jueves, noviembre 06, 2014

CORRUPCIÓN, NEUROSIS ANTI FASCISTA

León Degrelle encontró refugio en España y en particular en la Costa del Sol donde falleció, gracias al apoyo incondicional que le brindo José Antonio Girón. Girón, Marbella y la Costa del Sol fueron y siguen siendo nombres emblemáticos del léxico (o del catecismo) anti-corrupción en la España actual, en su clase política y sobre todo en su magistratura. Los falangistas del régimen anterior serían puestos en la picota –durante décadas hasta hoy- de ejemplos arquetípicos de políticos corruptos, por propia definición y por partida doble: por fachas y por libertinos y mujeriegos, una acusación de la que se veían a cubierto (por lo que fuera) los políticos de la Obra
Quien no es agradecido no es bien nacido, es lo que aprendí y mamé, sin duda como tantos otros. Y no puedo por menos de recodarlo y de mencionarlo –un tanto dolorido y sin querer tirar piedra ninguna que eso quede aquí bien claro- tras las declaraciones de Teresa, la enfermera contagiada y curada por fin (albricias) del virus del Ébola. Dice que no guarda rencor pero no desperdicia ahora la ocasión de tirar una bala envenenada contra los responsables políticos, y no podemos remediar muchos el pensar que en la línea de flotación de su alusión beligerante se encuentre le consejero de Sanidad puesto en la picota en los medios (y amenazado incluso) por su marido.
O tal vez se que los que no somos gallegos no alcanzamos a comprender cierto tipo de reacciones o ciertos giros de lenguaje, acorde al chiste aquél (inofensivo y en nada hiriente a mi juicio para ellos) sobre el gallego que no se sabía si subía o bajaba al cruzárnoslo en la escalera, y es tal vez lo que ocurra ahora con la enfermera (milagrosamente) curada en la tesitura en la que la habrá puesto antes i misma y de cara los medios la actitud claramente beligerante de su marido. O acaso víctima -una más- a penas de esa neurosis anti-corrupción que ya denuncié aquí y que los medios no dejan de propagar de forma se diría teledirigida y orquestada con uno fines claros y diáfanos desestabilización y otros más oscuros tal vez incluso.
José Antonio Girón fue chivo expiatorio de los inquisidores y fiscales anti-corrupción (aficionados) de los medios, desde la transición hasta nuestros días. Girón –el falangista, el León de Fuengirola (que se había construido un bunker en la Costa del Sol)- no podía ser más que un corrupto y ejemplo de corruptos por propia/definición: por facha, amigo y camarada o correligionario ideológico de los vencidos en el 45 (como Leon Degrelle) Y además, por mujeriego. Franco no obstante le defendió en ese punto. “Yo no le pido a nadie que se la coja con papel de fumar,” le dijo en la audiencia que la concedió al respecto, acosado por sus rivales y enemigos políticos. ¡Neurosis anti-fascista la de la corrupción, que hace estragos en la España de hoy!
Y el ultimo botón de muestra me lo ofrece un escritor, Julio Llamazares, del que he leído poco por no decir casi nada salvo los fragmentos de su obra colgados –como dazibaos de la revolución cultural china, o como palabra de evangelio- que me ha sido dado en alguno de mis viajes fugaces a Madrid el leerle con sorpresa e interés y agrado lo confieso en los vagones del metro madrileño. Dicho eso, con el corazón en la mano, debo confesar también que no estoy en absoluto de acuerdo con su artículo de hoy en el país y sus comparaciones odiosas entre la Mafia napolitana –la Camorra- y el fenómeno de la corrupción política en España las horas que corren. Perdónales porque no saben lo que dicen, me dan ganas de decir y a fe mía que sin intención ninguna de herirle o de ningunearle. Pero comparar el crimen organizado a las mordidas y a los contratos irregulares de los politicos españoles es sin duda algo a mi juicio tan desorbitado como la (mala) costumbre que cogieron los rusos tras la caída del muro de empezar a tratar de mafiosos a su políticos atrapados en tráficos de influencia más o menos problemático o delictivos.

Crimen y crimen organizado y las organizaciones que los protagonizan son palabras mayores, y tal vez que no se puede pedir a ciudadanos normales en materia de discernimiento lo que se puede pedir a otros que atravesaron en su vida por situaciones atípicas y a la vez traumáticas en extremo como el que esto escribe, y como aquí todos ya saben. Ciertas dosis o grados de corrupción forman parte de la vida y de la historia de la Humanidad, y no digamos del sistema democrático, porque a fuerza de ver corruptos y corrupción en la clase política –o en la casta como dicen los de Podemos y mis camaradas de la extrema derecha (para entendernos)- van a acabar por convencer al conjunto de la sociedad y de la opinión publica española que lo corrupto, la fuente misma de la corrupción lo es el sistema democrático, la democracia misma, real, virtual o como adjetivarla se quiera.

En el tardofranquismo y sin duda formando parte de la guerra de propaganda a todo arder dentro y fuera de nuestras fronteras contra el régimen anterior en vías ya entonces de hacerse el harakiri como acabaría consumándose pocos años más tarde, ciertas figuras emblemáticas del régimen de su sector digamos en la mirilla de la guerra de propaganda anti-corrupción en su versión española, a saber los franco/falangistas como José Antonio Girón colgarían con el sambenito de corrupción en una imagen o etiqueta de ignominia vaga e precisa en la que se mezclaban churras con merinas, la imagen de mujeriego del antiguo Ministro de trabajo con sus negocios inmobiliarios.

Lo primero lo asumía él sin problemas como lo hizo delante de Franco al que pidió ser recibido en audiencia especial para defenderse y explicarse al respecto, a lo que Franco habría respondido con la frase memorable aquella de que “yo no le pido a nadie que se la coja con papel de fumar”, que dejó a su ministro visiblemente satisfecho. Respecto a sus negocios inmobiliarios, ahí está la Costa del Sol emporio y florón de nuestra industria turística que ve asociada su nombre para la posteridad al antiguo ministro falangista.

“Corruptos” lo eran (fatalmente) Girón y los falangistas (o franco/falangistas) por propia definición, por fachas quiero decir y además por mujeriegos, a los otros en cambio los salvaban del escarnio y del linchamiento de los medios las bulas y las indulgencias pontificias y los santos/rosarios que rezaban en grupo en sus viajes políticos o de negocios como contaba Umbral de un viaje en avión que hizo con Laureano López Rodó y su séquito. ”Girón, Girón hombrón en camisón!" decía –en la necrológica memorable que le dedico en el Mundo- Francisco Umbral que en el fondo el admiraba y veneraba como lo que había sido para él, un padre de reemplazo”
Valle Inclán con su memoria (irredenta) a rastras del carlismo vencido calumnió no poco al (largo y próspero, por lo que tuvo de "carlismo sin sotanas") reinado de Isabel II -y a su soberana “la de los tristes destinos” como la llamaron (al unísono) los españoles-, del que algunos quieren ahora –en las huellas de Podemos- servirse de parábola (oriental) de la España de hoy. Del carlismo en sus infancia y juventud al (filo) anarquismo al final de su vida. Para un viaje no se necesitan alforjas como el que vienen siguiendo algunos –desde el falangismo y de los sectores “patriotas”- adeptos beaturrones y bobalicones de Podemos. A la vejez viruelas
¿Me estoy dando acaso con la cabeza contra un muro, sin saber cómo abordar, resolver o acometer un problema o problemática typical spanish? El mujeriego corrupto es un clisé consagrado en la historia de la literatura española contemporánea, si se piensa en aquel Adolfito Bonizaf que Valle Inclán en su Ruedo Ibérico presentaba con todos los trazos del señorito golfo, amigo (y tal vez más que eso, a creer a aquel) de la reina castiza Isabel II (de sus culpas y pecados de carlista recalcitrante e impenitente) Recuerdo haber leído a alguien fuera de toda sospecha, Federico Jimenez Losantos una crítica acerada del autor de Luces de Bohemia en la que venia acusarle de terrorismo intelectual por la carga trasgresora y corrosiva sin duda, tan formidables, que encierran la mayor parte de sus novela. Y a fe mía que algo de razón lleva Losantos.

El autor de Tirano Banderas, republicano al atardecer de su vida –cuando llego hasta a ser embajador de la Republica en Roma (bajo el fascismo)- y carlista irredento en el fondo, arrastraba el síndrome de todos los vencidos, y en su caso lo era sobre todo la memoria histórica del carlismo vencido, que arrastraba tras suya de forma más o menos vergonzante. Como sea, no cabe duda que la neurosis anti-corrupción que se habrá contagiado a tantos españoles en las últimas décadas arrastra unas raíces culturales que vienen de Valle Inclán en gran medida. Y la Dictadura de Primo de Rivera no erró en demasía con aquella ficha tan cacareada a su nombre en la Dirección general de Seguridad aquel entonces, de “eximio escritor y extravagante ciudadano” y entre sus extravagancias se contaba sin duda ese filo anarquismo que tan caro –en ríos de sangre- lo pagaríamos los españoles en la guerra civil.

Curioso que los jueces y fiscales que andan detrás de esta operación/púnica habrán dado en hueso con el presidente de la Diputación de Leon, heredero en el cargo de Isabel Carrasco, la edil del PP víctima de un crimen (de asesinato) vil y hediondo en extremo que denuncié sin tapujos ni reservas ni paños calientes lo que me valió rupturas y sin duda enemistades secretas a partir de entonces. Ella sabría por qué, ese era el argumento subliminal -de tristes resonancias para españoles en nuestra historia reciente de las últimas décadas- que se escondían agazapado entre los agravios y reproches de los que se echaron como buitres encima de la política leonesa, tras su asesinato. A izquierdas como a derechas.
"Ella sabría por qué", era lo que venían a decir o a querer decir, hipócrita y sibilinamente –con tristes resonancias del conflicto en el país vasco- los que de una maniera u otra tiraron la piedra –escondiendo la mano (entre ellos algunos en la extrema/derecha)- contra Isabel Carrasco, tras el vil y ominoso (y hediondo) asesinato del que fue víctima. Sus motivos tendrán, cabe decir ahora en cambio del presidente de la diputación de León, sucesor de aquella, y alcalde del (importante y boyante) municipio de Cuadros –en las afueras de la capital leonesa- y sus ediles haciendo piña con él que se niegan a dimitir y a reconocerse culpables, puestas en la picota por los medios. ¿Hasta cuándo esta tiranía audiovisual? ¿Quién le pondrá el cascabel al gato? El bozal o la mordaza que me diga. ¿Gobierno de jueces? Libera nos domine
Él sabrá por qué, cabe decir ahora no sin dosis de cinismo (legitimo), el presidente de la Diputación de León que se negó terminantemente a ceder su puesto. Que a fe mía que criminalizar y meter en la cárcel a gente normal que no son ni criminales ni delincuentes hasta que no se demuestre lo contrario, es mas fácil que indagar en fenómenos de raíces complejas como el de los contratos irregulares, el de las mordidas.

¿Qué tiene que ver con eso con el mundo del crimen organizado de la ley del silencio, de sicarios, de ajustes de cuentas –en sangre-, hasta la suplantación de la propia identidad de las víctimas? Bandas de niños golfos malcriados a lo sumo como el Adolfito Bonifaz o el Gonzalón de Torre-Mellada que Valle Inclán carga de tintas tan negras en su novela, esos son los molinos de viento contra los que la campaña anti-corrupción viene mayormente embistiendo desde hace años

¿Me equivoco? Es posible. Vivo fuera de España y no tomo parte en la política en sentido pleno de la palabra en el actual régimen democrático, pero me fio en mi intuición, por mucho que puedan cojear algunos de los postulados en los que me baso. Y mi intuición y mi sexto sentido me dicen que el de la corrupción no es más en el fondo que un arma de guerra de propaganda. ¿Que qué otra cosa es la política en tiempos de paz (y en democracia)?

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