viernes, abril 25, 2014

VEINTINCINCO DE ABRIL UNA TRAGEDIA PORTUGUESA (Y MÍA)

Marcelo Caetano se negó a dimitir el 25 de abril y lo pagó con el exilio en Brasil -donde fue docente de la Universidad estatal "Gama Filho" de Río- hasta el final de sus días. Se sentía depositario de una legitimidad historica y legal, la legalidad de un régimen (el Estado Nuovo) que había durado casi cincuenta años. En su célebre "Depoimento" denunció la intoxicacion marxista de los militares de academia destinados en Ultramar a través de los oficiales "milicianos" -de extracción universitaria (escala de complemento)- y de los capellanes y asistentes eclesiasticos (progres y derrotistas)
Portugal me dolió siempre no sé si tanto como España pero es algo que no puedo negarme a mí mismo. ¿Por qué? ¿Por aquello de Camoes de que españoles lo somos todos? Es posible, como sea es algo que explica sin duda de por sí, con creces que el tema portugués me de siempre de sí cada vez que lo abordo o le hinco el diente. Lo que me ocurrió hace unos día en un intercambio de impresiones con  persona amiga tras las declaraciones de Mario Soares a la prensa española en la que se daba a entender que el antiguo presidente de la república portuguesa tuviera puestas todas sus esperanzas (y complacencias) en Barack Obama. Para un viaje así no necesitamos alforjas querido Sancho. Semper ídem Mario Soares en ese aspecto sin embargo.

Atlantista ayer -igual que su partido- y atlantista hoy por lo que se ve. Celebramos hoy (un decir) el cuarenta aniversario del 25 de abril -cuarenta años ya!- que viví como una tragedia. Yo había estado yo ya un año antes allí y tal vez aquella visita contribuyo no poco a que me tomara tan a pecho aquellos acontecimientos. Fue en un congreso en Fátima de un movimiento de seglares que en la perspectiva del tiempo transcurrido y conforme al rumbo que siguió el mundo y a la evolución a los prismas y mentalidades tanto en Portugal como en España (o en Bélgica) desde entonces, cobra hoy unos tintes propiamente surrealistas.

Lo que el viento se llevó, y a fe mía que no le cabe mejor glosa. El régimen del estado Nuevo (Nuovo) y con él el sueño en todos aquellos portugueses, jóvenes una buedna parte de ellos, con los que conviví allí durante tres días, tan entusiastas y tan atípicos al mismo tiempo -una exigua minoría sin duda ya entonces en el seno de la sociedad portuguesa y no digamos en ciertos estamentos como el universitario o el eclesiástico. Y sin embargo -como la ciudad de los gitanos del poeta granadino- el Portugal del 24 de abril (un decir) se me quedo grabado al agua fuerte en al memoria. Que lo busquen en mi frente, sí, que no se me fue de la mente todavía.

Aquellos carteles de exaltación patriótica -en un país en guerra como lo era el Portugal de entonces- que llenaban las paredes al pasar ya caída la tarde recorriendo el centro de Lisboa con la bocacha del fusil ametrallador y el gorro del soldado en uniforme de combate sobresaliendo y la bandera portuguesa del telón de fondo. O aquel otro con un montaje en el que se veía el Portugal continental -"el continente" a secas como así decían y así lo veían los portugueses, y sin duda lo siguen viendo- y a su lado en una representación a la misma escala, los mapas de Angola y Mozambique y el resto de las colonias sobrepuesto todo el conjunto sobre el mapa de Europa y un título más elocuente todavía “Portugal no es tan pequeño" Y es cierto que no lo era.
Militar portugués de una unidad de comandos ("rangers") en África durante la guerra colonial, en una foto de poco antes del 25 de abril. El ejército portugés no tenía perdida la guerra en modo alguno, pero en la mente de sus jefes -como Spínola o Costa Gomes- y también en ciertos ambientes en metropolis donde se acabó instalando un estado de espiritu derrotista, en particular en el estamenteo eclesiastico y en los medios universitarios, se fue inoculando la idea que era una guerra que no se podía ganar, y al final la perdieron, sí, derrotados más que nada por la guerra de propaganda
En sus declaraciones al diario ABC Mario Soares revelaba que el régimen de Franco impidió el paso de los marines norteamericanos a traves de territorio español para abortar la revolución, lo que suena más bien a cuento chino (o moruno) o leyenda piadosa para andar entre españoles siendo vox populi el papel determinante y decisivo de la CIA en la caída del régimen portugués que traería consigo de secuela o corolario principal e incomparablemente mas sangriento y catastrófico que la revolución en la metrópolis el colapso y derrumbe de todo un imperio colonial que en el caso portugués venia de antiguo de la era de los descubrimientos y de los tiempos de Don Enrique el Navegante.

Y a través del cual Portugal no dejaba de rivalizar con los intereses geo/estratégico de los Estados Unidos en el África Austral, en el contexto internacional surgido en la posguerra al menos. El ex-mandatario socialista portugués revelaba también -lol que es mucho más creíble y verosímil- que Francos se opuso a que se tomasen medidas de represalia contra el asalto de la embajada española que fue saqueada e incendiada en medio de una explosión, de histeria anti-española que pude calibrar en u juta medida (a tro pasado) el tiempo que estuve allí preso años después y que retrataba fielmente las pulsiones más hondas de una extrema izquierda que en el caso portugués se caracterizaba sobre todo por un nacionalismo vitriólico de un sello anti-español omnipresente y no poco desconcertante (para españoles).
El General Spínola fue a no dudar uno de los actores más emblemáticos de la tragedia del 25 de abril. Anticomunista de antiguo -de "observador" del lado de la Wehrmacht y en el frente de Leningrado durante la Segunda Guerra Mundial "en representación" nota bene de los voluntarios portugueses alistados en la Divión Azul-, fue durante la guerra colonial comandante en jefe de las tropas portuguesas en Guinea Bissau y tras la (audaz y meritoria) operación de comando liderada por uno de sus oficiales, el mayor Alpoim Galvao contra el búnker presidencial de Seku Turé (noviembre del 72) en Guinea Conakry que se saldó por un balance extremadamente sangriento y por un claro fracaso en el plano político y estratégico (al no alcanzar el blanco supremo que perseguía la operación, el presidente guineano) concluyó que habia que dar a la guerra colonial una salida política, lo que precipitaría la debacle (y la derrota)
El régimen español, como se refleja en las declaraciones de Mario Soares se puso de perfil en relación con los acontecimientos en el país vecino. O dimos que llevaba ya así puesto desde hace décadas -desde el 45- y que solo entonces algunos acabamos de verle el plumero. Franco dejo caer al régimen con el que estaba ligado por un tratado internacional -el Pacto Ibérico- pero su distanciamiento venia de mas antiguo, de ls inicios mismos de la Guerra colonial en el 45. Orgullosamente solos, la frase que se convirtió en dvisia de los últimos recalcitrantes del régimen anterior -la que pronuncio el ministro de exteriores del doctor Caetano, Rui Patricio, poco antes de la revolución en una asamblea general de las naciones unidas sobrecogedoramente vacía- encerraba también, a todas luces, uno sordo reproche contra España y los españoles ("nossos irmaos" en la coletilla y su retintín rebosantes de ironía que utiliza invariablemente la prensa portuguesa para referirse a nosotros, en todo tipo de asuntos y temas relacionados con España y los españoles)

Portugal, su régimen de entonces quiero decir, tuvo una actitud oportunista en la Segunda Guerra mundial aunque en su caso no cobrase los visos de la deslealtad flagrante que en el caso del régimen de franco que arrastraba una pesada deuda en el plo military para conla Alemania nazi y la Italia fascista.

El Portugal del Estado Nuovo -que cabía ser catalogado (en expresión de Ramiro Ledesma) entre los países fascistizados- había surgido de un golpe militar -la arrancada del 28 de mayo (de 1926)- que sus propios artífices denominaron Revolución Nacional, y que tuvo de artífices a los servicios de la inteligencia militar y si hay que creer a Mario Soares en unas declaraciones que le leí hace ya mucho, su cerebro gris lo fue el mayor Sinel de Cordes, un nombre del que extrañamente no volví a oir eco alguno en ninguna parte desde entonces, como tampoco oí hablar de él el tiempo que estuve residiendo en Portugal (entre 1982 y 1985)
Oelo de Carvalho fue a no dudar la figura más carismática de la Revolucion del 25 de Abril. Un carisma que casi les lleva al abismo a los portugueses, léase a una salida "a la cubana" Estando yo preso en Vale de Judeus uno de los reclusos me mostró una foto de Otelo "en familia", de uniforme, muy joven,  con toda su promoción posando alrededor del entonces presidente del Consjeo de Ministros, Antonio de Oliveira Salazar. El lado trágico de una revolución marxista -"de los claveles"-, que tan bién se vendió en los medios del mundo entero. Eran hijos del Estado Nuovo aquellos militares del MFA más fachas (en un principio) que los fachas y se sublevaron contra el régimen porque perdieron la guerra (y porque perdieron antes la fe en la victoria)
El Estado Nuovo no cambiò la natura (republicana) del régimen portugués –ni alguna de sus instituciones más emblemáticas como l Guardia Nacional Republicana (equivalente a la Guardia Civil española) ni tampoco su sistema de alianzas en la esfera internacional en particular su alianza inglesa la alianza “más antigua de Europa” (como lo oí a menudo celebrar con ocasión de la visita de la reina Isabel II que me pillo estando allí preso)

Lo que explica la actitud dubitativa del régimen durante la Guerra Mundial y también el que una figura de republicano tan emblemático como la de Don Alejandro Lerroux encontrase (cómodo) asilo político en Portugal hasta 1947 cuando volvió a España. Salazar se fascistizó pues, “ma non troppo”, y así no dudó en perseguir sañudamente a los verdaderos fascistas los nacional sindicalistas de Rolao Preto –al que Onésimo Redondo trataba en “Acción Española” nota bene de "separatista" (visto desde el prisma español)- que encontró refugio en cambio en Burgos, en zona nacional durante la Guerra civil española. No es óbice que su pecado original -el golpe miltar del 26- ligaba su suerte fatalmente el régimen a mas o menos largo plazo a la de las ptencia del Eje, como era el caso también del régimen de Franco. Y en ese sentido se puede decir que el uno igual que el otro estaban ya más que sentenciados (...)

El 25 de abril del 74 en cambio, por resentimiento (noble o menos) contra el régimen estuvo del lado de los militares insurrectos, y lideraría a continuación el principal movimiento monárquico, portugués, simple comparsa de los partidos de izquierda entonces (como a mí me lo pareció al menos)

Uno de los miembros de mayor protagonismo político tras la revolución, Vasco Lourenço en declaraciones a una publicación digital española (de izquierdas) reconoce que Portugal en el 75 –los meses que siguieron a la Revolución- estuvo al borde de la guerra civil.

Y digamos que como los franceses en el 39 en vísperas de la Segunda Guerra mundial habían escarmentado en cabeza ajena, con la guerra civil española. Un tragedia portuguesa el 25 de Abril. Como yo así la viví también

2 comentarios:

  1. Estuve en Lisboa en 1974, antes del golpe de Los claveles...Vi los carteles q decian Portugal no es un pais pequeño. Como dato anecdotico, en un cine de Lisboa vi el filme MONDO CANE...Impresionante!. Alli conoci a un negro de Angola que estaba leyendo un Manual de Marxismo-leninismo...Lo q demuestra q la subversión estaba ya infiltrada...Sobre Sa Carneiro y su muerte ...coincide con que dias antes habia escrito una denuncia contra los hijos de la viuda..
    Es cierto: Camoens dijo "Soy español....nacido en Lisboa..."... (cito de memoria)
    Saludos



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  2. He andado muy ocupado, Julio. Guardé muy buen recuerdo en conjunto del Portugal del 24 de abril (el de antes de la revolución quiero decir) De las calles de Lisboa, del ambiente normal que se respiraba en ellas.

    Lo mismo que de la estacián San Apolonio de Lisboa, una estampa nocturna -acogedora como si estuviera en España- que llevo bien grabada.

    Y también -¿para qué negarlo?- del agente de la PIDE (de servicio por cierto) que viaajba a la ida en el mismo tren -de noche- que el mío y que estuvo hablano conmigo y con mis amigos en el vagón del bar, y que tuvo la franqueza de enseñarnos su placa de identificacion al final de nuestro breve encuentro.

    Un hombre joven, optimista, simpático, educado, y con sentido del humor ¿Por qué debería decir lo contrario, Julio?

    El fantasma de la derrota en Africa -ya prácticamente sellada entonces (noviembre del 72)- no dejaba de gravitar de cerca en en aquel viaje, omnipresente, encima nuestro, ahora me doy cuenta.

    Un cordial saludo

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