -y lo tenemos escrito- que el desafío es tal que la única respuesta contundente lo acabe siendo tal vez la demolición de la Alhambra piedra a piedra, la única manera de conjurar el universo lunar –de barbarie y crueldad asiática y de trata de blancas- que aquel conjunto monumental simboliza. Y por cima de los Pirineos, que piensen lo que piensen
Unos diez y ocho mil manifestantes -según cifras oficiales- más que el pasado quince de septiembre (y muchos más según los videos que viene circulando) desafiaron hoy a la canciller alemana Angela Merkel por las calles de Dresde, ciudad símbolo si los haya, de la derrota alemana y de la reunificación tras la caída del Muro, en el transcurso de la manifestación organizada por el Movimiento contra la Islamización del Occidente (en acrónimo alemán Pegida) ¿La gota que desborda el vaso el aflujo de refugiados procedentes de Siria que tiene derecho de asilo asegurado en los países de la UE y en particular en el país miembro que lidera las política exterior en Europa y en el Oriente Próximo de la administración Obama?

Los indicios se diría que van confluyendo en ese sentido las últimas horas. Y lo son una serie de incidentes mas o menos aislados que dan cuenta de una erupción de fiebre islamista –traducida en actos violentos, a la desesperada- en los países occidentales, a comenzar por España, pasando por Grecia para terminar en Francia y en Bélgica. En España detuvieron hoy a un ciudadano de nacionalidad española –y ascendencia magrebí- por tratar por Facebook de “delincuente” al policía nacional que se vio fatalmente arrestado a la vía del tren por un emigrantes (musulmán, de raza negra, con antecedentes) En Grecia en otro incidente aparentemente aislado se produjo la detención de un prófugo de la justicia líder del grupo terrorista (hoy desmantelado) de ultraizquierda 17 de Noviembre –un movimiento que hizo hablar (de nuevo) de él en las jornadas de agitación callejera que acompañaron la eclosión del partido Syriza y del movimiento griego de los indignados-, que tras u huida el pasado año había lanzado varios mensajes por la red con amenazas de reasumir la lucha armada en respuesta a los recortes y a la política de la “troika”

En Francia hace unos días un joven -de raza negra y (nota bene) de confesión musulmana- embistió (en la versión oficial) a cuchillazos a las puertas de una comisaria del centro de Francia contra agentes de servicio a gritos de “Allah Akbar!” hiriendo a tres de ellos hasta ser muerto a tiros por una de las agentes también herida en el incidente. Y en Bélgica ayer sin ir mas lejos un musulmán de nacionalidad francesa condeado por incendio voluntario de una mezquita de confesión chií de Bruselas –en la que encontró la muerte el imán del centro- protagonizó otro incidente atacando a cuchillo- a seis vigilantes de la cárcel en la que se encuentra detenido. Armas blancas, palabras mayores. Lo decía Umbral, cargado de razones.

“Avilantez” lo llamaba él a su estilo. Más severidad y condena rotunda le hubiera merecido sin dudal el acto de violencia espeluznante -por esa parte de fuerza bruta que arrastra la vida social- del que se vio víctima el policía nacional asesinado en el metro madrileño. Y no hay duda que el arma blanca –la navaja, el chuchillo- arrastra unas connotaciones en la memoria colectiva de delincuencia organizada, de minorías asociales, de marginalidad delincuencial o criminógena de las que carece el arma de fuego y a fe mía que el que esto escribe sabe de lo que habla, por la sanción social –y no solo jurídica que arrastró durante décadas. Que ahogan y hunden –y desfiguran- aún más en la memoria colectiva un episodio crucial de nuestra historia a saber la Reconquista en la que España se vio libre de la dominación musulmán por la fuerza del puñal y de la espada (…)

El ideal de la reconciliación entre Europa y el Islam –que habrán esgrimido últimamente algunos desde sectores políticamente incorrectos en ciertos países europeos (como el movimiento de “Egalité et Reconciliation” en Francia y Bélgica)- es un mito que no resiste a la prueba del nueve, la de los grandes conflictos que siguen sacudiendo el planeta las horas que corren, como el de Afganistán o el de Siria, u otro en fase de incubación más cercanos para nosotros españoles, en Libia o incluso en Marruecos.

Los refugiados que tan ingenuamente acoge la UE, fugitivos de la dictadura/atroz (sic) de Bachar-el Assad –que les habrá dado de su propia medicina- se encuentran su mayoría en tal grado de fanatismo que ello explica que algunos en los países de acogida –muchos, pocos- empiecen a verlos como potenciales bombas humanas. Ni el mito resiste tampoco a la prueba de la Historia, al menos entre españoles

“España no la invadieron los árabes” (Blas Infante dixit), o el sueño cruel (sic) de una España sin Reconquista, que denuncio Claudio Sánchez Albornoz en sus últimos días y que sigue vivo entre algunos españoles –y andaluces- a tenor de los incidentes producidos el pasado Dos de Enero durante la celebración de la efemérides de la Toma de Granda. Moraleja, a franceses o belgas se les pueden permitir tal vez –como hipotesis en busca de una explicación me refiero- ciertos sueños. A los españoles, no. Ser o no ser. That’s the question

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