domingo, noviembre 16, 2014

"PODEMOS" Y EL PUÑO CERRADO

Momentos más álgidos de la operación Toma del Congreso –o Rodea el Congreso- en la noche del 23 de septiembre del 2012, cuando lo que los de Podemos llaman el régimen del 78 se tambaleó seriamente y estuvo en un tris de ceder –con las fuerzas del orden estacionadas alrededor del congreso a punto de ser desbordadas en ciertos momentos por la masa de manifestantes (como lo registraron con la mayor acuidad y precisión los medios, en directo)-, con lo que se hubiera desembocado fatalmente en un escenario análogo a lo sucedido en Serbia unos años antes al régimen de Milosevic, y comparable al del 14 de abril de proclamación de la II República española. A buen entendedor pocas palabras sobran
La guerra no terminó todavía. Me refiero a la guerra civil del 36 naturalmente. Una verdad difusa y opaca en sus inicios, que se fue alumbrando –o incubándose- poco a poco en mí los largos años que llevo residiendo en Bélgica. En su origen se me presento como una cuestión predominantemente semántica consistente en llegar a dirimir –poniéndole un nombre a la vez- el qué y el por qué de aquellas resurgencias periódicas e intermitentes en los medios belgas de la guerra civil española de una forma siempre beligerante y partidista a favor de los vencidos de entonces, ya fueran la conferencias organizadas por asociaciones de emigrantes españoles en la costa belga –donde residí unos años- sobre la guerra civil –inicios de la década de los noventa-, y con la llamativa asistencia de notables (belgas) del lugar a los que a todas luces nuestra guerra civil pilló de (muy) jóvenes y que de toda evidencia vibraban al unisono con aquellos emigrantes españoles guerracivilistas.

Ya fuera, unos años más tarde el film de cineasta (trotskista) judío inglés, Ken Loach, "Land and Freedom" proyectado con todo destaque en Bruselas y con “agit prop” además a tenor de la claque léase el rojerío cosmopolita –ingleses o anglosajones algunos de los, que más ladraban (…)- que llenaban la sala el día que asistí a su proyección y de sus reacciones ante mis gritos de denuncia y de protesta al final. Ya fuera el debate organizado en la feria del libro de Bruselas del 2007 sobre las fosas del franquismo con participación de los recuperacionistas de la memoria de los vencidos.

Ya fuera el abrupto final que tuvo un semanario español de Bélgica del que hoy y nadie habla como si no hubiera existido –“El Sol de Bélgica" aparecido en febrero/marzo del 96- y que dejó abruptamente de publicarse en el 2001 -sin que hasta hoy se diera explicación ninguna- a raíz de un artículo incendiario publicado en su último (o penúltimo) número como desenterrando de nuevo el hacha de la guerra civil, de la presidenta (octogenaria ya para aquel entonces) de "la asociación de los niños de la guerra" en Bélgica, que a todas luces le dieron barreno al semanario aquel -tan aguado y deslavazado- cuando ya no interesaba a alguno de sus promotores (guerracivilistas)

Ya fuera el premio Magritte de cine belga que se llevó en una de sus modalidades y en la primera edición de esos certámenes, en el 2010, otro reportaje sobre las victimas (republicanas) de la guerra civil y el estreno de aquel a puerto semi/cerrada y de forma subsidiada a base de la distribución de las entradas a la sesión aquella entre funcionarios belgas y empleados del sector público –como tuve ocasión de comprobarlo de primerísima mano- en una sala a abarrotar, lo que no me impidió por cierto de boicotear la sesión, y en gran medida reventarla.
Caretas fuera. El nuevo secretario general de “Podemos” saludando puño en alto tras su elección (abrumadora) Pablo Iglesias a no dudar que estuvo bien presente y operante en el 25-S con todos sus amigos y camaradas y colegas de Vallecas, bucaneros o lo que fueran (…) Y como hombre inteligente que se supone que es sacó sus propias conclusiones de la jornada aquella y de su estrepitoso fracaso también. Como las sacaron los conspiradores republicanos que firmaron el Pacto de San Sebastián, tras el fracaso de la sublevación de Jaca. Y quieren a ahora a todas luces obtener por la vía legal y parlamentaria lo que no pudieron –desde la eclosión del 15-M-, a base de “agit prop” en los medios nacionales y extranjeros –con el Diario El Mundo a la cabeza-, y de algarada y de agitación callejera (por “pacifica” que fuera) A saber, el derrumbe de lo que ellos llaman el régimen del 78, tras lo cual solamente, estarían en condiciones de firmar el ultimo parte de la guerra civil “Españoles, en el día de hoy hundido el régimen del 78, heredero del régimen de Franco, la guerra ha terminado. ¡Viva la Republica!” ¿Cualquier parecido con la realidad pura coincidencia?
Ya fuera el boicot del que el que esto escribe fue objeto tratando de presentar una tesis de doctorado en una universidad belga, en un tema del que yo mismo era consciente de estar infringiendo de una forma u otra la ley de la Memoria histórica. Ya fuera –el episodio tal vez de mayor alcance y gravedad de todos de los que fui aquí a la vez protagonista y testigo- la llamada crisis de las extradiciones en las relaciones hispano/belgas del 96 cuando la justicia belga se negó a entregar a España dos presuntos etarras que acabaron viéndose objeto de culto iconográfico en la prensa belga (de expresión neerlandófona) Y no sigo por que la listea sería interminable de lo que en mis primeros años de estancia aquí en Bélgica di en llamar “guerra –de los Setenta Años- de propaganda sobre la guerra civil española”

Hoy ya se me antoja que hay que simplificar los problemas para mejor abordarlos o hacerles frente, empezando por su planteamiento o enunciado. "La guerra (aquella) de los setenta año"s –hoy ya casi ochenta- que era como yo convine en un principio en llamar lo que me parecía una guerra (apenas) de propaganda sobre nuestra guerra civil, se ma apareció de repente, de forma clara y sin tapujos como lo que es y lo que siempre fue, a saber una guerra a secas (sin complementos ni adjetivos) –no otra que la del 36- que para los españoles no se ha terminado todavía. Ni tampoco para extranjeros. Algo que se aparenta mucho más a una evidencia palpable que a una tesis aun por demostrar todavía.

Lo que a fe mía traté de hacer en mi libro sobre Umbral como lo habrán podido comprobar todos los que lo hayan leído, en particular su conclusión de redacción reciente justo antes de la publicación de la obra, en la que por vía de deducción lógica como quien dice vine a sostener –apoyándome en mi análisis de las obras guerra civilistas de Umbral y de la significación verdadera en los planos histórico e ideológico de su autor- que la guerra civil española no había aún finalizado. Y solo desde esa óptica –el de un reencenderse inesperado aquí o allá de las hostilidades tantos años (décadas) después, pueden analizarse medianmente medianamente axcertada y con ayuda de las convenientes pistas de seguimiento, acontecimientos que se habrán sucedido en cascada en los últimos tres años, de los que actuarían a modo de detonante las primaveras árabes y la que se puede considerar su repercusión directa en España, a saber la eclosión del 15-M y de la movida de los indignados.
La guerra civil en ascuas casi ochenta años después por cima de los Pirineos. Este reportaje estrenado primeramente en francés, de un hijo y nieto de emigrantes (y exilados) españoles (asturianos) en Bélgica –con participación importante en el guion de José Semprún (hoy ya fallecido) y del poeta/comunista Marcos Ana-, se mereció en febrero (nota bene) del 2011 –a dos meses de la irrupción del 15-M (...)- nada menos que el premio Magritte al mejor reportaje en la primera edición de esos galardones supremos del cine belga. Lo boicoteé –con bastante éxito- yo solo por mi cuenta en su estreno a puerta (semi) cerrada, y después no volví a oír hablar de él como si hubiera pasado a la historia, hasta ahora que lo veo anunciado de nuevo para dentro de unas semanas en una sala de una de las dependencias de la universidad de Lieja, zona de implantación emblemática desde los tiempos de la guerra civil de refugiados rojo/republicanos y su descendientes en Bélgica Sin duda al socaire del surgimiento y del auge de “Podemos” y de su catapultaje reciente en el Parlamento Europeo. ¿Olvido y reconciliación en el programa de estos jóvenes indignados y demócratas? ¡A otro perro con ese hueso!
Epifenómenos de ese reapertura de hostilidades –en la medida que abarcan, o abarcaban solo a una parte circunscrita del territorio nacional- y a la vez muestras palpables de la misma por llamarlo así, lo fueron en el terrorismo etarra en el país vasco, y lo es ahora el desafío secesionista en Cataluña que tuvo su punto de partida –en su recta final si se quiere- hace tres años también en el 2011 precisamente. Y el último hasta la fecha de esos chispazos de guerra civil inacabada (casi ochenta años después) lo habrá sido a no dudar el fenómeno de la emergencia fulgurante como un cometa o una estrella fugaz –que a fe mía que no creo que llegue a más- de Podemos y de su mediático líder, niño mimado de los medios –de izquierdas y de derechas-, que aparece hoy mientras esto escribo en todos las primeras planos de la prensa digital y escrita saludando (triunfalmente) puño en alto, en señal de desafío, después de haber evitado cuidadosamente de “definirse” o destaparse de esa forma durante la celebración de su reciente congreso (…)

Personalmente me traen sin cuidado los matices ideológicos "post/marxistas" –para uso de incautos o de conversos- que tanto exhiben los de Podemos y de su líder. Lo mismo que sus precauciones oratorias o selcomedimiento –un tanto relativo- en el lenguaje que utilizaron hasta ahora. Lo esencial como traté de explicar y dejar claro en estas entradas hasta ahora, es que el líder de Podemos se asume –sin problemas ni complejos- como un heredero por la vía de la sucesión biológica de los vencidos de la guerra del 36. Y si no fuera así, si fuera verdad que se viera animado de ese espíritu de superación del pasado que algunos (ingenuos) se empecinan en querer ver en él, no la habría bastado más que un guiño en dirección de los otros –de los (supuestos) vencedores de la guerra civil lo que en ningún modo tuvo hasta ahora. Peras al olmo el pretender lo contrario por supuesto. Como sea, sus guiños son todos para el otro lado hasta el punto que llegan a acusar al PSOE de traidores (sic) por haber pactado en la transición con los fascistas.
En mi libro sobre Umbral trato de demostrar –y a fe mía que creo que acierto- que la guerra de memorias antagonistas sobre la guerra civil del 36 ardía a todo arder en el campo de batalla privilegiado que fue siempre la obra de Umbral, como lo siegue siendo hoy –su obra en sí lo mismo que la simple evocación de su figura- tras su muerte. Y el boicot descarado del que mi trabajo de tesis doctoral, que constituye lo esencial de aquel, fue blanco en la Universidad Libre de Bruselas me parece hoy –varios años después- un simple episodio o escaramuza de la guerra del 36 aún inacabada casi ochenta años después. De la que Bélgica por razón de su (mal asumido) pasado español fue siempre hasta hoy un teatro privilegiado por cima de los Pirineos
Me he estado viendo justo antes de ponerme a a escribir esta entrada un video en una publicación digital donde se analiza al por menor la cuestión (tan capciosa) del comunismo real o presunto de Podemos y de su líder, y a fe mía que acabé con el regusto ligeramente amargo de haber estado perdiendo el tiempo queriendo demostrar y demostrarme a mí mismo por la prueba del nueve lo que es la pura evidencia. Iglesias y sus acólitos son otra generación, la de los nietos y biznietos de los vencidos de la guerra civil, mientras la que yo afronté –y a la que acabé dando la espalda- eran la de los hijos renegados de los vencedores de aquella, y en ese sentido o desde ese punto de vista se podría decir que el conflicto se me presenta ahora de forma más clara como en campo abierto si se prefiere, mientras que aquello -horresco referen!s- tuvo mucho de un guerrilla intestina con los que procedían grossso modo del mismo medio sociológico –y familiar incluso- que el mío. La peste y el cólera si bien se mira.

Los de Podemos –grosso modo los mismos, ya digo, hoy como hace dos años- fracasaron en el asalto al palacio de las Cortes, y todo apunta a que su irrupción fulgurante ahora en el panorama electoral español no sea más que un volver a la carga, esta vez por la vía democrática o parlamentaria. Un poco como la táctica y estrategia seguida por los republicanos españoles firmantes del pacto de San Sebastián, tras la sublevación de Jaca.

Los pueblos que no aprenden de la historia están condenados a repetirla, y están aún sin duda por esclarecer y pendiente sin duda de revisión ciertos capítulos de la historia española contemporánea que se vieron oscurecidos adrede por las corrientes historiográfícas, sucesivamente dominantes  y en concreto todo el periodo que precedió a la proclamación de la Republica, en el marco de la cual se produjo el estallido de una guerra civil que casi ochenta años después, como digo,  no se ha terminado todavía.
El General Primo de Rivera a la derecha de Alfonso XIII al producirse el golpe de Estado que daría inicio a la Dictadura, el 23 de septiembre de 1923. Fueron juristas en la órbita de la Institución Libre de Enseñanza –una filial en suma de la Universidad Libre de Bruselas (ULB)- los que levantaron la liebre de la necesidad de una/constituyente -como ahora los de Podemos-, erigiéndose (a toro pasado) en vestales de la pureza constitucional ultrajada (y vio-la-da) por la Dictadura de Primo de Rivera. Con la diferencia notable –y de talla- que los partidarios de la ruptura ahora tienen delante suyo una constitución votada y aprobada en toda regla hasta prueba de lo contrario. Y algunos joseantonianos que no dejan de hacer guiños descarados a los de Podemos las horas que corren, deberían hacer un esfuerzo de memoria en estos tiempos de aniversario, ellos que profesan –hasta el fanatismo- culto a la memoria de alguien que entró en política precisamente para defender (sic) la memoria de su padre

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