lunes, noviembre 10, 2014

MARIANO Y CAYETANA

María Rosa Urraca Pastor me pareció una mujer afable y admirable y ejemplar cuando la conocí en la primavera del 76 en Barcelona –a seguir a la Semana Santa- en la sede de antiguos combatientes de la División Azul en el centro de la Ciudad Condal, en la conferencia que le organicé yo (sólo) por mi cuenta al obispo Lefebvre en el marco de la gira que hizo entonces –y yo con él- de difusión de su obra del seminario de Ecône en Suiza, por el norte de España. Y no saldría yo de mi asombro –y de indignación- muchos años después cuando me enteré que no era otra más que ella la que se escondía en caricatura (ultrajante) detrás del personaje (cómico y repulsivo a la vez ) de Doña Urraca de los tebeos de nuestra infancia (de la editorial Bruguera, de Barcelona) Y es que una barcelonesa de adopción y donostiarra de estirpe y de nacimiento –carlista y partidaria del régimen además para mayor inri (que me puso a bajar de un burro a Prat de la Riba mirándome a los ojos entre paréntesis)- no podía ser de ninguna manera digna del “seny” de aquellos humoristas rojos catalanistas (emboscados) de la prensa infantil “made in Cataluña” de la posguerra (años cincuenta) ¡Mito de piel dura y longeva el “seny” catalán que me hizo sentirme (absurdamente) inferior en el pasado en presencia de catalanes! Y lo siento por los que a todas luces siguen presos de sus encantamientos
Mariano Rajoy es de ataque de nervios, estamos de acuerdo. Por sus silencios sobre todo, me refiero. Y Cayetana –la presidenta de Libres e Iguales- lo sufre más sin duda por encontrarse más cerca de él (dentro del partido del que los dos forman parte)

¿Se ha equivocado (y además de cajón) no obstante el presidente de gobierno esta vez en su (sempiterna) estrategia –de callar y dejar hacer- dentro del estrecho margen de maniobra que le otorgaban el sistema en vigor y las circunstancias de dentro como de fuera? No estoy tan seguro. Y me dejo guiar en mis apreciaciones de un barómetro muy especial pero de gran fidelidad por tratarse de un sector de opinión pública de fuera de España particularmente sensible con el problema catalana, y con los sueños y aspiraciones de intendencia de los separatistas; y me estoy refiriendo a los belgas flamencos.

Intervengo desde hace años –como aquí todos ya saben- en unos foros de opinión en neerlandés y no he podido menos de hacerlo esas últimas semanas en la discusión que se abrió en ellos sobre el tema en ascuas de la consulta independentista. Y no hay que ser un lince para darse cuenta del desencanto visible de los más ardientes partidarios aquí en Bélgica flamenca de la independencia de Cataluña tras el show de ayer domingo y su desenlace.
Estatua -un tanto impúdica, se me reconocerá- en honor de Ferrer Guardia a la entrada de la Universidad Libre de Bruselas. Es curioso que una ciudad marcada por la iconoclasia tan acusada- desde los tiempos de las guerras de religión (y de la tormenta de las imágenes que aquí en Bruselas tuvo precisamente lugar)- de la mayor parte de los países al Norte de los Pirineos se vea surcada de raras excepciones de un sello español o hispánico mayormente, como la estatua de Ferrer, las de los nobles Egmont y Horn decapitados por orden del Duque de Alba o el busto (iconográfico y martirial) erigido al presidente marxista chileno Salvador Allende, también en uno de los paseos de la Universidad Libre de Bruselas. Ferrer no era separatista propiamente hablando, pero el nacionalismo le rinde culto de martirologio (de víctima del estado español) Y qué de extrañar pues que una de las mesas “electorales” de la consulta del domingo pasado se viera emplazada en alguno de los locales –o espacio más bien al aire libre (…)- de la Universidad Libre de Bruselas. Por lo que vi, cuatro gatos
¿Golpe de estado? ¿La ley –y la democracia por los suelos? ¿El desacato y la obediencia triunfantes? No ma que lo llevan estando desde hace tantos años y más en concreto desde los tiempos de José María Aznar del que se puede decir que puso las bases de todo lo que esta ocurriendo. En el plano lingüístico me refiero. Lo esencia estas últimas semanas se jugaba a nivel callejero en mi podestá opinión, en Cataluña. Y en ese plano se puede decir que no ocurrió na-da, es cierto, acorde al ambiente de clama chicha que acompaño a la consulta. Incluso en el extranjero.

Aquí en Bélgica sorprendí ayer ya más bien tarde a unos voluntarios con la estelada cuestas, sin duda habiendo participado en un simulacro electoral a la entrada de la Universidad Libre de Bruselas, y lo que más llamaba la atención era el silencio tan ruidoso que arrastraban: dos niñatos –chico y chica- y nadie más alrededor, a imagen y semejanza de lo que había debido ser la votación que habían “presidido” esos dos a todas luces.

Las instalaciones de un colegio –de curas más que seguro (…)- y colas de espera en su patio de deportes, esa es la foto más impactante que consiguieron de la consulta a la prensa global por lo que tengo visto en la revista de prensa que me impuse hoy como suelo hacer a diario (aquí ya todos lo saben)

El desafío se presentaba a nivel de calle, ya digo, pero el problema de fondo no se traduce tampoco en un cuestión de elucidar quién “gano” ayer tras la celebración de la consulta. Una mujer dueña de un comercio en el centro de Barcelona, entrevistada por el autor del reportaje en la radio televisión belga flamenca, daba ayer con la calve tal vez sin darse cuenta afirmando –al cabo de una intervención en, a que no hizo más que soltar uno detrás de otro todos los tópicos catalanistas al uso (Cataluña más rica, más europea, más abierta etcétera, etcétera)- que el gobierno de Madrid tenía que reconocer que había un problema (sic)

Por supuesto. ¿Pero cual? Aquí ya expuse mi solución o si se prefiere mi respuesta a esa pregunta crucial en alguna de mis recientes entradas de las que se me antoja –a tenor de signos o indicios que no mienten- que ha levantado ampollas, sobre todo entre catalanes de la tendencia digamos españolista. El problema es el habla catalana, lo dije y lo mantengo. En una carta abierta de un falangista o (ex falangista) catalán –del sector patriota)- que me habrá servido de acicate (lo confieso) en la redacción de esta entrada, su autor se muestra dolido de lo que a él le parece incomprensión del resto de España hacia los catalanes en unos términos –dónde esta España, dónde están los españoles, donde está su amor por Cataluña- que suena más a provocación o malentendido enojoso más que nada.

¿Y donde está las horas que corren el amor por España de algunos –muchos, pocos- catalanes? Se lo diré yo sin ambages y sin necesidad de preámbulo alguno: disuelto -como en un recipiente lleno de ácido o en un pozo de cal viva- en su pasión (enfermiza) por el habla catalana. El amor a la patria chica –de nacimiento- no es propiamente separatista, ni siquiera el amor a una patria de opción (o de emigración) Eso es lo que viene a querer decir si lo entendí cuando la leí de joven la metáfora de la gaita y de la lira –léase de la tensión dialéctica entre el amor a la patria de todos y el de la patria chica- de José Antonio Primo de Rivera que algunos repiten y repiten sin parar los días que corren como palabra de evangelio o versículo coránico, sin poder ir mas allá ni volar más alto (por las trazas) que lo que da de si esa imagen tan manida, con vistas a la resolución o esclarecimiento del problema.

Se puede residir –y doy fe de ello- durante cerca de treinta años en esto países bajos, en estas tierras de Flandes sin que el sentimiento patriótico, el amor a España se enfríe antes al contrario, se inflame y se fortalezca. No es la tierra la que enfría el patriotismo español de los catalanes, no son sus encantos –innegables- comparados con otras regiones españoles lo que enfría el amor a España de muchos de los catalanes aquejados de la fiebre catalanista, no es lo que hace (abiertamente) renegar a tantos hijos y nietos de emigrantes de la tierra de origen de sus antepasados.

El veneno disgregador está en la lengua, que me diga en el habla catalana. Y soy consciente de los ataques de rabia y de furor que corro el riego de desatar en algunos expresándome en esos términos. En el autor de la carta abierta al que aludo más arriba sin ir más lejos –y ojalá que me equivoque- que confiesa en su misiva su apego desde niño al habla catalana que le viene de sus padres y sus abuelos y bisabuelos y paro de contar, aunque él mismo confiesa también que son muchos los catalanes –como él- que se sienten hoy divididos (sic) por dentro y llenos de angustia en los tiempos que corren (...)

Y se sienten sin duda así porque lo que se juega en Cataluña como ya lo expliqué en recientes entradas es una luha a vida o muerte entre la lengua madre de todos los españoles y el habla catalana. Y se significativo que quien se muestra tan angustiado y desamparado –por el resto de los españoles- no tenga ni una palabra de crítica por leve que sea –nunca se la leí desde luego- hacia el modelo de inmersión normalización, léase de normalización lingüística, tiránico y sectario que impera desde hace décadas en la enseñanza catalana –grosso modo desde los inicios (nota bene) de la era Aznar- y que tiene condenada a muerte y en vías de extinción –en una o dos generaciones-la lengua madre de todos los españoles en Cataluña.

Y los argumentos de autoridad (tan manidos) que da –Pla, Maragall, el obispo Torras y Bagés (…)- no parecen ni pertinentes ni determinantes en modo alguno, como aquí todos y saben de lo que tengo expuesto en otras entradas. Se le olvidó no bastante uno, el mayo valedor tal vez del habla catalana en el siglo XX, un silencio sintomático el suyo y de lo más elocuente, y me refiero a Prat de la Riba del que Pio Moa da cuenta en su obra reciente. Pio Moa ve en Prat de la Riba (cargado de razones) el padre fundador del nacionalismo catalán. El Sabino Arana del catalanismo.

Y no sé si lo dice también porque no me he leído su libro aunque como me suele ocurrir con todos los suyos creo adivinar sin leerle expresamente lo que en fondo quiere decir por detrás de toda su documentación tan profusa y su exposición tan prolija (y literaria)- pero es un hecho que Prat de l Riba fue una criatura, un ahijado en el plano político como religioso del obispo Torras y Bagés (más arriba mencionado) el gran campeón del resurgir del habla catalana en la era contemporánea y gran propagandista del "seny" que invoca el falangista (o ex – falangista) catalana a modo de jaculatoria al final de su carta abierta.

Otro mito, el seny, que nos hizo sentirnos algunos inferiores en el pasado en presencia de catalanes. Una simple coartada por la que, los humoristas –rojos/separatistas- de Editorial Bruguera (de Barcelona) en los años cincuenta cubrieron de oprobio de befa y escarnio a una persona tan desarmante y tan ejemplar y encantadora como María Rosa Urraca Pastora, la Doña Urraca de los tebeos de nuestra infancia (¡quien nos lo hubiera dicho de niños!) Algo que cuando me enteré mucho después de conocerla personalmente en Barcelona –acompañando el que esto escribe al obispo Lefebvre en una visita a la Ciudad Condal (en 1976)-, vistiendo ella (nota bene) de camisa azul en su calidad de Delegada (tradicionalista) de la Sección Femenina, no salía de mi asombro y de mi indignación.

Y era que un catalana de adopción tan emblemática como María Rosa carecía sin duda del menor asomo de "seny" a los ojos de aquellos humoristas (emboscados) rojo/catalanistas. ¿O acaso fue el "seny" el que impidió hasta hoy al falangista (o ex-falangista) catalán al que hago alusión más arriba de permitirse un gesto (amable) conmigo por nimio que fuera tras haberle brindado mi solidaridad y mi apoyo cuando se vio condenado –por delito de revisionismo- hace unos años por un tribunal de Barcelona? Sencillamente, yo no era uno de ellos, esa es la glosa que me mereció su silencio de entonces (tan ominoso)

¿El "seny" y el habla catalana por montera en los que se estan nsurigiendo ahora contra la tirania política del nacinalismo que tanto tiene de lingüistico en Cataluña? No lo creo. No qiero creerlo desde luego, pese al bilinguismo (forzoso es de creer) que siguen utlizando. Y es en ese plano a mi juicio donde se juega -y no en rsultado o consecuencias de la mascarada del domingo pasado- la partida entre Mariano y Cayetana (de Libres e Iguales) en Cataluña

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