viernes, julio 25, 2014

CRISTIANOS DE ORIENTE Y PESTE BÍBLICA

¿Un flautista magico, un mercader de sueños y de ilusiones, el ministro de Propaganda del III Reich como lo presenta el pensamiento históricamente correcto? Después de él hubo otros -San Wojtyla de Polonia entre ellos- lo menos que cabe decir en su descargo. Y su acusación (imparable) contra el estamenteo clerical y contra la institución eclesiastica -en particular contra la iglesia romana y contra el Vaticano- de "peste sexual" se reviste de una actualidad trágica los dias que corren. Evangelista de Nietzsche, Joseph Goebbels, y en particular de su obra el Anti-Cristo de la que se inspiraria sin la menor duda la propaganda nazi. ¿Genio del mal (Esperanza Aguirre dixit)? ¿Por qué? ¿Por anti-cristiano o por anti-semita? ¿En qué quedamos?
El papa Francisco acaba de recibir en audiencia a una joven musulmana sudanesa convertida al cristianismo y condenada a muerte en su país e indultada después a seguir a la presión internacional. La audiencia tiene lugar en medio de una ola de persecución en países del oriente próximo contra las minorías cristianas como acaba de ocurrir en Irak en las zonas conquistadas por la insurrección islamista (suní) -del ejército islámico del Levante (o algo así)- que habrá dado lugar a una nueva campaña en favor del cristianismo perseguido en esos países.

El victimismo cristiano como el judío son armas secretas de guerra de propaganda del que ciertas grandes potencias son duchos en saber esgrimir y explotar como ocurre con los Estados Unidos. No es un detalle anodino en esa óptica desde luego que la joven sudanesa ahora recibida por el papa hubiera encontrado refugio en la embajada de estados Unidos en su país. El Oriente Medio -y aledaños- es como lo fue siempre laberinto inextricable y polvorín (casi siempre en ascuas) para occidentales y más en particular yo diría para españoles. A fuerza de prestarle atención -años, décadas durante- no obstante se acaba aprendiendo algo.

Fue lo que ocurrió al que esto escribe con la guerra del Líbano. Fui entonces -por un efecto de mimetismo que me contagiaban los franceses tradicionalistas (y nacionalistas) que frecuenté entonces- un ferviente defensor y partidario de los cristianos maronitas entonces en su lucha contra la "ocupación" siria que se veía encabezada por las Falanges Libanesas, un grupo que irradiaba una magia (oriental) en el nombre de la que fui sin duda víctima, yo como muchos españoles (de sensibilidad azul la mayoría de ellos, apuesto) La guerra aquella del fin del mundo (quince años) se extinguió ya hace mucho -a principios de la década de los noventa- con la derrota de los falangistas y de sus aliados que a la larga me acabaría resultando muy instructiva. Una guerra confesional con la que no se sentían identificados ni todos los cristianos ni todos los musulmanes.
La dinastía siria El-Assad, condenados a muerte por los Sabios (de Sión) que desataron las primaveras arabes, habrá sobrevivido contra todos los pronósticos. ¿Por qué ellos sí y el coronel Gadafi no? Una cuestión del mayor interés y de la más alta transcedencia para occidentales. Y la clave de explicación lo sea historica tal vez en definitiva. Remontándose a la Historia de las Cruzadas y a las alianzas que tejieron los Cruzados en Oriente -con los antespasados por ejemplo de los alauíes (confesion a la que pertenecen la familia El Assad)- mucho menos episódico y trivial de lo que nos lo presenta la historiografía contemporánea

Y a fe mía que si el confesionalismo forma parte de la idiosincrasia indesarraigable de los países de Oriente hay que apostar en aras de un futuro mejor para ellos para nosotros y para toda la humanidad (doliente) que no acabe confundiéndose ni en parte tan siquiera con la realidad de aquellos países. Y que si en Gaza por ejemplo se sigue reproduciendo y reencendiendo (se diría que "in aeternum") el conflicto entre judíos y musulmanes, en otros países de la región como en Siria o en Egipto se diría que se abren nuevas perspectivas que escapan al horizonte de guerra de religión o o de choque o conflictos interconfesionales a las que parecían condenados hasta ahora. Uno y otro, el de Siria y el de Egipto habrán sido ejemplos elocuentes para mi, y también aleccionadores.

El fondo confesional –de signo suní- de la insurrección a la que tuvo que hacer frente en sus inicios el régimen de Bachar-el-Assad va a hacer ahora tres años, acabó diluyéndose en parte por obra y gracia sobre todo de la minoría cristiana que acabo tomando partido en masa por el régimen, sintiéndose a todas luces amenazada por el islamismo fanático rampante en el otro bando.

La marcha del conflicto trajo también al primer plano un episodio histórico siempre mal enterrado en la memoria colectiva de los habitantes de aquella zona del planeta y lo fue el de las Cruzadas y de un episodio de la misma que fue la alianza -mucho menos episódica y circunstancial de lo que tiende a presentarla la historiografía contemporánea entre minorías disidentes del islam de un lado y del otro los cristianos de la región y los cruzados occidentales, como fue el caso de los alauíes que constituyen el grupo dominante en la Siria de Bachar-el-Assad, y que de una manera u otra pueden ser considerados herederos de una secta influente en el Oriente próximo de los tiempos de las cruzadas, los “hashhasin” traducidos por "asesinos" –en un malentendido semántico que funde y confunde el consumo (ritual) del hachís y la práctica del atentado personal (contra los enemigos)- en la las lenguas occidentales y que tenían de líder espiritual y temporal a la vez al Viejo de la Montaña.
En un capítulo extrañamente ausente en algunas ediciones contemporáneas de esta obra célebre, se analiza la génesis histórica del Islam, que el autor compara a un sucedáneo de metamorfosis geológica (pseudomoforsis) donde los nuevos materiales no son más que nuevos conglomerados formados a base de los viejos materiales, de antes de la explosión sísimica. Y en esa óptica, Spengler definia al Islam como una simple reencarnación del judeo/cristianismo primitivo. Mucho más cercano, anímica, cultural y psicológicamente al cristianismo de los primeros cristianos de Oiente -y al de sus herederos- que éste lo estaría del cristianismo occidental (en su doble variante católica o protestante) La confesion literaria -de tonalidades liricas innegables, y teñida de melancolía- de un desengañado del cristianismo alemán (evangélico) Pero esa "lectura" de la obra de Spengler se silenciaría cuidadosamente en los paises católicos, en España sobre todo.
Leí hace ya muchos en mis primeros tiempos de estancia en Bélgica una traducción en lengua francesa de la Decadencia de Occidente y mi atención la retuvo sobre todo uno de sus capítulos donde se analizaban las causas y factores que hicieron posible la eclosión de la religión islámica. Y no sé qué me impresionó más de su lectura, si la visión histórica tan pesimista que se deprendía del análisis que vertía Spengler en aquellas páginas o el deje de tristeza y desengaño y melancolía que de ellas se desprendía, como el acta de defunción de una antigua creencia (hay que suponer cristiano evangélica)

En él como en muchos de sus contemporáneos. Y lo que se venía a decir en relación con el Islam en esas páginas –en ascuas- de la Decadencia de Occidente es algo que hoy esta ampliamente difundido en los ámbitos académicos y universitarios y en no pocos círculos intelectuales de los países occidentales, a saber que el Islam habría sido una evolución o una eclosión social explosiva en extremo que a imagen de los procesos de falsas metamorfosis –o “pseudomorfosis” (que contemplan las ciencias químicas y geológicas)- producía unos nuevos elementos que no eran en suma más que conglomerados base de los viejos materiales, de antes de la eclosión explosiva.

O traducido en términos religiosos, que más que una nueva religión el islam (naciente) no era más que una nueva forma del viejo cristianismo de raíces judías, léase judeo/cristianismo. Y que las tres religiones del libro apurando el análisis venían a fundirse en su origen en una sola fuente de revelación bíblica o bíblico/talmúdica. Y en ese sentido se podría decir que las Cruzadas fracasaron en su objetivo geoestratégico de arrojar al Islam de aquellas tierras de Oriente próximo porque se dejaron encerrar en un conflicto de orden confesional, en el que llevaban de entrada perdida la partida en la medida que se verían identificados en todas las poblaciones de aquellos confines geográficos del planeta con la minoría cristiana, que como tal no dejaba de ser una (reducida) minoría.Por no jugar en casa sino fuera en resumidas cuentas, como quien dice (...)
Sor Miriam Inés de la Cruz, superiora de un convento carmelita en Siria, cerca de Alepo, y figura emblematica del bando pro-Assad en Siria, en defensa de su comunidad amenazada por la insurreción islamista. Una monja de choque, como la Forcades (de nuestras culpas y pecados) Con la diferencia que a la monja siria los medios de la prensa global le tiran a matar, y a la catalana en cambio (más joven) la tienen reservado sin duda un papel estelar en el caso (probable) que las cáscaras se tornen amargas en Cataluña
Y ese conflicto siempre latente de orden confesional –entre cristianos musulmanes y judíos- subyacente a los orígenes del estado de Israel y a la guerra del fin del mundo que viene protagonizando desde su creación con todos su vecinos, está claro que las minorías cristianas –en particular las que gozan del apoyo vaticano (por su mayor sumisión a los grandes tentáculos de poder sionistas que los ortodoxos)- juega un papel bien determinado y circunscrito en el marco de la geoestratégica israelí, me refiero. Como forma de desviar la tentación o de aflojar la atención del conflicto árabe-israelí, haciendo a los minorías cristianas chivos expiatorios de predilección de ese perpetuo enfrentamiento.

Y esa táctica de la distensión por la vía de la extensión del conflicto –involucrando en él a las minorías cristianas- pude hacerse extensivo también a lo regímenes árabes laicos como ocurre ahora en Gaza por las presiones enormes de la Casa Blanca buscando a toda costa la mediación del Egipto vecino en un conflicto del que a todas luces tanto loa gran masa de la población como las instancias dirigentes del país del Nilo están ya más que hartos (…)

El Vaticano en cambio a todas luces no, porque el conflicto confesional sirio/palestino es combustible principalísimo de su funcionamiento institucional por decirlo así, y medido de distracción que ni pintado en relación con esa plaga de la pedofilia –como “una peste sexual” endémica en los medios clericales (el término es de Joseph Goebbels) que se ve convertido –a tenor de las confesiones públicas del actual pontífice- en gravísima amenaza para la credibilidad de la institución y en el problema número uno del actual pontificado. Minorías cristianas de Oriente y peste bíblica. Una imagen indisociable en la memoria de los pueblos y de las naciones de Europa

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