Arrojo el que algunos llevan
por dentro de fiel amigo
sin darse casi ni cuenta
de sufrido guardaespldas
¡Maldito entre los malditos!
Sin darle las gracias nunca
como antes los señoritos ,
sin hablarle tan siquiera
como el peor enemigo.
Siempre al quite, al rescate,
a sacarles del apuro
a una simple voz, un grito,
como el legionario más fiel,
cuando no se ve el camino,
la salvacion, la salida,
siempre prestos, solícitos,
en la más negra encerrona
-¡encrucijadas malditas!-
y en la hora más negra y huera,
al ataque, al sacrificio.
Así fue el gesto aquél -¿inmortal?-
que me llevaré al morir conmigo
¡Qué estampa la quinta aquella!
Perdida entre el arbolado
frondoso, impúdico casi, casi
en el cerro aquel pelado,
y en su ladera desierta
del otro lado del pueblo,
del río, de la via del tren
como un cordon sanitario,
o una factoria del Far-West
entre indios y mohicanos
¿Castellanos con castillo?
¡Como si fueran los amos!
-¿como que no? ¡lo fueron, lo son!-
Como patricios romanos
o señores de horca y cuchillo
entre patanes o villanos
Misterio de frustación honda,
de prostración, de derrota,
de la ciudad episcopal
que me dio refugio de niño
como olvidada y dormida
a la sombra de la historia,
y de la vega del Henares,
tostándose al sol de verano
allá en el llano amarillo
-entre Aragón y Castilla
y el paramo aquél soriano-,
entre el presente y el pasado
reconstruído o dormido.
Y entre judíos sefardíes
y caballeros nobles, donceles,
entre la judería vieja,
la que soño Marlon Brando
y una estampa de guerra civil,
la del coronel Villamil
que vendió cara la piel
muriendo y a la vez matando,
y del asedio heroico (sí, lo fue)
de la catedral profanada
como "otro Alcazar" (que no fue)
por culpa de los requetés
que entraron en ella cantando
Misterio de vasallaje
de los señoritos de antaño
hoy subalternos, esclavos
-¡dios!- de un raza de dioses
bíblicos, aviesos, malos
que nacieron para mandar
por lo alto o por lo bajo
y que llevan tanto mandando
-¡calamitas calamitatis!-
pavoneándose y pontificando
y se preparan ahora
a seguir esclavizandonos
cientos y cientos de años
¿España eterna? ¿Sefarad?
¿"Me equivoqué de noche" acaso?
(como los belgas le dicen)
¿De patria (la grande y la chica)?
¿O de libro de historia apenas
y me leí el que no era?
Me replica aquél sarcastico
¿O me puse a recordar del revés,
lo que fue por lo que no fue,
el presente por el pasado?
¿Memoria racial la mia?
¡Pura/sangre, sí, y bravía,
veraz y a prueba de chascos!
¡Oh Sigüenza ciudad dormida!
Nuncios de la marca España
-¿más españoles que tu y que yo?-
te quieren seguir mandando
desde el otro lado del río,
sirviéndose de tí a su antojo
de tu sueño y de tus sueños
y de tu gloria de antaño,
y de unos complejos de culpa
de vencedores/vencidos
(que al final ¡ellos ganaron!)
Un pasado que no pasa
que guardan con cien candados
¡Qué secreto lo tenian
y cuanto tardé en desvelarlo!
Que ahora ya se me fue el "miedo"
(léase, los respetos humanos)
A tí niñita tímida
te mando estos breves versos,
versos sueltos como mi alma,
y de inpiración bien tensos.
Poema corto como tu edad,
como lo breve del encuentro
Cuando me despertásteis ¡Pardiez!
Todos juntos en tropel,
preguntando no supe el qué,
por eso tardé en responder
Y te asusté ¡Pajarito!
Levantando un poco la voz
ronco, no de mal humor
¡Qué pena me dio angelito!
El verte inclinar la testuz
y pedirme educada perdón,
espantada ¡Cervatillo!
La vida es así, gentil gorrión
hecha de repentes bruscos
que te espantarán de golpe
en vuelo corto de pichón
Y de vuelta, rauda otra vez
a preguntar. Ya dueño de mi voz.
Como así hiciste, e hicisteis
y asi os premió el cielo (azul)
-¡menuda tropa de scouts!-
y asi os premié también yo
dándoos lo que pedisteis
¡Que vueles feliz en la vida
ruiseñor, niña tan buena!
¡Mi candida palomita,
lozana cual yerba del río!
No hay comentarios:
Publicar un comentario