De los cuatro autores que Mechtild Albert aborda en « Vanguardistas de camisa azul », sí puedo decir de uno de ellos –Felipe Ximénez de Sandoval- que le conoci personalmente. Fue a principios de los setenta, en la sede que tenia Fuerza Nueva en el barrio de Salamanca en Madrid, que yo frecuente entonces tras mi paso por el FES, con cierta asiduidad durante algun tiempo, pero sin llegar nunca a un grado de miltancia, ni de adhesion completa. Le recuerdo no muy alto de estatura, llevaba gafas creo, y en conjunto se conservaba bastante bien a pesar de la edad (que era de la misma edad de Jose Antonio y debia andar pues ya cerca de los setenta años)
De las palabras que nos dirigió a los que le rodeábamos, en los breves instantes que duró el encuentro, en los pasillos, retuve hasta hoy su evocacióín del tiempo que habia estado embarcado en el crucero Canarias –gemelo del Baleares- durante la guerra del 36, y tambien su mencion honorifica, entusiasta casi más que elogiosa, de los alemanes de la legion Condor que habia tenido ocasion entonces de tratar y con los que habia cordialmente confraternizado "Excelentes camaradas" (fue lo que recuerdo –perfectamente- de lo que le oi –de mis propios oidos- sobre « el tema », no más que eso)
Felipe Ximenez de Sandoval, madriileño (« gato », como yo se lo llamaba él mismo), había sido compañero de Jose Antonio en la universidad, estudiantes de derecho uno y otro. Su vanguardismo como el de todos los autores abordados en el ensayo que comentamos, era un tanto « sui generis » a fuer de español diria yo, y en su caso se podria hablar de una vanguardia que rebosaba de vida, de ganas de vivir y de amor y entusiasmo por las cosas y las formas vivas, lo que desentonaba un tanto de entrada de esa impresion de « moribundia » (expresion « ramoniana »), tan tipica de unas vanguardias europeas nacidas al socaire de la muerte (y de la guerra) y embrujadas o hipnotizadas por formas muertas (o caducas) –o con olor a muerto de varios días…- lo que se cumpliria a raja tabla en todos ellos e ilustraria de una forma emblemática el ejemplo surrealista. La problemática que subyace en la obra escrita de Felipe Ximenez de Sandoval en las novelas incluso de su primera epoca, lo mismo que sus preocupación, su interés por la estética, tan marcados no pierden nunca su fondo o lado humano inconfundible y escapan pues en cierto modo a la deshumanzacion típica de las vanguardia que denunciaria (a su manera, sibilina…) en su celebre ensayo, José Ortega.
Su titulo, de una fase temprana « Tres mujeres más Equis » por ejemplo, muestra gran fescura, originalidad y humanidad tambien como digo en el abordaje del tema del amor humano (en un joven adolescente) e igualmente de otro, contiguo o adyacente, de gran importancia en la genealogia conceptual (e ideológica) que daria nacimiento a la Falange y que la autora alemana describe como del « sueño despierto » « Nadie nos puede impedir el derecho de soñar », la frase célebre de Lenin, santo/patrono de las vanguardias europeas (o de algunas de ellas al menos) da el tono de la epoca y de las corrientes artitisticas y literarias que la surcarian. Felipe Ximénez de Sandoval –es tal vez lo más claro que se desprende, de la presentación detallada que de él y de su obra lleva a cabo en su ensayo la autora alemana- era un gran soñador, y sus sueños se verian (en parte) proyectados y realizados tambien en el seno de la Falange. Un sueño de integracion, de catharsis y de reconciliacion social entre las clases en resumidas cuentas.
Felipe Ximénez de Sandoval –su apellido ya de por si lo denota- procedia de un medio familiar socialmente acomodado y el medio estudiante ganado a los ideales de la Falange que describe en su novela « Camisa azul », el otro de sus titulos que la autora alemana trata a continuacion en su ensayo , adolecia si se puede hablar asi de un sello social (de clase) que aquella no deja de hacer blanco de sus observaciones y de sus criticas: de unas clases sociales “de derechas” que la llegada de la II República –o de « la irrupcion de la modernidad » por servirnos de sus propias palabras- fragilizaría y les infligiría un proceso traumático y doloroso de descenso social y desclasamiento (y de vejámenes y humillacion por supuesto)
El ideal integrador de unidad –entre las clases, los hombres, los pueblos y las tierras de España- le parece a la autora a penas un reflejo defensivo, a/la/defensiva, de los estratos sociales amenazados por la modernidad que habia importado con sus reformas la Republica. El mensaje a fuer de repetido resulta obsoleto (en los oídos de algunos por lo menos) Y es que lo que siempre se omite cuidadosamente en ese tipo de de diatribas (antifalangistas o antifascistas) es el precio tan caro que aquel estamento, bien cinrcunscrito y delimitado cierto, aquel coto/social de « privilegiados » que formaban el estamento universitario en España en los años de la II Republica y en particular el de los estudiantes universitarios de la Universitaria madrileña (flamante aún entonces y nuevecita…) pagarian -al contado- en lo primeros meses de la guerra civil española, en el Madrid de zona roja tras el fracasos tragico (y en cierto modo inexplicable) del Alzamiento en la capital de España, en las matanzas de Noviembre del 36 -y ya en las sacas del mes de agosto- entre otros sitios en Paracuellos: que es el fondo –indesmentible- de acoso y de persecucion que Felipe Ximénez de Sandoval bien describe, igualmente presente ademas en otra novela emblematica sobre el tema, -en concreto sobre la violencia callejera en visperas de la guerra civil- de Rafael Garcia Serrrano, « Eugenio o la proclamacion de la primavera » »….
Ese ideal de integracion y en el fondo de « catharsis » y de reconciliación que encarnó la Falange (primera) -se quiera reconocer o no se quiera-, es objeto en el ensayo que comentamos de no poca burla (rayana en el escarnio) de su autora, lo que no es obice no obstante que la juventud española una parte de ella al menos fue el crisol que sirvio de aglutinante y de fusion entre las clases sociales sometidas entonces a la amenaza y desafío de una crisis económica con raíces propias arraigadas entre españoles y a la vez compartidas de los otros paises en el contexto de crisis enconomica a nivel planetario (de gran depresion ) y de su colorario inevitable de la lucha de clases.
Y es precisamente lo que distinguio al nacional/sindicalismo, a la Falange de Jose Antonio de otros movimientos que se disputaban la juventud de entonces (a izquierdas como a derechas) Los demás contaban todos con sus secciones juveniles o con sus propias « juventudes » (de jovenes/viejos) -y el caso mas tipico y representativo lo ofrecen tal vez la juventudes/socialistas/unificadas (JSU) que dirigia el joven/viejo (ya entonces) Santiago Carrillo, enlace y correveidile (con otros más jovenes aún) de unos mentores mayores o mas viejos (y más astutos) que ellos, pero sólo la Falange -y el jonsismo, en los origines de aquella- fue propiamente hablando « un movimiento de jóvenes »….Y en todos los autores citados en el ensayo pero más aún si cabe en Felipe Ximenez de Sandoval, despunta ese cuño, esa impronta joven, de hombre de su tiempo, sumamente representativo de aquel solivianto juvenil que fue un signo de la epoca.
Otro tema que Felipe Ximenez Sandoval aborda con gran originalidad en esa obra de juventud es el de la locura. Una locura de mujer, teñida e impregnada de imágenes y de lenguaje surrealistas. « Tengo miedo », dice su personaje femenino « ¿De que, vida mia ?», le pregunta el protagonista. « De que pueda metérseme una estrella por el descote. Las estrellas son húmedas y blandas como sapos. Parecen esponjas hinchadas del agualuna de los arroyos »….«Quien no ha sufrido que es lo que sabe » dice el texto biblico, y Felipe Ximenez de Sandoval como muchos grandes escritores y poetas rezuma en sus textos mucho sufrimiento, mucha crisis interior (superada o en vias de superacion) –propia o compartida…- desde los primeros titulos de su obra hasta otros de una fase de madurez, de signo inequivoco joseantoniano, falangista.
Las escenas del jardin del manicomio en « Tres mujeres más Equis » hacen desde luego irremediablemente pensar en los cuadros (muy bellos) del belga Paul Delvaux -otro vanguardista « pre/fascista »…-, en sus estaciones de tren, en sus plazas, en sus calles espectralmente vacías, surcadas de rostros, de cuerpos (y de desnudos) de muchas mujeres, o más bien de las mil sombras o fantasmas (luminosos, transparentes) de una sola mujer, siempre la misma… ; en sus amaneceres o mejor dicho en sus claros de luna, de un cielo a punto ya de amanecer, rompiendo/albores, bañándolo todo de una atmosfera irreal, « lunática » (y femenina)…¡Fantasma de la locura omnipresente en la obra (y en la vida) de grandes autores! Lo que inevitablemente les confiere una aureola heroica, de persecucion y de acoso a la vez, inevitablemente.
Pero el gran tema de Felipe Ximenez de Sandoval –como lo pone acertadamente la autora alemana de manifiesto- lo es sin duda el del estilo. Un estilo que triunfa calladamente en la obra (y en la vida) de otro de los autores abordados, Tomas Borrás, como ya tuve ocasion de ponerlo de manifiesto en articulo anterior, pero que en el autor de “Camisa azul” y de la “Biografia apasionada” pasa a un primer plano de una forma explícita, directamente enfocado y estudiado. El hombre es el estilo, el estilo es el hombre. Y esa fue la gran preocupacion, el móvil (o leitmotiv) mayor tal vez de Jose Antonio y de los jóvenes que le seguirían. Estilo como forma de ser y tambiien como valor literario y categoría retórica.
Y el estilo falangista –laconico militar, « rígido » lo llama la autora, de una rigidez "fascista"- fue en cierto modo el de su epoca, marcado del sello de un fenómeno de militarización (progresiva), panacea de aquellos años de entre dos guerras (mundiales o europeas) que fue invadiéndolo todo y ganándose a todos tambien, a izquierdas como a derechas. Un estilo (falangista y militar a la vez…) que fue sobre todo –en su origen- el de José Antonio. De su persona, de su forma de ser, de su carácter, de su temperamernto, de sus ademanes, de su aspecto físico; e igualmente de su oratoria y tambien de sus escritos, de sus articulos como de sus (cortos) ensayos que le merecieron el apodo ligeramente ironico del « Ensayista », entre sus rivales -que no enemigos- de la derecha monárquica (entre ellos, Eugenio Vegas)….
Un estilo jose/antoniano que se veria plasmado en la retorica y en la fraseologia (poetica) del movimiento falangista y sobre todo en los versos de su himno del Cara al Sol ; que habia heredado tambien no poco « nota bene » del jonsismo primero de la Conquista del Estado, como lo reconocería el propio Jose Antonio en aquella evocacion elogiosa de sus camaradas de la Conquista del Estado, “que habian cantado aguerrridos (los primeros) la gentil primavera de las Españas”….Y la silueta y la impronta rebosantes de personalidad y de estilo propio -más, mucho más de lo que trasluce en su prosa, tan profunda y clarividente como farragosa y ahogadiza a veces …- de Ramiro Ledesma, acompañaria tambien –se diga lo que diga o se haya escrito sobre el tema- a la Falange de Jose Antonio… » « Tenemos que sentar magisterio con el refinamiento de nuestras costumbres » había escrito Joé Antonio en un artículo de la fase más temprana de su vida pública. Y en su escrito póstumo –de la carcel de Alicante (verano del 36), “Carnet de notas de un estudiante europeo”, vuelve sobre un tema que le era tan caro: del magisterio ineludible de las clases altas o de las élites dirigentes. En materia escritura (o en literatura) como en la vida de todos los días.
Y el inevitable Francisco Umbral haría tambien de ello, de esa preocupacion por el estilo –como un eco o una herencia de seguro del ambiente heroico, de signo indubitablemente falangista, que habia respirado en su infancia y primera juventud vallisoletanas- preocupacion (obsesiva, fanática) y leitmotiv mayor de su obra y de su carrera (literaria y periodistica) y tambien de argumento supremo en defensa propia, cuando se equiparaba –como tanto gusto siempre-, frente a las criticas adversas, con ciertas figuras insignes de la historia de nuestra literatura, como Quevedo, Larra o Valle Inclán que él consideraba escritores “de estilo”, y por definicion minoritarios, frente a otros como Cervantes o Benito Pérez Galdos- que le parecian mucho mas pobres de estilo y a la vez mucho mas difundidos, universales (y mayoritarios)…y por ende mucho más cercanos al pueblo llano que él veía carente (de siempre) de un estilo cualquiera…
Pero el estilo –y vuelvo a los mismo- era para Jose Antonio una forma de ser ante todo. Un estilo heroico -« fascista » en la terminologia de la autora alemana- que se ve plasmada en tres signos de la más fuerte carga simbólica, que ostenta el protagonista: la camisa azul, el grito (legionario) de ¡Viva la Muerte ! y el canto del Cara al Sol, a imagen y semejanza de otra trilogia italiana, propiamente fascista; el grito de « ¡A noi ! » -equivalente grosso modo en español del grito de ¡A mi la Legion¡-, de la camisa negra y del himno de Giovinezza (Primavera de Belleza)….Y lo que aquella ve caracterizado sobre todo por la notas de la impasibilidad, de la insensiblidad y de la serenidad, de un cuño clásico inconfundible –de los estoicos de la antiguedad latina- de lo que habia dado muestras Jose Antonio durante sus proceso delante del tribunal popular en Alicante.
Algo que la autora alemana interpreta conforme a una dicotomía –omnipresentes en la obra de Federico Nietzsche- representada en un doble paradigma : lo apolineo y de lo dionisiaco, o en otros terminos más modernos, lo clasico y de lo romantico. Un ideal estético como el que acertaria a plasmar la Falange de José Antonio que era una mezcla de valores e ideales poéticos y literarios y a la vez arquitectónicos (estos ultimos mucho más clásicos, o « apolíneos ») Aunque en el caso de la Falange, la autora no dejará de ver la huella tambien de lo barroco, en ese sello « filipense » que simbolizaria de forma indeleble –en unas ceremonias y escenografía de lo más grandiosas- el traslado al monasterio del Escorial de los restos del Ausente desde Alicante al finalizar la guerra.
Según la autora alemana, el estilo de la Falange heredaba no poco como digo de la rigidez y del teatralismo fascista. Y algo de aquello empaparía sin duda la educación y la sensibilidad estética y aríistica de los españoles desde entonces, incluso en la prosa y en el fárrago de su vida de todos los dias. Y a la mente me viene el reproche que oi de un compatriota, alto funcionario de la EU destinado en Bruselas entonces, en el 2000, cuando protagonicé varios actos de protesta anti-ETA en las concentraciones pacifistas –organizadas por funcionarios espanoles de la UE- en el « rond point » Schuman, en el barrio de las intituciones europeas, -antes de que me detuvieran delante del Palacio Real, el día de la llegada del rey/borbón-, y con quien me encontré al cabo del tiempo después de recobrar (de nuevo) la libertad, y que me acabó reprochando –a mi gran sorpresa- la falta/de/estilo (sic) de mis actos de protestas, por lo vociferante o vocinglero que le parecerian sin duda alguna, sin aquella nota de impasiblidad y mesura –y flegma y sangre fria- que tanto predicó la Falange al principio es cierto, heredada de los clasicos (entre otros).
Y me sorprendido ya digo viniendo de quien venia, de un destacado representante –por muy del PP que fuera o que procediera…- de un sector politicamente/correcto en la España de hoy sin discusion alguna, porque no creo que lo que quisiera echarme en cara con aquel reproche fuera la falta de « talante »; que todavia faltaban unos años para el 11 de marzo y lo que se seguiria…Moraleja de la anecdota : al talante (democratico) le siguen prefiriendo el viejo/estilo (un poco hierático, como de de estatua en carton/piedra) muchos, incluso de entre los democratas/de/toda/la/vida…
El viejo estilo –que me diga el nuevo estilo que infundiria la Falange- no fue o siguió siendo tan impasible y mesurado o ponderado siempre, no obstante…Y si lo fue asi al principio se veria despues indiscutiblemente sometido a mutaciones profundas e importantes, y desde luego ganaria mucho en desgarramiento, en pasion y en tremedismo y en truculencia…. al calor de la experiencia de la muerte y de la guerra. Y está claro que una estetica de la guerra, acaba triunfando (omnipresente) en la novela “Camisa azul de Felipe Ximenez de Sandoval como bien lo señala la autora.
« La guerra –dice un viejo aforismo de origen incierto- es el sol negro que hace madurar a los hombres » y al autor que nos ocupa le ocurrió asi sin duda ninguna, en su estilo de vida y de escritura, tras la experiencia crucial de la guerra civil española, en la que participo en el frente, –al con trario de los otros nombres que en el ensayo se abordan –de simple combatiente….Y a imagen y semejanza de su autor, Víctor, el hroe de la novela, acaba alistandose en la Legión « nota bene », en donde imperaba un espíritu parecido o análogo si se quiere , pero no del todo igual al que habia transmitido la Falange. El grito –impregnado de estilo, cierto- de ¡Viva la Muerte! por ejemplo, no era completamente acorde con el ideario falangista…Y sin embargo, el protagonista –y sin duda el autor tambien- lo acabaría haciendo suyo, sn renegar de nada, sin dejar de seguir sintiendose falangista…
La guerra, las escenas -de gran realismo- de la guerra civil son unos de los momentos fuertes de la novela “Camisa azul”. Y sobre todo, las escenas –de un realismo insuperable en la literatura española sobre el tema (incluso en ese maestro de verismo, de realismo y de memoria ocular que es Francisco Umbral) del cuerpo/a/cuerpo en la linea de frente y en las trincheras, « de las arañas (sic) de manos crispadas de los muertos y de los agonizantes » con los que algunos al querer avanzar enganchan sus tobillos, o de las bayonetas que se tranformaban (sic) « en picos de aves carniceras sedientas de sangre, hambrientas de visceras »….en los que el horror innombrable e indescriptible se ve en cierto modo vencido o superado por la distancia y el eufemismo estetico que le ofrece al autor el repertorio inagotable de imágenes y de metaforas propias a la retorica vanguardista.
Poesia que promete, en la Falange de Jose Antonio y en el autor que nos ocupa a la vez, gran nombre de la Falange literaria, protipo y arquetipo a la vez de una narrativa vanguardista y al mismo tiempo falangista (o “fascista” en el vocabulario de la autora): a imagen y semejanza de un “movimiento poético” (José Antonio) que concebía la politica –acorde al espiritu del tiempo y de otros movimientos de signo « totalitarios » de su época- como actividad artistica, y el Estado –y « pari passu » el hombre/nuevo a construir- como la obra de arte suprema… Poesía que promete, paralela pues a un Arte (con mayúsculas) al servicio de la reconstruccccion : de un Madrid, de una España entera (casi) convertidos en un montón de ruinas….Una retórica de combate pues frente a “la poesia que destruye”, y al furor destructor (e iconoclasta) de la guerra en « un esfuerzo de guerra en donde la Falange se ve a ella misma como una piqueta implacable destructora de lo viejo y de lo malo »...
El estilo falangista se veria para siempre impregnado –se quiera o no reconocer- de la experiencia de la guerra civil, y ello, lejos de ahuyentarnos o de que se deba ver soslayado como minimo cual riguroso tabú, nos ofrece motivos de inspiración de cara a un futuro siempre incierto y preñado de amenazas hoy como hace sesenta años. El estilo falangista, el estilo de la España de la posguerra ganaria en mi modesta opionion muchisimo, en lo que heredó (hasta hoy) de la guerra del 36.
Y una ilustracion immejorable lo ofrece el rito, macabro a primera vista, de gran profundidad y solemnidad en el fondo, plasmado en una de las escenas de « Camisa azul » que la autora alemana no se priva de citar, y en la que Victor, falangista, obliga a una vieja mujer (« proletaria ») a besar la sangre de su camarada, muerto y humillado.
« ¡Bien muerto que está, era un canalla fascista ! » A lo que Victor reacciona agarrándola con fuerza del brazo y arrastrándola hasta el cadaver donde la obliga « con la presion feroz de sus dedos » a hincarse de rodillas y a doblar la cerviz hasta rozar el cadáver.
« ¡Besa la sangre ! », a lo que la otra acaba obedeciendo sumisa. Tras lo cual, Victor se signa (tres veces) con los dedos empapados en la sangre del camarada muerto. Y mientras, la vieja se va alejando entre maldiciones y gestos obscenos.
Estilo (por los siglos de los siglos)
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