viernes, agosto 15, 2014

¡DIRECTOR DEL CERVANTES DIMISIÓN!

Esperanza Suárez Garrido, viuda de Umbral, me hizo entrega, de lo más atenta, de mi diploma de asistencia al coloquio "De Larra a Umbral" celebrado en el Escorial en julio del 2010, tras haber yo desvelado en la última de las sesiones los orígenes (presumibles) del escritor, lo que acabé poniendo por escrito en la obra que acabo de publicar. Y por ese y otros muchos indicios estoy convencido -contra los pronósticos y las aprensiones de algunos- que en modo alguno haya podido ella sentirse ofendida por la publicacion de mi libro, "El padre falangista de Francisco Umbral" Y no tendré inconveniente en invocar su nombre en futuras campañas de revidicacion de Umbral frente a la Academia, de cara a la amenaza -de rapto y adulteración- que pesa sobre nuestro idioma por culpa de la hegemonia injusta del español/de/America, consentida y bendecida por la Academia. Arca del tesoro de la Memoria, nuestra lengua, como Umbra con maestría inigualable supo ponerlo de manifiesto. En su vida y en su obra
Pensaba escribir a fe mía de otro tema en mi artículo de hoy, de uno de esos de actualidad rabiosa y devorante de lo que es difícil por no decir imposible el sustraerse, la agravación por ejemplo de la situación en Ucrania, o en el Irak o en la franja de Gaza. Me habrá puesto no obstante en el disparadero y no cabe mejor empleada la expresión un comentario –en los foros del Instituto Cervantes (un respeto)- que leo en la red corrigiendo la traducción que estoy haciendo de mí mismo, de mi libro sobre Umbral quiero decir, en lengua francesa, ante la dificultad que me planteaba una expresión que me salió sin duda de lo más espontánea y natural escribiendo no sé si a vuela pluma o con un plan bien claro y en detalle en mi cabeza, y que a fe mía que juraría haber leído mil veces en mis lecturas hoy como ayer, y desde luego, apuesto el todo por el todo se la leí un montón de veces a Francisco Umbral maestro del idioma.

Y me refiero a la expresión “en punto a”, en la acepción que di siempre por sobreentendida de "en lo que se refiere a", o "en lo tocante a", o incluso “en materia de” Pues bien no, no puedo, estoy en falta, estoy trasgrediendo no propiamente las normas de la real academia que fija y da esplendor que desconoce-¿la desconoció siempre?- esa expresión, en su versión actual, pero sí la jurisprudencia o la doctrina lingüística por asi decir y sus autoridades intocables, como el venezolano (bolivariano) Andrés Bello que estigmatizaba las contaminaciones lingüísticas (un respeto) y otra autoridad hispanoamericana, colombiana menos conocida –prócer de la emancipación (un respeto) como el anterior-, que incluía explícitamente entre esas contaminaciones a la expresión que aquí nos ocupa. Lo dijo Blas, punto redondo. Lo dijeron la Academia y el Cervantes y no hay más que hablar, a acatar sin rechistar. ¡Basta ya!

Como dicen los belgas, lo que es demasiado está de más (te veel is te veel) ¡Bendita expresión (en/punto/a) que me ha hecho despertar y reaccionar! No están robando el idioma, secuestrándolo, adulterándolo, sin que nos demos cuenta, sin que haya nadie que levante la voz de alarma o que de la señal de alerta. Umbral la dio a su manera, pero ya murió. Ninguna lengua europea enfrente esa situación, esa amenaza, ese problema, ni siquiera el francés con el desafío del inglés, porque se trata de una amenaza externa, en el caso del español en cambio es una amenaza desde dentro del idioma, de la variantes más adulteradas del mismo, o más recientes, insurgiéndose (descaradamente) contra la cuna del idioma y el habla y la escritura de sus pobladores y habitantes.
Pérez-Reverte, alguien de mención obligada, (¡no me digan!) en este articulo y en este tema. Por el enfrentamiento -de orden personal más que nada- que le opuso siempre a Umbral (mientras éste vivió), aunque sólo sea.¿Se merecía mas él un sillon en la Academia que Umbral aunque vendiera (o venda) más libros que aquél? ¿Culpa mia el que sus libros -no hablo de sus artículos- acabaran cayéndoseme siempre de las manos por más esfuerzos que hice? Su personaje de Alatriste, que sí que seguí de cerca en cambio, tampoco nos convenció nunca a muchos, en particular a los que nos sentimos españoles en Flandes, por razón de residencia (o domicilio) Un triste diablo mas que un héroe autentico, su personaje fetiche. Que nos redime poco a los españoles de la Leyenda Negra. Y lo prueba el escaso eco que tuvo siempre su personaje aquí en Bélgica, tanto en el cine como en novela
¡Y bendita expresión esta de en/punto/a que me cae ahora como lluvia estival encima, a despertarme del sopor, a decidirme a levantar la voz de una vez por todas! Que el que esté libre de pecado que tire la primera piedra, ya les estoy oyendo algunos, echandome en cara una expatriación –de casi una vida entera- que tuvo no poco de expatriación lingüística, es cierto, transitando y viviendo la mayor parte del tiempo en tierras de francofonía, pero tal vez precisamente esa circunstancia por lo que tiene de sintomático y revelador al mismo tiempo, por el balcón privilegiado de observación que me habrá brindado me haga sentirme investido de un misión o vocación como se le quiera llamar y me hace levantar la voz ahora gritando a voz en grito con todas mis fuerzas.

Fui bilingüe practiqué el bilingüismo  en la vida diaria-el trilingüismo incluso a veces-, es cierto, pero no rompí nunca el cordón umbilical de mi monólogo interior, de mi trabajo de escritura diario o casi diario (durante décadas) con mi lengua materna. Y me dolió a rabiar cuando la vi despreciada dentro o fuera, sobre todo fuera, cuando veía brillar los ojos de extraños –o renegados- de sarcasmo y de verguenza ajena por su cuenta, o cuando la vedia escupida mas que otra cosa en algunos que la hablaban sin reproche, pero como una cosa extraña (¡qué inhóspita!) de la que se hubieran apropiado por su cuenta.

“Tú no hablas nunca español" me dijo de un acento (americano) inconfundible a modo de reproche un argentino oriundo –de Galicia-, de pasado montonero (o eso decía o dejaba decir), preso conmigo en la cárcel portuguesa. Y a fe mia que me llamó a introspección, pero por unos instantes sólo, porque acabé concluyendo rápido que mi lengua, mi idioma –mi acento incluso- era algo demasiado importante, algo sagrado en suma para mí, como para compartirlo así con cualquiera en la situación de cohabitación forzosa poro la que yo entonces atravesaba (…) O en un expatriación que tuvo (y tiene) también no poco de forzosa (…)

Y ahora en la onda de (santa) indignación/lingüística que habrá levantado en mí esa discusión “sintáctica” caen ante mi vista unas declaraciones -al diario el País (¿como no?)- del actual director de los institutos Cervantes y antiguo director de la Real Academia de la Lengua, Víctor García de la Concha, ex-sacerdote, que siguieron como por casualidad de una semana apenas el ataque frontal que lancé desde este blog contra la institución que él dirige por el escándalo que acababa de protagonizar el Cervantes de Nueva York permitiendo dentro de sus muros propaganda catalanista (y separatista) Como pisando huevos, esa es la impresión que da tratando de responder (o de quitarse de encima) las cuestiones que siguen trayendo cola (y humo también algunas de ellas)
Hay algo de chocante de incongruente así a primera vista en el hecho que el padrinazgo de todo un premio Nobel de Literatura no le sobrase y bastase a Umbral para poder sentarse en la Academia. ¿La Academia no acepta o inviste a muertos? Pues tendrán que colgar con éste in saecula saeculorum, mucho me temo
La nueva/ortografía (“panhispánica”), las relaciones con América –y con Europa (…)- el catalán, las relaciones de la Academia con el régimen anterior y para comenzar casi –la segunda pregunta que le hicieron-, Francisco Umbral. Umbral, a sol y a sombra, de día y de oche haciéndole compañía (se diría) hasta que se muera (...) Y a tenor de la respuesta (escandalosa) que dio al respecto, se diría llegado el momento de levantar la bandera de la memoria de Umbral, frente a la Academia, frente a los que la dirigen u orientan y gobiernan desde ya hace décadas.

Doctores tiene la madre iglesia, y la memoria umbraliana tiene a fe mía sobrados defensores, voceros y albaceas, incluso en el extranjero. No me caso con nadie, no les debo nada, ni a Umbral –al que no llegué a conocer- ni a los umbralianos, pero el escandalo viene ya hace rato rebasando limites: el que la academia que limpia, fija y da esplendor -por decision de unos representantes nombrados a dedo en resumidas cuentas- negara un sillón a un maestro reconocido del idioma como él y se lo venga brindando (o prestando) en cambio a algunos que o la mancillan y deshonran o permiten y toleran vergonzosamente –por pasividad o por su actuación directamente cómplice- que otros lo hagan, dentro o fuera de la Península.

La Academia le debe una explicación a Umbral, a título póstumo. Quiere decir que nos la debe al mismo tiempo a todos los españoles, y en particular a los muchos que nos sentimos deudores de su legado de una manera u otra. Porque qué decir de la respuesta sobre el tema del ex director de la institución en la entrevista digital a la que aquí aludo.

Fue Umbral, él mismo (nos viene a decir) el que se vetó la entrada por el libro que acabo publicando contra la institución. ¡Escandaloso e inadmisible! ¡Consideraciones de orden institucional antepuestas a las propiamente lingüísticas y literarias, y a los intereses superiores de la preservación y difusión y salvaguarda del idioma! Para comenzar no es propiamente democrático un comportamiento (de excusión) así. ¿O acaso se exige en otras instituciones de no menor rango en el sistema actual como lo es la cámara de diputados, donde cada uno dice y grita y gesticula lo que le vienen en gana, ni dentro de un orden tan siquiera?

"Él de su parte (el extranjero) merecía bien tantas atenciones porque era de lo que no hay en punto a caballerosidad y cortesía" No era santo de la devoción de Umbral, Don Benito Pérez Galdos, pero aquí le hubiera citado con gusto ("Gloria", 1876), viéndole acusado de contaminacion lingüística (sic) por puristas latino/chés como Umbral decía, con la venia del Instituto Cervantes además y su "nihil obstat" Y por cuenta además de la Emancipación Americana. ¡Vergüenza patria!
Por no explicar no indica ni siquiera el título de Umbral que les infligió tamaño ultraje. Umbral tenía razón. El Canon no se merece mucho más respeto que el que le merecía, a él, no más desde luego que el que nos merece o siguen mereciendo algunos (muy relativo) otros cánones, como los de orden canónico/eclesiástico. Dos botones de muestra apenas, de lo que digo, que me viene como anillo sobre la marcha, al hilo de estas páginas.

Tilde. ¡Aparte de mí ese cáliz! Un galicismo de importación relativamente reciente–me apuesto por el todo-, de sello “transicional” sin duda (como tantas otras innovaciones lingüísticas o culturales en la España de las últimas décadas) o a lo sumo del tardofranqusimo (y ni siquiera) Como un talismán convertido de golpe en el nervio o sistema central de toda esta nueva/ortografía pan/hispánica, panamericana que me diga. Que a fe mía que no la había oído nunca, hasta que me puse a cursar estudios lingüísticos hace ya unos años. Siempre oí acento, o vírgula (o virgulilla) en su lugar, y ahora en cambio se diría que no se habla de otra palabra ni se discute de otra cosa en academias y foros de discusión lingüísticos.

Y si se echa un vistazo al diccionario de la RAE se cae rápidamente en la cuenta que en este tema (tan sensible por lo que se ve) la academia que limpia y fija y da esplendor oscurece o confunde más que otra cosa. "Tilde”. “Viene de 'tildar'” Lo primero que se nos dice. Y si se va a la entrada correspondiente, podemos leer, que "tildar" significa (en sus primera acepción) “poner un tilde": como el cierre del broche o del círculo, no me digan.

Y las dos otras –tachar (sic) y denigrar (sic)- no aclaran mucho más. No soy enemigo de galicismos, me curo en salud de inmediato, los practico y los practiqué y veces sin duda más de la cuenta, pero a condición que se trate de galicismos libremente aceptados, y no por imposición, no de franceses además sino de afrancesados (mas o menos rengados o extrañados de su propia lengua de origen)

En claro y en crudo, soy alérgico y como yo muchos españoles a unos galicismos que nos vienen y nos vinieron (casi siempre) del otro lado del charco, en lo que tienen de emblemático –y sintomático- de una emancipación/americana que tuvo mucho de rebelión mestiza anti-española. Y termino este alegato apasionado, que me diga esta apología encendida en defensa de mi idioma con el otro botón de muestra (escandaloso) al que hacía mención más arriba. Aún.

¿Lleva o no acento, tilde que me diga (con perdón)? Tampoco el diccionario de la RAE lo aclara mucho –y las aplicaciones y programas informáticos de traducción todavía menos, porque nos remite a otra expresión –la de “todavía”, más polisémica aún (o todavía) (…)

Nos están tomando el pelo o qué. Nos lo tomó ya bastante García Márquez que dijo que había que suprimir hasta los puntos y las comas, y sus sucesores –por parentesco cultural o ideológico- nos quieren meter ahora en cambio sus acentos (o sus tildes) hasta por los ojos. Felizmente todavía hay españoles, o “aún” (como se quiera)

¡El Español de España, lengua madre de todos los españoles, digan lo que digan, piensen lo que piensen los prebostes del Cervantes y de la Academia

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