lunes, junio 16, 2014

"MINUTO DIGITAL" SÍNDROME DE DOWN Y BOFETADAS ESPAÑOLAS

Reunión del papa Francisco con la comunidad de San Egidio ayer en Roma. El pontífice se interesó especialmente por la (triste) suerte de los jóvenes en paro, de los ancianos...y de los emigrantes. Emigrantes (musulmanes de preferencia), pacientes del síndrome de Down y fetos no/nacidos: la opción/preferencial a todas luces del actual pontificado. Los miles y miles de niños indefensos, víctimas de los abusos de eclesiásticos "urbi et orbe" y muchos (muchisimos) otros miles expuestos a la amenaza siempre latente, pueden esperar sin duda alguna. Mientras, los predadores campan a sus anchas por todos los rincones del planeta. Con los debidos "nihil obstat", eso por supuesto. Por ejemplo aquí en Bélgica.
Estoy tan contento con la salida del coma -el viaje sin retorno en la imagen de muchos- de Michael Schummacher (el Káiser como se le puso de sobrenombre) que me resistía a amargarme la fiesta, un poco aunque solo sea, entrando de nuevo en polémicas que se traducen fatalmente en un escribir si no en contra de mí mismo sí en cambio en contra de los míos, o de los míos (al menos) de procedencia. "La France? On a sa claque". Francia y sus bofetadas, vino a glosar en una entrevista célebre que le hizo Robert Brasillach para la prensa francesa de entreguerras, Leon Degrelle -entonces un joven líder fascista desconocido para grandes sectores de la opinión publica en Francia- en alusión al destino azaroso de su progenitor y de toda su familia paterna que tuvo que abandonar territorio galo (y refugiarse en Bélgica) por culpa de la persecución anticlerical en Francia -que se tradujo particularmente en una nueva expulsión de jesuitas- a principios del siglo XX.

Y de las bofetadas españolas no se puede cabalmente decir -doy fe de ello- que no puedan lucir, ellas también, una marca de origen tan acreditada o más que las francesas. No me fui no obstante de España -hace ya casi treinta años- por gusto, ni siquiera porque me hubieran cruzado (moralmente) la cara -no sé ya cuántas veces el período que no llego un año que residí establemente en España (concretamente en Madrid) por aquel entonces-, sino porque me vi cerradas todas las puertas, y también para no agravar más las disensiones familiars, por el problema de conciencia que mi gesto de Fátima les planteaba a los míos a todas luces -por razón de fuerza mayor o de necesidad moral invencible por así decir (en razón de su educación y de su mentalidad en materia religiosa)- , en particular a mi difunto padre al que mucho lloré pero con el que no llegué a reconciliarme, como lo declaro en la dedicatoria que me mereció en cabeza de la edición reciente de mi libro "El padre falangista de Francisco Umbral", que viene a ser por encima de todo para mí -lo confieso aquí sin el menor rebozo- una especie de pliego de descargo ante mis lectores y también ante la opinión pública española de todos los linchamientos de los que me sentí victima en los medios durante todos estos años. Y también de todos los desplantes y sinsabores que me granjeó mi gesto de protesta desde entonces hasta hoy (ya pasados más de treinta años)

Y tal vez por eso agradecí particularmente la tribuna que se me brindó hace algún tiempo en Minuto Digital y tal vez por eso me habrá dolido más también la bofetada o el portazo en las narices (como se quiera llamar) que me acaban allí de dar (hace poco) tras la colaboración puntual (y absolutamente be-né-vo-la) -a un ritmo de un articulo semanal como estipulado en un principio- que vine cumpliendo sin falta durante dos meses semanas antes de las elecciones del 25 de mayo y coincidiendo grosso modo con el inicio de la campaña electoral, que explica sin duda lo anterior, en parte. En parte, ya digo, pero no sólo.

Porque creo que dispongo de indicios más que suficientes para poder concluir que el veto al final no lo fue a a la línea expuesta en todos o de alguno de los artículos que se me fueron publicando en ese portal digital, sino a mi persona y más exactamente a algunas de las posturas que vengo manteniendo ya desde hace años contra viento y marea. Y por paradójico que parecer pueda, no por la faceta anti-papal de las mismas, como lo vengo invariablemente sustentando desde hace ya tanto, si no por todo lo que vengo manteniendo en temas de bioética y asimilados (en relación estrecha con la moral y las buenas costumbres)
¿Como se eligen o se nombran los seleccionadores nacionales en España? A fe mia que nunca lo supe, no tuve siempre menos claro no obstante que se trata de cargos politicos o super politicos. ¿Nada que ver el superinfluyente lobby español e internacional del sindrome Down en el nombramiento de Del Bosque (en la era Zapatero)? Como sea, el actual seleccionador español ofrece un perfil extra deportivo entre muchos que él mismo se habra encargado de labrarse, y que da la clave tal vez de una carrera fulgurante, que sirvio de preludio (o de mal presagio)  nota bene en sus inicios  a la eclosion del 15-M (...)  Y lo es por sus comentarios propiamente improcedentes, sobre las protestas callejeras en el Brasil hace unos meses por ejemplo,y sobre todo por su parcialidad flagrante de signo azulgrana -y con un tufo que tira para atras a catalanismo- que no deja de plantearnos un problema a muchos ante la gravedad de la situacion en cataluña las horas que corren. Icono de indignados, separatistas o sin serlo, el seleccionador Del Bosque, por su expresión adusta casi en permanencia en el rostro sobre tdo, como si estuviera pasando factura al Real Madrid o al conjunto de los españoles (y de la humanidad doliente) desde que le nombraron seleccionador hace cuatro años (con los socialistas) De su trayectoria profesional o de sus dramas familiares
Y viene a cuento todo lo que precede de la intervención reciente del director del diario La Razón, Francisco Marhuenda, en un programa de la Cuatro, donde habrá polemizado con el director del programa en el tema del aborto. Las posturas que defiende Marhuenda en el tema en ascuas no son nuevas en la medida que se limita a repetir y a esgrimir grosso modo los mismos asertos e interdictos y argumentos que viene incansablemente esgrimiendo y repitiendo desde los pulpitos y toda clase de tribunas los voceros -eclesiásticos seglares- de repetidas campañas anti-abortista y en particular del proyecto de ley en curso del ministro de justicia.

Pero donde se le ve el plumero al director de la Razón o la patita por debajo de la puerta lo es al final del debate, cuando viene a poner (flagrantemente) de manifiesto lo que todo el mundo adivina y pocos se atreven a decir o a denunciar en voz alta. Que lo que está en juego en el proyecto en curso no es tanto la protección del nasciturus o del derecho a la vida, ni tampoco ("a contrario") el disminuir prudentemente, de forma más o menos significativa -por medios y procedimientos adecuados y eficaces y no inútiles o contraproducentes- el número de abortos, ni el derecho o no de la mujer a decidir tan siquiera tampoco.

Sino la protección exorbitante plasmada en lo que se da en llamar "discriminación positiva" -democracia obliga (...)- no tanto de los pacientes de síndrome de Down como de sus protectores –y padrinos- y de sus próximos y allegados; en todo eso y más particularmente en una especie de super/mandamiento de un nuevo decálogo religioso/democrático (democrático y religioso a la vez) -explícitamente anti-nazi y anti-fascista- que quedo formulado urbi et orbe hasta hoy en los decretos y sentencias del tribunal de Nuremberg (en el 45) Un lobby (de marca clerical pero no en exclusiva) -que cabe calificar con toda propiedad de judeo/cristiano- potente en extremo en el mundo de hoy y en concreto en la sociedad española -igual o más que el homosexual-, el que protege el síndrome de Down. ¿Para qué negar la evidencia o andarnos con eufemismos?

Y eso es lo que estoy en derecho en conjeturar que me habrá valido la bofetada (un decir) que se me habrá propinado en Minuto Digital -a seguir a la que se me propinó meses antes (en Septiembre pasado) en Periodista Digital, donde acabaron dándome de baja de sus blogosfera- que se siguió de poco con una polémica colateral que mantuve en el espacio reservado a los comentarios de los diferentes artículos aparecidos en aquel portal por cuenta del lema (joseantoniano) "ni de izquierdas ni de derecha"
El vocero de los obispos españoles, Francisco Marhuenda, lo tiene bien claro conmigo a todas luces. No sabía yo quien era el director de la Razon cuando le mandé hace ya algun tiempo una carta de lo más entusiasta (en tema universitario, creo) Hasta hoy (...) Y ante su silencio (ominoso) acabé llamando a la redacción y hablé con su secretaria incluso. Ni por esas. Dice ahora que el tema del aborto no es ni de izquierdas ni derechas, pero yo le acuso a él más si cabe que a los obispos españoles (que en cierto modo están en su papel) de atizar la división derecha e izquierda entre españoles por cuenta de este asunto (tan envenenado) y de resucitar el espíritu guerracivilista -y por ende anti-clerical- de la izquierda en España con unas posturas tan a contracorriente de lo que piensa y siente una gran mayoría (pacífica) de la sociedad española
Lo dije y lo mantengo, el grueso por no decir la abrumadora mayoría en los medios y sectores azules -que tiene en el fundador de la Falange de referente principal (o de simple coartada)- practican una interpretación no poco asimétrica o sesgada de ese postulado o principio programático que en muchos de ellos adquiere todos los visos de una definición dogmática (o cuasi dogmática)

"Ni de "izquierdas ni de derechas" por supuesto, a la hora de hacerles el juego o bailarles el agua o el caldo a los indignados y perro/flautas de forma más o menos descarada o al contrario subrepticia y disimulada según los casos, como lo habrán venido haciendo en los tres años transcurridos desde la eclosión de la movida aquella, y de derechas en cambio -unidos como una piña con la derechona más rancia, a tope- en temas de bioética (o de moral y buenas costumbres)

Marhuenda podrá decir -hablando con voz propia o de voz de su amo apenas- que el tema del aborto no es ni de izquierdas ni de derechas, pero es negar la evidencia que la polémica en la materia -reazuzada ahora por culpa del proyecto en curso- viene fatalmente a agudizar la división derecha e izquierdas, y a resucitar incluso si se me apura el anticlericalismo guerracivilista que parecía yacer poco menos que muerto y enterrado en el conjunto de la sociedad española.

Como lo ilustran un sinfín de indicios plasmados en el montón de incidentes (a cual mas variopinto) que vienen surcando el procedimiento de elaboración de la nueva ley ahora en curso. España está necesitada antes que nada de estabilidad, y de paz social. Más incluso que de transparencia. Lo dije y lo mantengo. Y ello de cara al periodo/especial que estamos viviendo tras la abdicación del monarca y al desafío que afrontamos los españoles procedente del catalanismo separatista. Tiene gracia, para terminar, el director de la Razón que se agarra como un clavo ardiendo al argumento (hipócrita y capcioso) que le ofrece el uso del preservativo.

Aborto/cero significa un "no" a la interrupción del embarazo en cualquiera de sus formas y en cualquier instante desde el momento mismo de la concepción del feto (sic) –como nos lo vienen remachando desde dentro y fuera de los púlpitos-, es decir desde la consumación de la copula sexual: si no lo sabe (que lo saben hasta los niños) se lo recuerdo, pero no hay mejor ciego que el que no quiero ver ni mejor sordo que el que no quiere oír. Con su pan se lo coman, que la verdad les hará libres (con tal que se no se empecinen amargar la existencia y en seguir manteniendo encadenados a los otros)

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