miércoles, octubre 22, 2014

¡ALTO A LOS ATAQUES A LA PROPIEDAD PRIVADA!.../...

¡ALTO A LOS ATAQUES A LA PROPIEDAD PRIVADA!
Encrucijada (otra vez) de todos los peligros y amenazas la que se avecina el próximo viernes delante del teatro Campoamor de Oviedo con motivo de la entrega de los premios Príncipe de Asturias. ¿Volverá a repetirse (a escala ovetense) el escenario –de violencia incontrolada- que se dio en Madrid el pasado 22 de marzo (fecha efemérides fetiche nota bene del desencadenamiento, por Daniel Cohn-Bendith del mayo francés del 68)?
El hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, por lo que no cabe descartar ningún escenario de entrada, cabe razonablemente suponer no obstante que la lección de hace seis meses no haya caído en saco roto en las instancias responsables en materia de orden público ni entre las unidades anti-disturbio, que son las que pagaron el pato entonces (por el abultado número de heridos entre sus filas) Un signo o señal más que elocuente, Pablo Iglesias no estará presente en Oviedo, el mesías ha preferido delegar en su número dos, profesor como él de la Complutense que va de marxista (sic) por la vida a estas alturas del partido. Hay gente para todo, como diría uno de mis lectores (del que hace y que no tengo noticias) La crecida de Podemos no augura nada bueno no obstante de un desenlace sin violencia en la encrucijada del viernes próximo. Después de todo quien puede resistir a la Verdad/encarnada, léase al partido en que algunos entusiastas del tipo neófito (o conversos) parecen depositar toda su confianza y sus esperanzas futuras como si la verdad toda la verdad y nada más que la verdad estuviera de su lado. Menos lobo. Puras falacias –cantigas dirían los portugueses- las reivindicaciones y proclamaciones y declaraciones del movimiento indignado (dentro de un orden) En materia de vivienda por ejemplo.
Que aunque es verdad que se andan con pies de plomo y no hablan claro ni en ese ni en otros muchos temas y más aún desde que acariciaron las miles del triunfo electoral el pasado mes de mayo, otros lo hacen por ello –sin tanto remilgos ni complejos- del cuadrante mayormente de los conversos, o de los compañeros de viaje en terminología antigua. La función social de la propiedad, el mismo tótem o tabú, la misma jaculatoria hoy que hace setenta años o de mucho antes de cuando se forjó la (llamada) doctrina social de la iglesia. Aparte de mí ese cáliz. La función/social –erigida en criterio absoluto- llegado el caso se traviste o se transforma fatalmente sin mayores problemas en confiscación y expropiación pura y simple a manos de particulares más o menos caucionados por los poderes públicos. Como se demostró en Chile –con el cristiano progre (y antiguo falangista/chileno) Frei y después de él con el marxista Allende- a finales de la década de los sesenta y principios de los setenta y como denunciaba certeramente las TFP que en eso llevaban razón.
Y la historia se la dio con creces no me duelen prenda ninguna el reconocerlo, yo que tanto les critiqué ya en estas entradas. Porque Chile no sería hoy el país emergente –y puntero entre todos los países hispano/americanos- que es, si hubiera sucumbido hace treinta o cuarenta años a los cantos de sirena del socialismo más o menos cristianos o de rostro humano (como lo vendían entonces) O como saltaría a la luz mucho antes –lo falaz y venosos de esa función/social -erigida en dogma y valor absolutos- durante la II República española en toda la España del Sur donde el problema agrario era más grave y acuciante. El proyecto de reforma agraria de la Falange –cualesquiera que fueran las ilusiones socialistas o franciscanas de su fundador- que algunos esgrimen ahora como un auténtico espantajo, ni contemplaba expropiaciones ni confiscaciones arbitrarias a cargo de particulares, ni mucho menos ocupaciones (sic) de tierras o de bienes inmobiliarios. Defender abiertamente en cambio las ocupaciones por regla general y como norma de conducta –salvedad hecha de casos verdaderamente atípicos- como algunos están ahora haciendo (fuera de toda sospecha) es sembrar cizaña y discordia, y en el contexto español actual, hacerse reo además de complicidad con lo que llevan ya más de tres años buscando a toda costa la subversión del orden establecido, provocando la algarada callejera por sistema con ocasión de manifestaciones legales y pacifistas, de parapeto y de plataformas subversivas, como habrá sucedido ya en los últimos años –desde el 2011- a través de un rosario de efemérides o convocatorias a cual más aciaga –todas del estilo quince/eme- como un auténtico vía crucis tanto para un observador ecuánime y sereno como para el ciudadano medio, que el estado de derecho tiene la obligación ineludible de acabar arrancando de raíz antes de que sea demasiado tarde (para ellos y para todos) El derecho a la propiedad privada es fundamento indispensable de todo orden civilizado. Tan inatacable como el derecho a la vida de los seres ya nacidos. Llámesele derecho natural legado histórico o conquista de la civilización (europea)-, o como se quiera. En él se basan el legítimo ejercicio de una profesión tan generalizada y extendida en el mundo actual como el de las llamadas profesiones liberales y en general la mayor parte de las actividades profesionales y económicas en el mundo de hoy si se hace abstracción del fondo (subterráneo) que supone la economía subsidiada en las sociedades contemporáneas. Un ejemplo sobresaliente que me viene a la mente es el de Dominique Venner, autentico mártir de la civilización europea, que por las posiciones políticas que fueron las suyas en su juventud debió estar en un momento dado (muy) cerca de los postulados y posturas que algunos pregonan ahora a favor de la cultura okupa (tan irresponsablemente) y que vivió –siempre noblemente, dignamente- la mayor parte de vida hasta el final, de su pluma, de su actividad de escritor y conferenciante, autor de obras históricas de divulgación la mayor parte de las suyas. La cultura okupa es un mal todavía mayor (o peor) -como un cáncer incurable- que las sufrimientos que trae consigo fatalmente la práctica de desahucios. Porque si consiguen –como amenazan hacerlo- echar abajo los pilares de la economía pagaremos todos y no solo una minoría –más o menos publicitada- como ocurre en la problemática de los desahucios. El derecho a una vivienda digna –en propiedad nota ben o en régimen de alquiler (…)- está reconocido en la Constitución es cierto. Y también la inviolabilidad del orden público y de la propiedad privada. Y la del propio domicilio frente a escraches y todo tipo de ataques y asaltos y agresiones. Y por encima de todos ellos prima el respeto a las personas físicas, sagrado e inviolable, que les ponga al abrigo de amenazas violencias e intimidaciones por muy justificadas que se pretendan, y también un derecho al honor que nos proteja de acusaciones injustas e infamantes y calumniosas por muy insidiosamente que justifiquen y se defiendan. Frente a indignados (violentos), perro flautas, okupas o hooligans futbolísticos (por muy ultras que sean) Y por más que algunos hayan acabado erigiendo al atardecer de sus vidas y de su trayectorias al capitalismo trasnacional financiero (sic) y a la corrupción –así en abstracto como suena- en el mal absoluto y fuente de todos los males sin mezcla de bien alguno. Como el infierno de la biblia y del catecismo del padre Astete (y el del papa Wojtyla) ¡A la vejez viruelas!


BRASIL ¿GUERRA DE RAZAS?
A cuatro días de la celebración de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en el Brasil, el país entero se encuentra al borde del ataque de nervios o de algo mucho peor todavía. Las encuestas dan a los dos contendientes codo a codo pero por el nerviosismo que se habrá apoderado en las últimas horas del bando de la actual presidenta Roussef –ahijada política y sucesora de Lula Da Silva- no parece que les sean favorables los augurios. Aecio Neves, el candidato del partido opositor, es nieto (lo que yo no sabía) de Tancredo Neves un político veterano que llego a ser presidente del Brasil durante el régimen militar –principios de los ochenta- pero muy brevemente porque se lo llevo a la tumba una dolencia misteriosa ( y fulminante) en medio del duelo colectivo –todavía me acuerdo- de un país entero que veía en él el restaurador de la democracia –pese a su pasado nacionalista-, velando por él en manifestaciones monstruos en la vía publica mientras “su” presidente se debatía en la sala de operaciones entre la vida y la muerte. Después vino lo que vino, una era interminable bajo el signo del sindicalista Lula amigo personal del papa Wojtyla –lo que hizo de él (también, aunque un poco menos que el papa polaco) un icono de la prensa global para el mundo entero como lo acabo siendo también Nelson Mandela. Brasil por la barrera fronteriza (y mucho más que eso) entre españoles y portugueses -como los cañones del Far West cuanto más lindante y cercana más profunda e infranqueables- es poco y mal conocido para españoles. De antiguo arrastra en España la imagen de un país multirracial crisol de la nueva/raza cósmica (mestiza) Un mito (¡ay dolor!) de piel dura y longeva.
Y que no era así en modo alguno es algo de lo que me percaté rápido en los viajes –tres- que hice allí en la década de los setenta, en visitas a familiares míos y a las sedes de la TFP en Sao Paulo -como aquí y en otros sitios ha lo tengo harto comentado- exponentes de un Brasil europeo por detrás de su fachada integrista/católica. Una ensaladera gigante el Brasil, de razas y de culturas donde los fundadores de la nación –descendientes de blancos europeos (portugueses en su inmensa mayoría) seguían ejerciendo, siglos después, más o menos discretamente la hegemonía. La era Lula trajo la rebelión mestiza (nordestina) y afro/brasileña, amenazando explosión cada instante como ocurrió con las gigantescas manifestaciones callejeras de hace un año, de un trasfondo racial más que evidente aunque lo ocultaran cuidadosamente los medios (bajo la tapadera de una movida de indignacion "a la española") Y con todos los visos coincidentes que la era Lula llega a su fin, se ponen todos los duendes –como dicen en Flandes- en danza, o en otros términos, amenaza con encenderse de una vez el conflicto –étnico/racial- latente de siempre en la gran nación luso/americana. ¿Preludio el que en Brasil se está viviendo de una guerra de razas?

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