sábado, enero 11, 2014

UMBRAL UN FAUSTO QUE VENDIÓ SU ALMA AL DIABLO

Esta novela del que fue amigo de Umbral y contertulio suyo en el café Gijón me habrá revelado como por casualidad, sin esperármelo -sin haberlo nunca pensado- el caracter faústico del personaje. Lo que le ilumina de una nueva luz de golpe y me aclara o explica -a mí al menos- sus (flagrantes) contradicciones
¿Un secarral literariamente hablando la España de la posguerra? ¿En contraste con la fecundidad del español del otro lado del Altantico plasmado (se diría) en el boom latino/ché de los sesenta -de autores de izquierdas todos o casi todos ellos- y también en el prestigio realzado y reforzado por la expatriacion del que gozaria en la España de la posguerra la literatura y los autores del exilio?

Esa es por lo menos la idea -y la imagen- beligerante en extremo y carituresca a la vez que se difundio con no poco éxito y se esgrimió de arma temible prpopagandistica durante décadas dentro y fuera de nuestras fronteras. Y lo mas mortífero y temible de su carga de deflagración y potencia destructiva lo fuera tal vez el que no dejaba de encerrar una verdad a medias.

Y es algo que me viene a la mente tras la lectura apresurada, voraz -con los cinco sentidos puestos- del capítulo que Antonio Parra Galindo al que aquí ya me referí dedica a Umbral en su libro de reciente aparicion que también aquí ya mencioné -"Cela el café Gijon y yo"- y que me habré leido de un tirón después de darme de bruces con él en el escaparate de una libreria madrileña hace unos dias.

Y tal vez lo mas significativo y elocuente e ilustrador lo sea una de las fotos que acompaña al libro, en donde se ven retratados en un clima de amistad cordial y de gran compañerismo, Umbral, España, su mujer, el autor del libro, Antonio Parra, y una figura que se merece a no dudar un glosa por fugaz que sea en este artículo y me refiero al que en esa obra se presenta como gran amigo de Umbral, Diego Jesús Jimenez ("su amigo del alma")

¡Diego Jesús, válgame un santo de palo! Es lo que me dan ganas de exclamar parafraseando a Don Ramon del Valle Inclán (o Valle, como le llamaba Umbral a secas) El de Diego Jesús, todos aquí estarán de acuerdo era ya de por sí un patronimico (compuesto) -rarísimo ya entonces por lo menos- que estigmatizaba más que otra cosa en el clima cultural e ideologico tan deletéreo y tan enrarecido (y tan radioactivo) del "tardo/franquismo" (finales de los sesenta y principios de los setenta), en la fórmula que acuñó Umbral, con indudable éxito como otras suyas, y que acab aria viéncdose nota bene recogida en la Academia (...)

Por lo de Jesús en parte, sí para que lo voy a negar. Y se podria pensar que me detengo en un detalle (patronímico) puramente anecdótico si no se tiene en cuenta el detalle todo menos trivial que se trataba -lo supe leyendo a Ana Caballé donde le leí mencionado por primera vez en mi vida (...)
que le presentaba como una de las figuras de "la cultura oficial" (sobreentendido del regimen en vigor entonces)- de un poeta de la mayor relevancia y protagonismo en certámenes y publicaciones de todo tipo de la vida cultural (tan institucionalizada) bajo el regimen en vigor en España entonces.

El poeta por excelencia -se me antoja- de su generación, intermedia o haciendo de puente entre la de los que le hicieron (y ganaron) la guerra y la mia propia. La de nuestros hermanos mayores -o de nuestros tíos mas jóvenes- que tan cruelmente eché de menos en mi primera juventud y adolescencia.

¡Muy conocido en su casa a la hora de comer, Diego Jesús Jiménez! Para mí al menos, ya digo, que vivia -como joven estudiante, e inquieto y en el estado de efervescencia intelectual entonces como el que más- con los cinco sentidos puestos en la actualidad cadente, politica y literaria y cultural de todos los días. Y me ocurrre y me ocurria sin duda con él lo que me sucede con otros nombres del universo umbraliano que desfilan por esa biografía no autorizada del autor de "Mortal y Rosa" y por algunas otras de sus obras, en particular las que él llamaba sus novelas memoristicas o memorias noveladas,
A César González Ruano le conocí yo pocos meses antes de su muerte y le pedí un autógrafo (con quince años) que me concedió amable. Fue víctima como todos los prosistas y poetas de la Falange de ostracismo injusto durante décadas y Umbral le rescataria en el recuerdo a (su manera) Lo que le honra
Y pienso en particular en muchos de los nombres que se ven mencionados en "La noche que llegué al café Gijon", en "Trilogia de Madrid", "Días felices en Argüelles" y algunos otros. Umbral vivia a todas luces en una bula mundano/literaria que era la suya propia y la de la nomenclatura (por llamarla asi) perdiositica y literaria que monopolizaba vida culutral en la España de aquellos años y lo prueban nombres como el de su amigo del alma -Diego Jesús- y otros nombres de la poesía, y la narrativa de las primeras decadas de la posguerra que coincidirian con los primeros tiempos de su carrera y de su trayectoria.

Y me vienen a la mente asi de golpe Félix Grande, Eladio Cabañero, Francisco García Pavón, el mismo José Hierro, Raúl del Pozo, la mayor parte de los premios Adonais que Umbral cita a menudo en sus libros (et cétera, etcétera, etcétera...) -¡ah! y un nombre, un nombre y un apellido que me diga, se me ovidaba, los de Meliano Peraile, umbralianos si los haya porque nunca los leí evocados o mencionados (ni juntos ni por separados) más que a Umbral (...)-, que en los ambientes que yo frecuenté en mis años de la Universitaria madrileña eran olímpicamente ignorados o llegado el caso claramente ninguneados -victima no digo que no de ostracismo y de boicot injusto- sin duda por ese toque imborrable de cultura oficial (del régimen) que arrastraban todos o casi todos ellos.

Y en todos o casi todos se me antoja ver un demonimador comun -Antonio Parra estaria tal vez de acuerdo conmigo- y era el proceder de la otra España, la de los vencidos del 36 y "pari passu" el salto camaleónico que pegaron casi todos ellos tras producirse la transicion a la muerte del anterior jefe de Estado. Como fue el caso no menos flagrante y resonante del propio Umbral del que Antonio Parra en una formula certera y resonante viene a decirnos que "vendio su alma al diablo (...)

¿Un Fausto de nuestro tiempo Umbral, que "vendió su alma", es cierto, pero que supo (como el célebre personaje del romanticismo) brindarnos su genio en vida, inmortalizandose asi en el recuerdo y transmitiéndonos de paso la memoria -historica y literaria- de una época, la España de la guerra y de la posguerra y en particular la de los que ganaron aquella y administraron (como pudieron o supieron) la victoria?
A José Hierro, del que Umbral afirmaba que tenía un antepasado de raza negra, le conocí yo también en mis años universitarios (finales de los sesenta) en su propio domicilio de entonces en la madrileña calle de la Virgen del Puerto a donde asistí a un guateque de los de entonces invitado por sus dos hijos -chico y chica-, amigos de un amigo mío de la Facultad. Y recuerdo que su hijo -detalle todo menos anecdótico- llevaba zapatos de la OJE a la que a todas luces pertenecía o había pertenecido. José Hierro va de prototipo si los haya en el recuerdo de un exponente de la cultura oficial (del régimen de Franco) -originario de la España de los vencidos del 36 como tantos otros de su generación literaria- y también del salto camaleónico que acabarían dando en la Transición -o justo antes (en el tardo/franquismo- todos o casi todos ellos
Ese es mi diagnostico y mi veredicto aqui todos ya lo saben o habrán acabado por darse cuenta. Umbral cambió de chaqueta (de chaquetas), todos estamos de acuerdo, no siguio menos no obstante honrando a sus maestros literarios e icluso a sus mentores ideologicos de antaño -o antañazo como él decía- al precio aunque fuera de reducirlos exclusivamente a lo literario -como le ocurria con Juan Aparicio (escritor de relieve y politico de mucho poder en un momento dado de la historia del régiemen anterior a la vez) y de ridiculizarlos -acorde a su tecnica de "la rosa y el latigo"- de una manera y otra, cierto, o distanciándose de ellos "a la francesa"

Y me viene igualmente a la mente un nombre que se pasea por el ibro de Antonio Parra y por no pocos libros de Umbral y no digamos en sus columnas periodisticas. Y es el de César Gonzales Ruano, CGR como le nombra para abreviar Umbral tantas veces evocándole. "Cesarísimo César" escribe en la páginas que le dedica en su obra (de las mas logradas de las suyas) "Los Alucinados"
Esta obra exhaustiva y documentada si las haya -pese a sus lagunas- que va ya por la reedición no sé cuantas (revisadas y aumentadas) (...) y que quiso ser -a creer a sus criticos- un "pedimento judicial" (por delito de fascismo intelectual o literario), habrá acabado conviritiéndose no obstante en la prueba por el nueve de un realidad que se habrá visto negada obstinadamente (hasta no hace mucho) en la España de la democracia -y no digamos en las universidades extranjeras (...)-, a saber la existencia de toda un corriente literaria de autores y títulos innúmeros (como las arenas del mar) inspirados y alimentados de la memoria de los vencedores de la guerra civil del 36, y de treinta años (olímpicamente ignorados) de historia literaria de la España de la posguerra
Conocí -yo personalmente (con quince años de edad)- a César Gonzalez Ruano en el invierno del 64-65 pocos meses antes pues de su fallecimiento (víctima de cáncer de pulmón) -con sesenta y cuatro años de edad (...)- como solo muchos años después caería en la cuenta, paseándome con amigos de la adolescencia por delante del madrileño teatro de la Zarzuela ya de noche, de donde le vimos surgir como una aparición a la luz de las farolas, viniendo según salia del teatro hacia nosotros, de lejos -y reconociéndole de inmediato alguno de nosotros- y al que adelantándome a todos mis amigos me acerqué con la intencion de pedirle un autografo, a lo que accedió amable.

Pulcra y elegantemente vestido, con sombrero, paraguas y guantes, un abrigo muy largo de tonos claros y ese bigote fino (fascista o franquista) que le imortalizaría, CGR saco con la solemnidad y graveza que le caracterizaban una pluma estilográfica -parker, de oro me figuro (o así creo recordarla)- y me firmo su autógrafo con el mayor esmero, esa fue la estampa que de él quedó en mí para siempr grabada.

Muy poco tiempo apenas después César Gonzalez Ruano igual que los demás poetas y prosistas de la falange como Umbral les llamaba -lo que se diria que fue lo que vino a acelerar su muerte- se verian apestados y victmas de ostracismo, y así durante décadas. Umbral sin embargo siguió (a su manera) fiel a la memoria de César y de todos los otros y eso realza sin duda el brillo (fascinante) de su personalidad faústica como aquí cabo de bautizarla y a la que rindo sin parar homenaje en la memoria desde estas páginas, como todos ya habrán visto.

Sin el menor escrúpulo y pese al diablo o los diablos que sin duda nuestro Fausto llevaba dentro y que no dejan de agitarse post mórtem en su obra escrita y cada vez que se le evoca en el recuerdo (...)

4 comentarios:

  1. GRACIAS, JUAN, por tu comentario y crítica a mi libro, muy acertada y generosa. En efecto, Diego Jesús fue su acompañante de izas y rabizas y alguna colipoterra a los lugares lúbricos de aquel Madrid: como las ninfas del Abra y de Chicote no eran demasiado accesibles para sus bolsillos, buscaban la querencia del Cerro la Plata, Echegaray, Ballesta. En efecto el amor cortés no está reñido con el amor airado pero era un tanto peligroso, Umbral confiesa que agarró unas purgaciones que le curaron en la Jiménez _Díaz, pecadillos de poetas poco avezados pero el que esté libre de pecado que tire la primera piedra. Las hetairas son imprescindibles para el funcionamiento de la republica en voz de san Agustín. Un abrazo.

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  3. Me he leído atentamente tu comentario, Antonio, y tomo nota de las confesiones de Umbral que tú recoges, a la par que me hago cargo completamente de lo profundo de tus reflexiones "agustinianas" Un cordial saludo y gracias por el mensaje


    PD El comentario que he eliminado es mío, Antonio, idéntico a éste, por culpa de una falta al teclear

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  4. nada, estimado colega, sigamos en la brega, predicando a los ceporros. No somos fray gerundios de campazas pero a veces resulta eficaz "epatar" a las conciencias domiladas, ceo que tu bitácora suple con creces esta misión, por lo que le tengo en primera línea de mis "favoritos", muy buenos días"

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