Basílica
de Santa Sofía convertida en museo islámico (y mezquita) Bizancio y sus mil
años de agonía nos contemplan. Voz de ultratumba –de la Ciudad Muerta y sus Mil Años de Agonía-, la que parece
que oímos ahora. Con el fantasma hecho realidad del Gran Reemplazo recorriendo
los cielos y los suelos de Europa (….) Córdoba y Estambul, invasión islámica y
Reconquista, comparación odiosa (e insidiosa)
Córdoba o Estambul. Granada y Constantinopla. Los términos cambiantes del dilema en que nos encontramos españoles y europeos hoy como hace más de cinco siglos: es lo que viene a recordarnos y a querer decir -como entre líneas o entre paréntesis de los postulados (discutibles) que en su articulo en el País del pasado sábado se defienden-, un prestigioso historiador y catedrático y escritor español, al que -rindiendo así homenaje a su prestigio y a la autoridad que es la suya y que sin empacho alguno queremos aquí reconocerle-, nos atrevemos a replicarle en publico entrando así, como él mismo lo ha hecho, al trapo de la polémica a todo arder en ese tema, conscientes sobre todo de la gravedad del asunto ahora abordado y de la urgencia de la réplica, con todo respeto por cierto y deferencia, y es que nos va mucho, demasiado en el empeño. La suerte y el destino de nuestra civilización, y “pari passu” de nuestro país, y del futuro de los nuestros: ni más ni menos que eso (….)
Sí pero no, digo dije donde dije Diego, esa es de verdad la glosa –tras lectura atenta y detenida con bolígrafo al canto y los cinco sentidos puestos- que el articulo mencionado se merece, y de verdad que del prestigio y de la autoridad de su tutor algunos esperábamos mucho mas desde luego (….) Claridad diáfana y no un discurso panfletario plagado de sofismas. Por cuenta o en nombre de la multiculturalidad todos ellos, hilo conductor y broche final a la vez de su razonamiento, o mejor dicho de la sarta de sus sofismas. “Las culturas chocan, pero también conviven, evolucionan, se entremezclan. Todos heredamos una infinita variedad cultural. Somos una mezcla impura. Como la vida misma” Con una retahíla a modo de colofón -o de andanada final- contra ortodoxos, identitarios, etnicistas o nacionalistas (sic), de la que queremos –por libre opción- darnos por aludidos, por si otros no lo hacen por culpa de un respeto (humano) invencible a lo política e históricamente correcto (…) La multiculturalidad nos está matando o digamos que nos tiene condenados a la muerte a cámara lenta, agónica, y quizás haya que vivir y residir por cima de los Pirineos para, de ello, caer cabalmente en la cuenta (…) El Gran Reemplazo –tanto cultural como racial o étnico- es una realidad palpable, y una clamorosa evidencia (mal) agazapada tras la inmigración en masa- y no como lo piensan o sostiene algunos, un simple fantasma de nuestra imaginación, como en un juego (valleinclanesco) de sombras chinescas o de espejos (…) Y en esa tesitura viene ahora el presidente Recep Tayyip Erdogan en plan de Gran Turco (de gallo del corral o de rey del mambo) por la vía del chantaje y -como dijeron otros de Francisco Umbral- “con la camorra puesta buscando el miedo de los otros”. Miedo ancestral al Turco y al Moro, hondo anidado y arraigado en el común de los habitantes de los países europeos, de los que el empeño civilizador de borrar de su imaginación individual como colectiva la imagen del turbante y del cuchillo entre los dientes parece que se salda con un estruendoso fracaso como un signo o (mal) presagio de los tiempos (…) Santa Sofía de Constantinopla, ofrece el más flagrante y escandaloso de los ejemplos, que viéndola mancillada –y ultrajada- de esa forma, muchos españoles nos sentimos mancillados y ultrajados en el plexo solar del alma, de nuestro mundo secreto de ideales y sentimientos. Como tantos y tantos europeos.
Me contaba un amigo no hace tanto de otro amigo común a los dos, -del que no puedo decir que se ajustase ni poco ni mucho al clisé o patrón consabido de beato o de devoto- de visita a la santa basílica en Estambul, en viaje turístico, que tras encontrarse allí dentro prorrumpió de repente en un inconsolable llanto, sin saber bien por qué –hasta hoy- de aquellas lágrimas y de aquellos sollozos (y lamentos) (…) La voz de ultratumba, de la Ciudad Muerta, la de Bizancio y de sus (casi) mil años de agonía (….) Germanos o bereberes los españoles, la pregunta sin (cumplida) respuesta (hasta ahora) No es menos cierto que somos íberos, y visigodos, y romanos o hispano romanos –o hispano godos- , y por ahí nos viene también la herencia bizantina, aunque el prejuicio o el interdicto confesional nos lo haya borrado de la memoria. Y esa es la razón profunda del despertar como en un repentino sobresalto al que parece que asistimos ahora (….)
Estambul y Córdoba –del titulo del artículo que nos ocupa- la comparación odiosa. Y con las imágenes aun frescas que me diga en ascuas pegadas a nuestras retinas del tormento (salvaje) que reservaron al coronel Gadafi en nombre de “su” religión, sus bárbaros verdugos (…), venimos a leer que uno de los sueños mas caros y preciados del coronel libio lo era el entrar a caballo de turbante y entre ropas de seda, y en gloria y majestad, en la Mezquita de Córdoba. Como un deseo (milenario) de revancha o un pulsión ancestral de una memoria islámica, musulmana que ve el Andalus como algo presente y actual, como si en vez de haber transcurrido siglos, no hubieran sido mas que nos minutos (o segundos) tan siquiera. Que viven y comparten todos los musulmanes todas las corrientes o tendencias incluidas, desde los integristas islámicos hasta lo exponentes –como el coronel Gadafi-del socialismo árabe “nasseriano”, laico y nacionalista (…) Un sueño que por paradójico que parecer pueda vino a difundirse -por la vía del contagio como una fiebre o una epidemia-, entre nosotros occidentales, en la historia Europa de las Ideas, tal y como lo ilustran algunos de los pasajes mas fuertes (por su violencia y carga de impetración) del Anti-Cristo de Nietzsche (fuera de toda sospecha) Y es cuando en su diatriba anticristiana se lamenta que una de las primeras medidas de los cristianos tras la reconquista de la Ciudad andaluza fue la de cerrar los baños públicos, en el colmo d la barbarie en los unos –según él- y ejemplo inmarcesible en los otros de civilización y de cultura (…) Nada trivial además en un autor que no adoleció –¡en modo alguno!- de la hispanofobia proverbial en muchos otros autores coetáneos suyos (o compatriotas) Diálogo de sordos, tras el choque de culturas (y civilizaciones). Tales aguas tales lodos, y es que ese prejuicio antiespañol de las Luces –en alemán Aufklarung-, común (Nietzsche incluido) a muchos filósofos de lengua alemana y a todos (sn excepción) los orientalistas europeos de hace dos siglos, daría lo que daría. Entre otras calamidades, esa alianza del Nuevo Orden con el Islam que –contradiciendo así la opinión común entre patriotas- no fue meramente estratégica, de estrategia de guerra, sino que respondía a una visión (Weltanschauung) del mundo y de la Historia, histórica y a la vez (plenamente) ideológica (…) Lo que más que cualquier otro factor les hizo perder la guerra (…) Porque fue esa a todas luces la clave del fracaso de la Operación Barbarroja –en el Cáucaso sobre todo (…)- contra la Unión Soviética.
Y el mandatario turco se ve puesto ahora en el ojo del volcán, sin el disfraz hipócrita y mendaz de los tiempos de Obama y de José Luis Zapatero –y de Mariano Rajoy (…)-, de la Alianza de civilizaciones y de culturas (….) De Chipre al (Alto) Karabaj, echando leña al fuego en conflictos territoriales siempre en ascuas o empleando el arma del chantaje -sirviéndose del aflujo de emigrantes (procedentes todos ellos de países islámicos)- contra toda Europa, Turquía exporta así a costa nuestra -tal y como denuncia sin pausa ni descanso Jean Marie Le Pen (como quien predica en el desierto)- la explosión demográfica (superando la barrera de los cincuenta millones), en ese como en otros puntos del planeta. Y no es lícito ni serio en el plano intelectual –y mucho menos en el académico- obviar esa amenaza –de remplazo, o en otros términos de invasión (silenciosa)- en la polémica o el debate que la conversión –y profanación- de Santa Sofía fatalmente provoca (…)