miércoles, mayo 21, 2014

BENJAMIN FERENCZ JUDÍO DE TRANSILVANIA Y EX-FISCAL DE NUREMBERG

¿Justicia democrática? Venganza (más bien) de vencedores. En la foto, el fiscal Benjamin Ferencz (con veintiseis años de edad apenas entonces) Judío de Transilvania y niño/bonito del tribunal de Núremberg. Gran padrino del juez Garzón los días que corren ¿Le servirá a éste de mucho? Los tiempos y los vientos cambiaron (y mucho) en setenta años
Las cosas claras y el chocolate espeso. Porque si dudas siguen albergando a algunos del aserto que vengo manteniendo y defendiendo desde hace ya algún tiempo en estas entradas, a saber, que España figuró en el bando de los vencidos (y perdedores) de la Segunda Guerra Mundial con la salvedad que de todos los vencidos de entonces somos el único país que sigue pagando y rindiendo cuentas de aquello, y que la neutralidad que algunos siguen alegando de argumento de derecho internacional y como dato histórico -y de clave de explicación de la evolución del régimen a partir de entonces- no era más que una neutralidad pactada (Umbral dixit) a favor del Eje que no nos dispensaría de sentarnos -en ausencia, léase en rebeldía- y de vernos condenados más o menos secretamente y por contumacia en aquel augusto tribunal que impartió una justicia de vencedores y que se comportó de brazo ejecutor de la venganza de aquellos, -uno de sus múltiples brazos o tentáculos que me diga (que para entonces, después de Dresde y de Hiroshima, se habían vengado no poco, por otros medios)-, vienen, como digo, a disipárselas sin duda todas ahora, el coloquio sobre jurisdicción/universal -léase contra la impunidad (y la prescripción)- que organiza el juez Garzón y la asistencia al mismo -en viaje expreso desde Nueva York y a pesar de su edad avanzada- del que fue (con veintisiete años de edad) nada menos que fiscal del tribunal de Nuremberg, Benjamín Ferencz, con nombre de judío húngaro, o lo parece.

"You must not only be right, you must also seem to be right", reza un (sabio) adagio del derecho anglosajón que invoqué alguna vez -¡ingenuo de mí!- en mis fregados académicos y judiciales en Bélgica, sin darme cuenta que daba en hueso (¡y como!), hasta el punto que me habré preguntado más de una vez después si no me equivoqué de país, -y de planeta- escogiendo Bélgica de país de destino de mis años de expatriación, si no "equivoqué la noche" (y no el día) que aquí llegué como gustan de decir en una expresión inimitable los propios belgas. No sólo debes ser justo -léase equitativo e imparcial- sino también parecerlo.

Y aunque el propio interesado casi setenta años después -en el reportaje que le dedica en su edición de hoy el periódico el País- siga defendiéndose como gato panza arriba y clamando que aquello no fue una venganza y que los vencidos tuvieron un juicio justo, no deja de seguir (tenazmente) ofreciendo tantos años después en su perfil como en sus declaraciones una imagen irrefutable por demás del frío agente ejecutor (entonces) de una justicia de vencedores y de una venganza por motivos tanto políticos como raciales. Una venganza de judíos contra no judíos. Sin trampa ni cartón, ya digo.

Comisario o enviado especial -en viaje de inspección y de control de la marcha de las cosas- en el proceso aun en curso (¡setenta años ya casi!) de la desnazificación española, este judío nonagenario húngaro/rumano (de Transilvania) afincado en los Estados Unidos (en Nueva York), que viene a ilustrar con su caso, una vez más, el protagonismo que siguen ejerciendo en la política española nonagenarios extranjeros, como el autor del manifiesto de los indignados -judío francés, fallecido apenas un poco después de aquello-, o su compañero de viaje, el español José Luis Sampedro, igualmente fallecido (el pasado año), que fue también cofundador y mentor e impulsor principal con aquel de la movida aquella.
Vicente Cebrián Carabias, padre de Juan Luis Cebrián "Juanli" (de todos conocido) Fue director de Arriba y de la agencia Pyresa y secretario general de la Prensa del Movimiento hasta 1970 cuando su hijo ya llevaba dando (nos) un rato la vara en los medios periodísticos al amparo del rogerío ambiente de los años del tardo/franquismo (tardío)
El mensaje desde luego de este ex-fiscal de Núremberg y alto/comisionado hoy por hoy para la desnazificación -o desfascistización o desfalangistización y desfranquistización- española, no puede estar más claro: no hay perdón ni prescripción para crímenes/contra/la/humanidad, o en otros términos, ni armisticio ni tratado de paz ni punto/final por convención no/escrita o por un acto legal, ni nada que se le parezca para los vencedores de la guerra civil española, léase para sus descendientes ideológicos o incluso biológicos, por aquello sin duda del talmud (que también recoge la biblia) que paguen los hijos y descendientes hasta la cuarta generación, por los (presuntos) crímenes o delitos de los padres y de los abuelos, convictos en Núremberg de los mismos crímenes de guerra y contra la humanidad de los nazis, aunque por la via de una instrucción y un veredicto secreto o nunca divulgado del todo -como los de la aborrecida santa/inquisición-, que a fe mía que no hay manera humana de explicarse de otra forma ese encarnizamiento por cuenta de una guerra civil -la nuestra del 36- y de algunas de sus secuelas principales, efectos o consecuencias, como lo fue el régimen franquista, si no se ponen la oración o el enunciado por pasiva y si no se pasa a ver en los vencedores de entonces -como vengo manteniéndolo hace ya un buen rato- auténticos vencidos (unos años después apenas)...y viceversa.

Y si no quedaban claro los lazos estrechos -que aquí habré venido explicando y desvelando (y desenmascarando)- entre el proceso de desnazificación siempre en curso y la ley de la Memoria Histórica, vienen a verse ilustrados de nuevo ahora, esta vez por la personalidad de la entrevistadora, cronista/ilustre -un día casi sí y otro también- de la actualidad en materia de memoria histórica (de los vencidos del 36) desde los años de Zapatero en las páginas del País, la voz de su amo -léase de los medios más influyentes de la prensa/global (a escala mundial)- en una obsecuencia y un servilismo odiosos (y vergonzosos) tratándose de quienes se trata, siendo quienes son sus principales exponentes y portavoces me refiero.

Porque si no hay prescripción para los pretendidos crímenes contra la humanidad del franquismo o del bando de los vencedores de la guerra civil española -ni límites geográficos tampoco ni barreras culturales ni de cualquier otro tipo a la jurisdicción/universal (y democrática)- que paguen pues los hijos (renegados) de aquellos, en vez de seguir dándonos la vara al resto de los mortales con sus lecciones de moral, y su mala/conciencia.
Esta novela de un título claramente autobiográfico de Antonio Fraguas Saavedra, padre (y fundador) de la dinastia de los Fraguas (encabezada hoy por el mayor de sus hijos, "Forges") -auténticos puntales del diario el País desde los tiempos de su fundación- hace referencia a todas luces al viejo Ford T que aquel poseia en su calidad de jefe de personal de Philips en los años de la Republica cuando formó parte de la Primera Línea de la Falange en Madrid (ante de hacerse alferez provisional durante la guerra) Antonio Fraguas (padre) fundó también el diario "Unidad" de San Sebastián y fue director general de Cinematografía y Teatro en la posguerra inmediata (y en la órbita de Dionisio Ridruejo) Un poco de decencia pues, por favor, lo menos que se puede pedir en todos esos inquisidores de lo histórica y politicamente correcto al servicio de un periodismo global -judío o filo/judío- hegemónico hasta hace poco a escala del planeta
Que pague, por ejemplo, Juan Luis Cebrián (alias" Juanli"), por su padre, alto jerarca de la prensa falangista y del movimiento, y que paguen los hermanos Fraguas -"Forjes", Rafael, y los demás hermanos (y hermanas)- , por el suyo, brazo derecho de Ridruejo en el mundo del cine y del espectáculo al final de la guerra y en la posguerra inmediata. Y paz donde hubo guerra -setenta años después- y aquí no pasó nada.

La Humanidad no existe, nunca me lo encontré ni yo ni ninguno de los que más y más lapidariamente la invocan. Es lo que dan ganas de replicar -a gritos- de nuevo, al hilo de toda una corriente, que me diga todo un magma de corrientes de pensamiento perfectamente ajenas al ideal (mesiánico)) de la democracia/moderna, que denunciaba toda esa idolatría del Hombre abstracto que trajo consigo la revolución americana y a sus ancas la revolución francesa. Una aberración mental, una ficción monstruosa que tendrá que acabar derrumbándose (con estrépito) como así amenaza (a más o menos corto plazo) de hacerlo -según se lee en un despacho de última hora- la Torre de la Libertad en Nueva York por culpa (dicen) del calentamiento global y de la crecida consiguiente de las mareas.

O crece o muere, no hay término medio, ni vuelta de hoja. Principio de vida de los individuos y de los pueblos. Y además de eso, ley de bronce de la historia. En lo que a los judíos se refiere, igual que a los demás pueblos. La Revolucion francesa les emancipó, reza la vulgata democrática (igual que los mestizos renegados y anti-españoles de América) ¿De quién se quieren seguir riendo? Les dio hasta hoy una posición hegemónica en la marcha del mundo y en el misterio (motor o motriz) de la historia del mundo moderno, pero aparte de estarlo en la biblia (canonica) y en el talmud, su triunfo final y su prevalecer no aparece escrito por ninguna parte, ni en los astros ni en las runas del destino.

Y que el fiscal (judío) de Núremberg venga ahora a España -en vuelo exprés (y a su avanzada edad)- al rescate de una figura ya tan amortizada (de la magistratura y de la política española) como el juez/estrella, da idea asaz de lo fatalmente ineluctable de su declive. Sic transit gloria

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