martes, octubre 08, 2013

LA CAMACHO EN LA PICOTA

Luis de Galinsoga. Director de la Vanguardia Española de Barcelona. Militante de Renovación Española antes de la guerra, habia sido director del ABC hasta producirse el Alzamiento. Se vio cesado (enero del 61) por culpa de la campaña "volem bisbems catalans" (o algo así) auspiciada por el nuncio y el Vaticano y en un complot de difamación y denigramiento instigado por Jordi Pujol. Esas aguas, estos lodos
Alicia Sánchez Camacho se queja que se le ha interpretado mal, y dice ahora digo donde dijo diego, una práctica consabida -tendrá que reconocerlo- entre la gente de su partido en Cataluña. A muchos desde luego se les habrán caído las escamas de los ojos con sus palabras, a mí digamos -lo confieso sin tapujos- que me empezaron a caérseme ya el pasado año tras haber asistido -como di cumplida y cabal cuenta justo a seguir a mis lectores de Periodista Digital y también en Minuto Digital)- a la concentración por la unidad de España ahora va a hacer un año en la plaza de Cataluña.

Y a fe mía que creo que acerté a recogerlo a fuer de escribir a corazón abierto y a vuela pluma en las crónicas que dediqué al acto entre sentimientos encontrados, y es que había algo difícil de definir que no conseguía bien cernir y detectar que me aguaría un poco la fiesta el año pasado, por encima o por detrás de las banderas y de la considerable afluencia de publico -la plaza de Cataluña estaba (casi) llena pero no hasta la bandera (hay que reconocerlo)- y no sabía si era la acogida un tanto fría y circunspecta (o precavida) que me reservaron en el reciento reservado a la prensa algunos de los jóvenes organizadores -a pesar de que me presenté allí con todas las credenciales habidas e imaginables- cuando les mostré mi tarjeta (nombre y apellidos) de periodista, si era en cambio por el bilingüismo de los oradores que se sucedían en la tribuna o simplemente una cuestión de banderas -de las que allí se veían flamear (señeras y constitucionales) me refiero-, hasta que acabé llegando a la conclusión con el tiempo y una caña y todo lo que habrá llovido en España y en mi vida en el año que acaba ahora de transcurrir que era sin duda por lo uno y lo otro todo junto y bien revuelto pero que la clave de mi regusto amargo o de mi mal sabor de boca era más bien de natura lingüística lo mismo que decir (en el fondo) una cuestión de memoria o de choque o conflicto de memorias.

Ya me he explicado en el tema en algunos de mis últimas entradas en este blog que habré reanudado ahora, pero tras las declaraciones un tanto catastróficas de la Camacho y el aproximarse de un nuevo aniversario y de los nuevos actos -"a favor" y "en contra" (los "Mossos de Escuadra" las cifran en numero de siete- que se anuncian para este fin de semana por las calles y plazas de Barcelona, se impone el recordarlo y el remacharlo: el catalán en nuestra era contemporánea se habrá convertido en reserva natural privilegiada de una memoria histórica anti-española (y guerracivilista) y en pieza o palanca esencial e imprescindible del chantaje que el catalanismo inflige a España y a los españoles desde los tiempos de la transición política.

Me fueron preparando el espíritu a esa conclusión -que hoy me parece de un valor apodíptico- foros de discusión en lengua neerlandesa sobre el tema catalán (una verdadera obsesión para algunos belga flamencos) por cuenta de la polémica desatada dentro y fuera de catalana por la reforma educativa del ministro Wert que algunos no dejamos de ver como una pica en Flandes en el sistema de normalización lingüística -léase, catalanización forzosa- que lleva imponiendo y aplicando despacito y buena letra la Generalitat desde hace la friolera (casi) de cuarenta años. Y acabó de despejarme los ojos de escamas el desgarrarse las vestiduras hipócrita y sectario y partidista de alguno por el "asalto" de la librería Blanquerna hace un mes, y por si falta me hiciera, mi baja por decisión (injusta) de la dirección, de la blogosfera de Periodista Digital -justo a seguir a una crónica que dediqué a ese incidente- acabó de aclararme del todo las ideas.
Escrache (con suerte) en la Cataluña de finales de los cincuenta. Un confuso incidente del que no conocemos más que la versión catalanista (la misma que yo le oí al inefable José Carlos Mainer en el Cervantes de Bruselas), por aquello sin duda que el régimen anterior sabía imponer el silencio (absoluto) también a sus partidarios (...) Como sea, serviría de pábulo a una campaña de difamación -y de escraches en versión de entonces- que acabaría costándole el puesto de director de la Vanguardia a Luis de Galinsoga.
Cataluña es española, no puede ser otra cosa, y su pérdida supondría un cataclismo de consecuencias incalculables y como tal inconcebible, como el pedirnos a todos y cada uno de los españoles que dejamos de ser nosotros mismos. Y eso fue lo que me puso la mosca detras de la oreja durante mi visita (fugaz) del pasado año en Barcelona. Por la boca muere el pez, y Cataluña -me refiero a la Cataluña española- se muere por una cuestión predominantemente lingüística. La financiación -y que me perdone la Camacho- o es mas que un pretexto, una burda coartada, una entre tantas, como el PER de andaluces y extremeños o la pretendida pereza e indolencia de andaluces que los que más lo echan en cara son precisamente los catalanistas de origen emigrante (de esas regiones precisamente de procedencia) ¡Banda de renegados! (como el partido que mayormente les agrupa)

No estaba yo en España cuando se produjo el descabezamiento del PP en Cataluña -a la llegada de José María Aznar "al gobierno de la nación-, como sea está claro que el mal venía de mucho antes. De mucho antes del nacimiento (y metamoforsis) del PP desde luego. Si se me apura desde principios de los sesenta desde aquel boicot -el primero que tuvo éxito durante el gobierno anterior- del que fue blanco y víctima el entonces director de la vanguardia de Barcelona, Luis de Galinsoga -gran patriota y hombre de honor- por instigación de la iglesia catalana, y de su acólito Pujol (que no quería en Cataluña emigrantes extremeños ni andaluces)
A Luis de Galinsoga sucedería de director de la Vanguardia Manuel Aznar de un pasado -republicano y antes incluso, nacionalista vasco- mucho más digerible para catalanistas que la de su predecesor y de quien su nieto tal vez heredó esa costumbre de hablar catalán en familia. Moraleja de la historia: el viejo Caudillo invicto y triunfador en mil batallas de las hordas asiático/bolcheviques acabaría al final -ya de edad muy avanzada (y con el ejemplo del general Perón bien fijo en su mente)- cediendo a la presión de un complot urdido entre el faldoneo de prelados, curas y sacristanes, los cuchicheos de las beatas (catalanas) y las intrigas de jóvenes como lo era Jordi Pujol entonces (un joven meapìlas)
Tales aguas tales lodos, la iglesia en Cataluña que gracias a Franco y al triunfo de los nacionales había sobrevivido al exterminio y a la desaparición acabaría pagando con treinta monedas (y ni eso) los servicios prestados a la iglesia por el régimen anterior en Cataluña y en resto de España. Franco fue un "silencioso de la Iglesia" -en la formula (ligeramente peyorativa) divulgada tras el concilio por los católicos franceses tradicionalistas (y así le recordaron y honraron a su muerte algunos de aquellos)- y en ese aspecto o desde ese punto de vista no supo resistir al chantaje de la Iglesia y del Vaticano que fue -no se olvide- de natura esencialmente lingüística como lo sigue siendo.

Y en esa óptica se puede decir también que el tardofranquismo -¡ay dolor!- no fue más que una larga agonía en el plano físico de la figura de su máximo representante y también en los planos político e ideológico, donde se sembraría la mala simiente de lo que rebrotaría justo después en Cataluña con mas fuerza que nunca desde lo tiempos de la II República y de la guerra civil)

Y si queremos ganar a Cataluña para España tendremos que sacudirnos la hipoteca de ciertos aspectos o vertientes del régimen anterior como las que nos sigue imponiendo el culto de martirologio que algunos siguen reservando a su alter/ego en la memoria colectiva, José Antonio Primo de Rivera.

Españolización de Cataluña de todos hombres y mujeres, niños y adultos, la consigna urgente -sin distingos y sin complejos- de los tiempos históricos que estamos viviendo. Años decisivos, para España y para Europa que dejaría de ser Europa sin una Cataluña española

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